NACIÓN

Jóvenes víctimas de masacre en Buga estaban dentro de un jacuzzi

SEMANA conoció detalles de la investigación del crimen que dejó cuatro muertos y tres heridos. Al parecer se trataría de un secuestro.

24 de enero de 2021
Tres días se demoraron los miembros del CTI para recuperar los cuerpos del fondo de este pozo

En las últimas horas, un hecho violento conmocionó al departamento del Valle del Cauca, en donde en área rural de Buga fueron asesinadas cuatro personas y otras tres resultaron heridas.

Nueva masacre en el país. Cuatro jóvenes entre lo 18 y 20 años fueron asesinados en Buga | SemanaTV

SEMANA conoció detalles de los primeros informes que entregaron integrantes de la fuerza pública que atendieron el caso y allí, en el reporte preliminar, se puede leer que las víctimas estaban dentro de un jacuzzi.

Entre los fallecidos se encuentra un joven de 17 años y 3 de 18 años. También resultaron heridos un adulto mayor y dos jóvenes, uno de ellos menor de edad.

Las víctimas fueron identificadas como Sara García de 18 años, Valentina Arias de 17 años, Nicolás Suárez de 18 años y Juan Pablo Martín de 18 años.

El caso ocurrió en la finca San Jacobo, vereda Cerro Rico del municipio de Buga (Valle), a 40 minutos del casco urbano.

Hay que indicar que para el sitio se desplazan el comandante del Ejército y el director de la Policía para liderar las investigaciones por esta nueva masacre que sacude al país.

Frente a esta nueva masacre, la Policía del Valle aún no se ha pronunciado oficialmente. Aseguran que apenas se encuentran en las investigaciones primarias para tratar de determinar qué ocurrió en ese lugar y qué habría motivado el ataque. También indagan si el hecho fue cometido por un grupo organizado al margen de la ley.

Mientras ocurría esta masacre en Chambimbal, en Buenaventura puerto sobre el Pacífico vallecaucano que conecta con Buga los habitantes vivieron una nueva noche de enfrentamientos urbanos entre bandas delincuenciales que buscan a sangre y fuego el control de la ciudad.

Los enfrentamientos, relatan líderes sociales, son pan de cada día en los barrios Antonio Nariño y San Francisco. La gente escucha horrorizada cómo balas de fusil y de armas cortas se estrellan contra la fachada de sus viviendas. En el puerto hay una guerra de carteles al estilo de las golpeadas ciudades mexicanas de la que nadie habla.

La disputa armada es entre dos bandos de La Local que decidieron romper el juramento de paz que hicieron tres meses antes. La columna vertebral de esa estructura –que se maneja más bien como un gran cartel de droga– enfrenta a los Bustamante, también conocidos como La Empresa.

La guerra es fría y despiadada, dicen algunos líderes que prefieren omitir sus nombres. Aseguran que cada combate deja entre una y dos personas muertas; la Policía –denuncian– no interfiere y las calles de al menos tres comunas son gigantescos campos de batalla cuando el sol se esconde. El mismo alcalde de Buenaventura, Víctor Vidal, dice que lo que está ocurriendo en el principal puerto sobre el Pacífico colombiano es alarmante: “Aquí no estamos hablando de una delincuencia común o de los muchachos que hacen tiros al aire porque están borrachos. No, aquí estamos hablando de estructuras armadas que aspiran a controlar todo, incluso la delincuencia común”, asegura.

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