Fernando Merchán estaba de turno en el edificio donde fue asesinada Yuliana Samboní. El viernes pasado, el celador de 58 años de edad, se suicidó en su casa, en el sur de Bogotá. | Foto: El Espectador

JUDICIAL

La misteriosa muerte del celador del edificio de Rafael Uribe

El vigilante del edificio Equus 66, donde apareció el cuerpo de la niña Yuliana Samboní, se cortó las venas. ¿Sabía demasiado o tenía algo que ocultar?

10 de diciembre de 2016

Un giro inesperado y aún más trágico tomó a última hora el caso del asesinato de la niña Yuliana Samboní. En la mañana del viernes apareció muerto Fernando Merchán Murillo, uno de los vigilantes que prestaba seguridad en el edificio del arquitecto Rafael Uribe Noguera, acusado de asesinar a la menor.

En video: "Jamás defendería a Rafael Uribe Noguera". 

Su hija, de 22 años, encontró el cadáver del hombre de 58 años, e informó a la Policía que Merchán aparentemente se suicidó y habría dejado una carta. La joven vivía con su padre en un apartamento en el sur de Bogotá. El vigilante estaba semidesnudo en la tina de uno de los baños. A su lado había un cuchillo con el que presuntamente se cortó las venas.

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El lunes de la semana pasada, luego de que la Policía encontró el cuerpo de Yuliana en el apartamento de Rafael Uribe, la administración del edificio había decidido relevar a todo el cuerpo de vigilantes, incluido Merchán. El hombre les dijo a algunos conocidos y amigos que desde el día del asesinato de la menor se sentía presionado, señalado y estigmatizado, pero no ahondaba en el tema. Si bien los primeros análisis de la escena del apartamento del vigilante señalan que efectivamente se pudo tratar de un suicidio, la realidad es que las autoridades no descartan ninguna hipótesis, incluida el asesinato.

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La carta que Merchán escribió deja más dudas que respuestas sobre la razón que lo llevó a tomar esa decisión extrema, y aumenta el manto de misterio que cubre el caso de Yuliana. En una hoja y con una caligrafía básica, el vigilante les dirigió la misiva a sus hijas y comienza por pedirles disculpas a ellas y a sus demás familiares y amigos. “Hijitas, perdón por dañarles la Navidad a todos”, contaron a SEMANA allegados que vieron la carta.

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En una de las partes más enigmáticas del contenido, el vigilante afirma que: “No quiero volver a la cárcel”. Un par de líneas después se despide diciendo “Un besote”, y debajo de esto escribió “Soy inocente, Dios. Sabe”.

La muerte de Merchán abre un nuevo frente en la investigación que se adelantaba para aclarar y determinar todos los responsables o partícipes del homicidio de Yuliana. El vigilante sin duda era un testigo de excepción.

Fue él quien registró en los libros del edificio el ingreso de Rafael Uribe con su camioneta a las 9:55 de la mañana. Merchán también relató y dejó constancia en la bitácora que alrededor de las 3:40 de la tarde los hermanos Francisco y Catalina Uribe ingresaron al edificio buscando a Rafael, y que, en especial Catalina, entró en medio de una gran angustia. Luego los vio salir después de las seis de la tarde.

En la carta el celador nunca hace una referencia directa ni a la pequeña Yuliana, ni al arquitecto Rafael, sus hermanos o algo relacionado con el homicidio de la niña. No obstante varias cosas llaman la atención. La primera de ellas es su temor de regresar a prisión, lo que evidentemente quiere decir que en algún momento de su vida estuvo privado de la libertad.

Ese sentimiento de miedo revela también que el hombre posiblemente era consciente de que pudo cometer o participar recientemente en algún acto que lo podría enviar de nuevo tras las rejas. No es claro si tiene que ver con el caso de la menor, pero es extremadamente llamativo que haya tomado la decisión justo cinco días después del asesinato de Yuliana y cuando el país entero no habla de otro tema.

La insistencia en manifestar por escrito que es “inocente” evidenciaría que temía ser inculpado con alguna acción criminal, como el asesinato de la menor. De igual forma sería una manera de dejar una constancia en el sentido de que él no tuvo que ver con el homicidio. Lo cierto del caso es que el hecho de quitarse la vida, a los pocos días de la macabra muerte de la niña, mostraría que Merchán pudo hacer o participar en algo que le generó un cargo de conciencia tan grande que lo llevo a tomar la decisión más extrema posible. Las autoridades ahora tendrán que resolver otro misterio.