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Una pequeña etiqueta fue la clave para resolver el asesinato de un colombiano en Madrid, España. Su prima y el esposo idearon el plan

En su cuenta de Twitter, la Policía publicó el 2 de diciembre del año pasado un mensaje con la foto de la etiqueta en la cual se podía leer: Súper Bazar 1.80 euros.

11 de noviembre de 2022
Entre los capturados están algunos familiares de la víctima
La policía publicó la etiqueta en Twitter y los llevó hasta los autores del crimen | Foto: Tomada cuenta de Twitter Policía de España @policia

Bien se dice que el crimen perfecto no existe y eso parece ser lo que ocurrió en el caso de la muerte del ciudadano colombiano Freddy Mauricio Palacio Espinosa, un agente inmobiliario de 55 años que fue torturado y asesinado en su casa del sector Puente Vallecas, en la ciudad de Madrid, capital de España.

La Policía de ese país lo encontró el 29 de noviembre de 2021 con múltiples golpes y signos de tortura; aunque les llamó la atención que su puerta estaba cerrada con pasador desde adentro y que no había ninguna ventana abierta ni señales de que se hubiera movido el techo. Entonces la pregunta que surgió era obvia, ¿cómo pudo salir el asesino?

En la escena del crimen fueron hallados varios objetos como trozos de cinta adhesiva, correas plásticas que utilizaron para atarle las manos y una caja de guantes desechables en la que faltaban algunos pares, aunque lo extraño es que solo una de las habitaciones de la vivienda estaba totalmente revuelta, por lo que se podía intuir que quien cometió el homicidio sabía exactamente dónde debía buscar lo que quería.

También fue posible hallar una etiqueta muy pequeña, de escasos 3 centímetros de largo por 1 de ancho, la cual terminó siendo la clave absoluta para resolver este misterioso caso al que las autoridades bautizaron Pessulum, que significa pestillo en latín, y del que se dijo que era muy difícil de aclarar porque no se encontraron huellas ni rastros biológicos de otras personas en la residencia.

En su cuenta de Twitter, la Policía publicó el 2 de diciembre del año pasado un mensaje con la foto de la etiqueta en la cual se podía leer: Súper Bazar 1.80 euros. Pidió la ayuda a la ciudadanía para determinar dónde estaba localizado ese establecimiento comercial y la respuesta de la comunidad fue masiva; ya que rápidamente pudieron dar con este sitio, el cual era atendido por dos mujeres de origen chino.

Allí revisaron durante horas las imágenes de las cámaras de seguridad y pudieron dar con la persona que había comprado todos esos artículos. Después llegaron las labores de seguimiento en la zona que permitieron establecer algo aterrador; y es que todo el plan había sido ideado por una prima de la víctima y su esposo, pero que contó con la participación de nueve personas de Colombia, España y República Dominicana.

La recolección de testimonios hizo posible saber que un grupo de asaltantes llegó a la casa de Freddy porque sabían perfectamente a qué hora estaba allí y además que no contaría con compañía. El objetivo era obligarlo a abrir la caja fuerte que tenía en una de las habitaciones, en cuyo interior guardaba aproximadamente 40.000 euros, que son unos 198 millones de pesos al cambio actual.

Como la víctima no les quería decir cuál era la combinación para abrirla, fue sometida a toda clase de torturas hasta desmayarse, por lo que sus atacantes decidieron entonces arrancar la caja de seguridad y llevársela. Pero Freddy, con las últimas fuerzas que tuvo se acercó a la puerta y puso el cerrojo, tal vez en un acto reflejo con el que buscaba ponerse a salvo. Sin embargo, apenas unos instantes después de la brutal golpiza se desplomó y murió por un ataque cardiaco.

Nada se supo de él durante varios días y por eso su hijo, al no poderlo contactar decidió llamar a la Policía Nacional, la cual destinó un grupo de agentes para que se acercara al domicilio; aunque debieron valerse de un cerrajero para poder abrir la puerta. Después de armar este complejo rompecabezas con todas las pruebas que parecían sacadas de una película, un juez decidió enviar a prisión a los nueve involucrados, siete hombres y dos mujeres, quienes jamás se imaginaron que una pequeña etiqueta con un precio y la colaboración ciudadana en Twitter los terminara poniendo tras las rejas.