Dos días después del atentado en su contra con una granada,Pedro Rincón, alias Pedro Orejas,señaló como responsables a algunas familias de esmeralderos rivales.

CONFLICTO

Guerra de las esmeraldas: fuego verde

El atentado contra Pedro Orejas muestra que la guerra que se libra en silencio hace tres años, está que arde.

16 de noviembre de 2013

Pedro Nel Rincón, conocido en el mundo de las esmeraldas como Pedro Orejas, está vivo de milagro. En la noche del sábado 9 de octubre dos hombres le lanzaron una granada cuando se encontraba en las fiestas del campesino en Pauna (Boyacá). Cuatro personas murieron, entre ellas un niño de 8 meses, y seis más resultaron heridas tras la explosión, entre ellas Rincón y su hijo. 

El ataque a uno de los grandes protagonistas del negocio de las esmeraldas tuvo gran impacto nacional. Altos jerarcas de la Iglesia y las autoridades lo consideraron como el inicio de otra guerra verde, como la que libraron facciones de esmeralderos a mediados de los ochenta, que dejó entre 2.500 y 3.500 muertos en solo dos años. 

La realidad es que lo que ocurrió con Rincón no es el inicio de una nueva guerra sino el episodio más reciente y destacado de una que lleva cuatro años y supera el centenar de víctimas. Tan solo en los primeros diez meses de 2013 se registraron 25 homicidios, muchos de ellos en Bogotá, relacionados con ella. 

En enero pasado, tres sicarios asesinaron en Tunja a Víctor Ramírez, exdirector del CTI en Boyacá y abogado de Pedro Orejas. En mayo, en el noroccidente de la capital, fue asesinado Óscar Casas, abogado especialista en tema de tierras al servicio del fallecido zar de las esmeraldas Víctor Carranza . Un par de días después, en Quípama, Boyacá, un exdiputado también cercano a Carranza cayó víctima de las balas de asesinos. 

Y en junio, Pedro Ortegón, su hombre de confianza, fue asesinado en la Avenida Jiménez con carrera Séptima, en pleno centro de Bogotá. 

“Parecen muertes aisladas. Como son gota a gota no hacen mucho ruido pero en realidad la lista de muertos de esa guerra es larga. Y de gota en gota se ha ido llenando el vaso con muertos de esa guerra”, dijo a SEMANA un fiscal que investiga varios de esos homicidios. 

El inicio
Este conflicto se remonta a 2005, cuando en la zona esmeraldífera del occidente de Boyacá apareció un hombre llamado Yesid Nieto. El mundo de esas piedras históricamente siempre fue de clanes familiares tradicionales. Nieto, que llegó a la zona de la mano de Pedro Orejas y con una fortuna producto del narcotráfico, se declaró nuevo zar de las esmeraldas, en abierto desafío a Carranza.

Para enfrentarlo, Nieto le pidió al paramilitar Freddy Rendón, alias el Alemán apoyarlo con combatientes enviados a Boyacá. El objetivo de Rincón y Nieto era quedarse con toda la explotación minera, como lo intentó en su momento Gonzalo Rodríguez Gacha. Nieto sobrevivió a dos atentados en 2006 y finalmente fue asesinado en Guatemala en 2007. 

Por un par de años hubo una relativa calma. En gran parte, porque en 2008 Pedro Orejas terminó tras las rejas por el homicidio de un escolta de un excuñado y socio en Pauna, a quien a plena luz del día le propinó 12 tiros. A los pocos meses, una fiscal lo dejó en libertad en una polémica decisión. Más tarde, la funcionaria fue arrestada al comprobarse que recibió 150 millones de pesos de Orejas por ayudarle a archivar otro proceso, por desaparición forzada. 

Mientras Rincón estuvo preso, Carranza y sus socios, dueños de la mina Cunas, hicieron un pacto con el clan de Rincón y sus hermanos, dueños de la mina La Pita, para explotar en conjunto una veta que se encuentra entre las dos minas conocida como Consorcio. La paz no duró mucho. Rincón fue acusado de tratar de sacar provecho al explotar más allá de los límites establecidos. Carranza y sus socios optaron entonces por cerrar e impedir la exploración allí. La decisión del zar tuvo consecuencias que no se hicieron esperar. 

En julio de 2009 y marzo de 2010 Carranza fue objeto de dos cinematográficos atentados en Meta, con cohetes, granadas y fusiles. Como responsable de esos ataques fue señalado Pedro Orejas, quien habría realizado una alianza con los paramilitares de alias Cuchillo y el narcotraficante Daniel ‘el Loco’ Barrera, para sacar del camino a Carranza. Paras y narcos ya han declarado en diferentes procesos sobre sus presuntas alianzas con Orejas sin que hasta ahora la Justicia haya tomado alguna decisión. 

La tormenta perfecta
Durante 2011 y 2012 los jefes esmeralderos, acompañados por la Iglesia Católica, hicieron varias reuniones para ratificar los acuerdos de paz que terminaron con la primera guerra verde hace más de 20 años. Sin embargo, mientras en la mesa se hablaba de paz, los muertos han seguido cayendo en Boyacá, Meta y Bogotá. 

Para octubre del año pasado Carranza estaba debilitado y al borde de la muerte, producto de un cáncer terminal. Hernando Sánchez, su socio principal, se vislumbraba como la cabeza visible y el líder de una facción de esmeralderos. Ese mes, Sánchez recibió 11 disparos en la Zona Rosa de Bogotá y sobrevivió milagrosamente. Las investigaciones señalaron a Pedro Orejas como el principal sospechoso. 

Seis meses después, en abril de este año, Carranza murió. El viejo zar dejó grabaciones de muchas de sus reuniones con amigos y enemigos, a las que tuvo acceso SEMANA, que revelan cómo se mueven las fichas del ajedrez en el oscuro mundo de las esmeraldas. 

En una de esas conversaciones Diosdé González, socio y cuñado de Pedro Orejas, le confesó a Carranza que Pedro y sus hermanos habían llevado a los narcos y los paras a la zona esmeraldífera. También que ellos habían estado tras los atentados en su contra. Esos audios muestran la habilidad de Orejas para forjar alianzas con todo tipo de delincuentes y dejan en evidencia su ambición para quedar como amo y señor absoluto. 

Sin el poderoso zar en el camino y con su principal socio convaleciente, Pedro Orejas se autoproclamó automáticamente nuevo capo del mundo de las esmeraldas. “Pedro (Orejas) tiene claro que el viejo (Carranza) ya no está y sabe que ninguno de los herederos y socios tiene el peso para pelear con él. Pero también tiene claro que para quedarse con todo tiene que salir por las buenas o por las malas de los testaferros, abogados y socios menores que hacen parte de la organización del viejo. Eso explica por qué aún después de muerto Carranza siguen asesinando a su gente”, explicó a SEMANA un socio de Orejas. 

Media docena de fuentes de los diversos bandos del mundo de las esmeraldas consultadas por SEMANA, que por razones obvias pidieron el anonimato, así como miembros de la Fiscalía y de agencias de inteligencia nacionales y extranjeras, coinciden en que Orejas ha realizado una serie de nuevas alianzas para lograr llegar a la cumbre y tratar de mantenerse a sangre y fuego. Uno de los principales aliados con los que contaría es un hombre de apellido Pachón, conocido en el bajo mundo con el alias de Puntilla. 

Es nada más y nada menos que el heredero del imperio mafioso del Loco Barrera (ver recuadro). “Puntilla le garantiza alianza con bacrim en gran parte de los Llanos Orientales, oficinas de sicarios en Bogotá y tratos y respaldo militar con los Urabeños y negocios con Megateo. Es la tormenta perfecta”, explicó un integrante de una agencia antidrogas extranjera. 

Aunque forjar ese tipo de alianzas posiblemente haya sido la razón del ascenso de Orejas al trono de zar de las esmeraldas, en el mundo del crimen organizado es común que quienes un día son los amigos al día siguiente sean los enemigos. De hecho SEMANA conoció que una de las hipótesis que investigan las autoridades sobre los responsables del atentado contra Orejas tendría que ver con un problema con droga. 

“Una de las múltiples informaciones que han llegado señala que Rincón habría ‘tumbado’ a uno de sus socios urabeños en un envío y que el ataque es una retaliación por eso. Pero es un dato preliminar que se está explorando”, contó un investigador de la Fiscalía. 

En entrevistas tras su atentado, Rincón ha señalado a quienes, según él, podrían ser los responsables. “Yo creo que la familia Carranza no tiene ningún problema en esta situación, hay otras familias que son las que están detrás de nosotros, bregarnos a quitar del camino. Tengo una retaliación con la familia Murcia y hay una con la familia Cañón que son los que están a la pata mía”, afirmó, al referirse a dos de los clanes tradicionales de las esmeraldas. 

“La familia Molina fue la que, según creo, rompió ese pacto de paz, porque Edwin Molina dijo que no quería saber nada de nosotros. ¿Y entonces qué es lo que quieren? Dice supuestamente que son esmeralderos, pero no sé por qué ellos se la pasan con narcotraficantes también haciendo cosas, maldades”, dijo. Esa posibilidad de que hayan sido clanes rivales los responsables es otra de las líneas investigativas que adelantan las autoridades. 

Con este escenario y la historia de los enfrentamientos, las autoridades y la Iglesia temen que este atentado sea un punto de no retorno y desate una guerra abierta entre las familias involucradas en el millonario negocio de las esmeraldas. Falta ver si el gobierno nacional, que hasta ahora ha hecho la vista gorda a la violencia y los oscuros manejos que rodean el negocio de las esmeraldas, puede evitarlo.

El temible Puntilla
Este es el hombre que terminó heredando el imperio criminal del Loco Barrera.

El hombre a quien esmeralderos y agencias de seguridad señalan de ser un aliado de Pedro Orejas es un completo desconocido para la mayoría de los colombianos. Se trata de Puntilla Pachón. Un alias que no es extraño en el mundo de la mafia y en gran parte del llano. Con poco más de 40 años de edad arrancó como uno de los palafreneros del cartel de Medellín. Luego se vinculó con diferentes grupos mafiosos y a mediados de la década pasada se instaló en el Meta, donde entró a formar parte de la organización del Loco Barrera. 

Con cuatro hijas que viven en Boston, Estados Unidos, y visa norteamericana vigente, siempre ha manejado la fachada de ser ganadero. Durante años estuvo junto a Barrera, coordinando algunas de las rutas de cocaína hacia Venezuela y, también, a los jefes de sicarios. Desde la captura, en 2012, y posterior extradición del Loco en 2013, el capo dejó al mando de muchos de sus negocios a uno de sus hombres de confianza, Antonio Angulo, alias el Pollo. En agosto pasado Puntilla decidió asesinar al Pollo y a otros hombres leales a Barrera para quedarse con la organización. 

Puntilla, que se mueve entre Villavicencio, Bucaramanga y Venezuela, forjó una alianza con alias Megateo, el jefe de una disidencia del EPL en el Catatumbo, a quien le compra la droga. Por esa vía también se asoció con Mario Bross, un hombre de la organización de los Urabeños, grupo que llevó al Meta. Gracias a esa alianza, se consolidó una ruta de salida de droga que va desde el oriente, Meta y Vichada, hasta Buenaventura y Chocó, en donde mandan los Urabeños. 

Según las autoridades, Puntilla maneja una oficina de cobro sicarial con base en Bogotá, a cargo de un exteniente conocido con el alias de Cejas. Él y su grupo serían responsables de medio centenar de homicidios en Meta y Bogotá, así como de extorsiones y secuestros en los llanos. Hace dos semanas uno de sus hombres clave, Heber Acevedo, alias Llingas, fue arrestado por el Gaula en Bogotá justo cuando iba a cometer un homicidio. 

Fue el primer golpe a la gente de Puntilla, que ya está en la mira de las autoridades nacionales y las agencias antidrogas extranjeras. Toda esa estructura de este hombre considerado el nuevo Loco Barrera está al servicio de Pedro Orejas, según las autoridades. 

LAS GRABACIONES SECRETAS DE CARRANZA

Meses antes de morir, el zar de las esmeraldas Víctor Carranza grabó reuniones con amigos y enemigos. SEMANA obtuvo varias horas de esos audios que revelan aterradores detalles de la nueva ‘guerra verde’, la relación entre esmeralderos y paramilitarismo y secretos que dejan mal parados a algunos de los patrones de las esmeraldas.

Durante varios años los patrones y habitantes de la zona esmeraldera de Boyacá se preguntaron por qué el zar Víctor Carranza nunca quiso resolver sus diferencias con Pedro Rincón y otros líderes a plomo, tal y como hubiera ocurrido dos décadas atrás en la famosa guerra verde, que dejó miles de muertos. Además de tener un ejército de hombres a su disposición, Carranza recibió ofertas de otros para para ponerles fin a la vida de quienes se había osado a atentar contra la suya.

Pero Carranza se opuso, tal y como se lo dijo varias veces a SEMANA. Se oponía a cualquier acción violenta, así tuviera claro quiénes y cómo habían actuado en su contra. Por el contrario buscó que quienes habían llevado a los grupos paramilitares a la región y habían creado una nueva violencia debían ser denunciados ante la Justicia para que los condenara, la misma que curiosamente le permitió al zar morir sin ser condenado por un solo delito. Claro que Carranza tampoco se quedó quieto, esperando las balas enemigas.

No se sabe si para recabar información para protegerse o como eventuales pruebas ante la Justicia, uno de los hombres más ricos y poderosos de Colombia dedicó a grabar muchas de las reuniones que sostuvo con otros esmeralderos, especialmente en los últimos meses. Algunas corresponden a encuentros cerrados entre los ‘patrones’ y promovidos por la Iglesia con el fin de  ponerle fin a la violencia que se desató en zona desde 2001. 

También grabó otros encuentros con quienes ahora consideraba sus enemigos, como Diosdé González, una de las cabezas visible del llamado clan de los Rincón, el grupo rival de Carranza y al que se les sindica, junto a otros esmeralderos, de haberse aliado con los paramilitares de Carlos Castaño y Freddy Rendón, alias el Alemán. 

El Zar también grabó a otras personas que acudieron a informarle sobre acciones en su contra. SEMANA obtuvo varias horas de esas grabaciones así como declaraciones de antiguos miembros de los paramilitares o documentos que estaban en poder de Carranza y que hoy permiten esclarecer el peligroso matrimonio entre esmeraldas y paras que dejó una estela muerte y violencia en el occidente de Boyacá. Un encuentro tan peligroso como el que ocurrió en los años 80 con el narcotráfico.

Según testimonios como el Alemán, Julio César Sierra Gómez, alias Ruso, y las mismas grabaciones desconocidas hasta hoy, esta nueva guerra de baja intensidad, que ha dejado centenas de muertos, comenzó a mediados del año 2000 cuando llegó a la zona Yesid Nieto, un desconocido hombre de negocios que se empezó a vender ante los medios y los pueblos de Boyacá como representante de una nueva estirpe de esmeralderos, limpia, pacífica y moderna. 

Para esa época, Víctor Carranza se encontraba preso en la sede del DAS en Aquimindia, entre Suba y Cota, respondiendo ante la Justicia por los cargos de conformación de grupos paramilitares y asesinato. Con el tiempo se sabría que Yesid Nieto no era más que un paramilitar y un narcotraficante, miembro de las Autodofensas Unidas de Colombia (AUC). 

En Boyacá, según el comandante Ruso, Yesid Nieto era el miembro principal de ese grupo, y era quien sostenía a las tropas y coordinaba operaciones con miembros de la fuerza pública. El grupo AUC Bloque Héroes de Boyacá–Urabá, de unos 210 hombres, se armó con hombres que llegaron de la escuela paramilitar de El Roble en Urabá y con escoltas “que nos dieron los esmeralderos que tenían problemas con la Ley”. Para el reentrenamiento se crearon dos escuelas en la zona: una en el Cerro La Nevera, en Mopora y la otra en Tunungua.

Este grupo empezó a matar personas de forma selectiva a mediados de 2001 pero con mayor fuerza en 2002. Por ejemplo marcaron en Otanche, Borbur y Maripí las paredes de la casas con el nombre del bloque a su llegada, desplazaron personas, se apropiaron de predios; y comenzaron una limpieza social de guerrilleros, ladrones y delincuentes, bajo la coordinación de otros comandantes como Sanzón y Santiago. 

Esta limpieza llegó incluso a Chiquinquirá o Ubaté. Según los testimonios de El Alemán y otros comandantes, Pedro Rincón y varios de sus hermanos habrían llevado a Yesid Nieto a la región, se asociaron en varias minas, como La Pita, y se habría convertido en aliado de los paramilitares. También aparecieron cultivos de coca y laboratorios para procesarla, algo que no se había visto ni en los tiempos de Gonzalo Rodríguez El Mexicano.

Cuando Carranza salió de la cárcel se encontró con que este grupo había minado su poderío, las comunidades se quejaban de las muertes y abusos, y una parte lo relacionaban con él, algo que negó siempre. Las diferencias comenzaron cuando, según el mismo Carranza, invitaron a una reunión de líderes políticos, cívicos y empresarios de las esmeraldas. 

Al llegar estaba al frente de la reunión Yesid Nieto, el Alemán y Don Berna. Nieto explicó que este grupo había llegado para prestarle protección a la zona y que habían decidido que él debía pagar la mitad de la manutención de la tropa. Esto desató la ira de Carranza: “Yo no sé usted quien es ni para dónde va, no sea abusivo, que sobre mi plata mandó yo… además acá no hay guerrilla y no los necesitamos” (Ver “Yo no traje los paramilitares”). 

Este hecho y la distancia de los patrones tradicionales con el nuevo grupo crearon una tensión que se complicó cuando Yesid Nieto convocó a una reunión a varios esmeralderos, entre ellos a los hermanos Pedro, Omar y Gilberto Rincón, Diodé González, en la que les propuso matar a Carranza. Las versiones sobre si hubo o no acuerdo son divididas, pero es claro que hubo acciones sicariales en contra del Zar. 
 
Según le confesó Diosdé González a Carranza, él mismo le pidió a su cuñado, Pedro Rincón, sacar a sus paramilitares del Zulia (donde están sus propiedades) y así resolver la inevitable guerra contra Carranza, él mismo en compañía de Pedro Orejas, fueron hasta el Urabá a pedirle al Alemán que retirara  a sus hombres del occidente de Boyacá (oír: “Vamos donde el Alemán y que nos saque los paracos”). 

El Alemán aceptó, según confesaría años después en declaraciones de Justicia y Paz, porque era claro que había un enfrentamiento entre esmeralderos del que no querían ser parte.

Pese a la salida del bloque paramilitar, hombres armados siguieron en la zona. El ambiente se caldeó aún en 2006 cuando Yesid Nieto logró sobrevivir de milagro a una espectacular balacera, de más de 5 minutos. La orden, se sabría después, la había dado Daniel el Loco Barrera y para la ‘vuelta’ se habrían prestado varios esmeralderos. Esa sería la otra chispa que terminó por desatar la nueva guerra, pues su propio cuñado, Maximiliano Cañón, miembro de otra tradicional familia de esmeralderos, se enfrentó a Pedro Orejas por Nieto, quien finalmente fue asesinado en 2007 en Guatemala.

Con las AUC fuera de la zona esmeraldera y Yesid Nieto muerto, se armó una nueva alianza de algunos esmeralderos con paramilitares del Llano, como el Loco Barrera, Pedro Oliverio Guerrero alias "Cuchillo" y su hermano, care cuchillo, para tomarse el negocio de las esmeraldas. El único escollo seguía siendo Víctor Carranza. Esto explica, en gran parte, los atentados que sufrió en su contra en el Meta en Julio de 2009, entre Puerto López y Puerto Gaitán, y otro el 29 de marzo de 2010 cerca a Villavicencio.

A pesar de que hoy hay más de 100 asesinatos denunciados por los mismos paras ante los fiscales de Justicia, víctimas de la avanzada del Bloque Héroes de Boyacá, que hubo cientos de desplazados, que los mismos comandantes han denunciado a varios esmeralderos como sus patrocinadores, como los hermanos Rincón, Horacio Triana o Diosdé González, sin contar muchos otros crímenes y delitos, nada pasa. 

La Justicia ha actuado tan lento, que el mismo Julio César Sierra, quien fuera comandante militar de los paramilitares en Boyacá, le envió hace dos semanas una carta al fiscal General, Eduardo Montealegre, pidiéndole que lo escuchen como autor intelectual o testigo de los crímenes ordenados por Pedro Rincón, Ómar Rincón, Gustavo Rincón, Gilberto Rincón y muchos más… por orden de Pedro Orejas di de baja al Loco Peroles en Pauna, participé en la muerte de Álvaro Coca y en el secuestro del sacerdote de Pauna y muchos. 

Solicitó de antemano mi seguridad, ya que he recibido amenazas de Pedro Orejas, ya que pasan de 100 los homicidios en la región y tengo cómo demostrarlo. Tengo fosas en la región y no he ido a entregar porque recibí amenazas de los hermanos Rincón”.

El mismo Alemán declaró que Horacio Triana, en representación de Carranza, los hermanos Rincón y otros esmeralderos los llamaron para prestar seguridad, y otros paras, como Martillo, han declarado asesinatos, como la muerte de Sanzón, quien fue descuartizado por orden de Pedro Orejas. Por este crimen el nuevo zar estuvo preso, pero en un proceso relámpago fue exonerado. La Corte Suprema acaba de condenar a la jueza porque manipuló el expediente y porque recibió 150 millones de pesos.  

Frente a todas las denuncias en su contra, Pedro Rincón ha dicho que no tiene ninguna relación con los paramilitares y que el único responsable de haber llevado a ese grupo es Yesid Nieto.

Así ha pasado con las confesiones de otros paras, sin embargo, el capítulo ‘para’ de Boyacá no avanza. Hoy no hay ningún sindicado y la Justicia sigue sin llegar a esta región del país, tal y como pasó durante los 40 años de reinado de Víctor Carranza. Lo preocupante es que, sin el zar de por medio, la guerra está a punto de explotar, sin que el gobierno haga nada para impedirla.