POLÍTICA

Uribismo, maltrecho tras elección de contralor

El partido de gobierno pierde el control del Capitolio y queda dividido entre ‘duquismo’ y ‘uribismo’. Uribe se declaró impedido para votar. Heridas tras la derrota de José Félix Lafaurie.

20 de agosto de 2018
Uribe se declaró impedido y se apartó de la votación. Fotos: Diana Rey | Foto: Leonardo Vargas/PRENSA SENADO

Fracturado. Así quedó el partido de gobierno, el Centro Democrático, y apenas dos semanas después de la posesión del presidente Iván Duque. La división quedó en evidencia este lunes festivo 20 de agosto en el Salón Elíptico del capitolio Nacional, cuando el Congreso en pleno escogió a Carlos Felipe Córdoba como nuevo contralor general de la república.

Hasta último minuto, el uribismo se mantuvo firme con la candidatura de José Félix Lafaurie para este organismo de control, a pesar de que en la semana que precedió la elección la aspiración del presidente de Fedegán había sido calificada inviable por un grueso sector de la bancada del Centro Democrático, precisamente los que querían ahorrarle al partido una derrota pública que los pudiera dejar mal parados en el Congreso.

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En el minuto final, al momento de depositar el voto, Lafaurie ni siquiera obtuvo los 51 votos que entre senadores y representantes a la Cámara acumula el uribismo. Apenas contabilizó 12 votos. Todo un golpe fulminante a su aspiración y al liderazgo que su sector tenía al interior del partido.

Este lunes festivo, Lafaurie se jugó sus últimos cartuchos. Se había aferrado a que Álvaro Uribe disciplinara a la bancada del centro Democrático, y por lo menos llegar a pelear con el respaldo unánime del partido.

Antes de la elección, los congresistas uribistas, sin Uribe, se reunieron en la oficina de la presidencia del Senado, el despacho del sernador Ernesto Macías, para tratar de convencer a Lafaurie de que tuviera una salida digna y renunciara a su candidatura, como lo hizo Wilson Ruiz al que los conservadores, primero le confiaron sus votos, y luego le dieron la espalda.

Por el contrario, Lafaurie llegó a esa reunión acompañado por pesos pesados del partido, como el excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga. Según le confesaron unos parlamentarios del Centro Democrático a SEMANA, el presidente de Fedegán hasta amenazó con promover el retiro del carnet del partido a los senadores y representantes que no votaran por él.

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En consecuencia, la bancada del Centro Democrático se sometió a una nueva votación interna, y este lunes se consideraron tres opciones. ir hasta las últimas consecuencias con Lafaurie, subirse al tren de Carlos Felipe Córdoba, o dejar en libertad de voto a los parlamentarios. Aunque no se conoció la votación final, Lafaurie ganó esta elección interna.

Sin embargo, minutos más tarde llegaría la estocada a su candidatura.

Durante el momento de la votación, Uribe “se lavó las manos” y se declaró impedido para participar de la votación con el argumento de que varios de los candidatos habían sido sus subalternos durante los ochos años de su gobierno, incluido el ganador Carlos Felipe Córdoba.

Al momento del escrutinio, la fractura del uribismo quedó cantada. De los 49 votos del Centro Democrático habilitados (Uribe y María Fernanda Cabal, esposa de Lafaurie, que tramitó una licencia no remunerada), Lafaurie apenas obtuvo 12. Eso significa que 37 congresistas del partido de gobierno terminaron votando a favor de Córdoba, como lo habían promovido algunos antes de la votación.

Ese resultado fue interpretado en el Capitolio como la derrota del ala más radical del uribismo, la misma que se la había jugado con Lafaurie. En consecuencia, los parlamentarios de la llamada ala moderada, o del llamado ‘duquismo’, ganaron la partida. Al no renunciar, como muchos se lo habían recomendado, Lafaurie dejó fracturado al uribismo.

Por eso, la derrota del uribismo contrasta con la victoria de las bancadas del Partido Liberal, Cambio Radical y el Partido de la U, que tras conformar coalición para elegir a contralor general, pueden declararse independientes frente al gobierno Duque el próximo 7 de septiembre, fecha en la que vence el término -según el estatuto de la oposición- para definir la postura frente al Ejecutivo. Y lo peor para el gobierno, es que estos partidos notificaron quién es el que tiene las riendas de las mayorías en el Capitolio. “El partido de gobierno no tiene el control del Congreso”, le manifestó a SEMANA un parlamentario de la U.

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La oposición interpretó lo sucedido de otra forma. Para Alexander López, senador del Polo, lo que quedó en evidencia es que todos los partidos “enmermelados”, incluyendo al presidente Duque, se aliaron para elegir un “contralor de bolsillo” para “cubrir el desangre” de los recursos públicos. “Los mismos con las mismas, los enmermelados, volvieron a juntarse para elegir contralor general”.

Así termina el primer mes de la nueva legislatura, con una fractura evidente en las huestes del partido de gobierno. El Centro Democrático tendrá que mirar hacia adelante y garantizarle la gobernabilidad a Duque. Las cicatrices internas que dejó la elección de contralor se tendrán que sanar cuando regrese a la bancada María Fernanda Cabal, que sin duda llega con heridas abiertas y provocadas por su propio partido.