NACIÓN
Villarrica: El pueblo de la grieta
Los habitantes de este pueblo del Tolima se ríen del escándalo. Llevan 20 años lidiando con la supuesta falla geológica.
Aunque los habitantes de Villarrica crean que a su pueblo no le va a pasar nada y hasta se rían de las noticias recientes, la verdad es que la situación de este municipio del Tolima es para llorar.
“El deslizamiento es una mentira, no nos estamos hundiendo”, dice un concejal cuando habla de las últimas noticias que han puesto a este pueblo en boca de la opinión pública por una aparente falla geológica que lo está consumiendo de a poco.
Pero la realidad parece desmentir su optimismo. El día que SEMANA llegó a Villarrica casi sucede una tragedia. El techo de un salón del colegio se vino abajo en plena jornada escolar. Por fortuna, solo dos estudiantes sufrieron lesiones leves porque en ese momento los alumnos se encontraban en la hora de descanso. “Lo mismo les va a pasar a todos los salones que están aquí”, dijo Alejandro Moreno de la Defensa Civil, mientras señalaba las aulas contiguas.
Aunque no haya información actualizada de lo que sucede en Villarrica, los estragos de este fenómeno se ven en otros lugares importantes del pueblo como el Hospital La Milagrosa. Hay grietas en todas las salas, algunas habitaciones las han cerrado porque se ha caído el techo y el cuarto donde duerme el médico de turno fue clausurado.
Marta Calvache, directora del Servicio Geológico Colombiano, visitó Villarrica y concluyó que es necesario un estudio. “No podemos hablar de una falla geológica porque ni siquiera sabemos a ciencia cierta qué está pasando. El estudio que tiene la Alcaldía, que es de 1993, dice que la zona de Villarrica pasaba por un proceso de reptación, eso sucede cuando una masa inestable de tierra empieza a moverse muy lentamente”.
Lo que no se puede negar es que la totalidad de las calles del casco urbano están agrietadas, hundidas o sin pavimentar. La carretera que lleva al municipio está igual y el viaje desde Cunday, el pueblo más cercano, a 23 kilómetros de distancia, dura varias horas. El casco urbano tiene 624 casas afectadas y 245 que deben ser evacuadas. Hay además varios casos de familias que viven en lugares en alto riesgo de colapso porque no tienen a dónde ir.
Ese es el caso de Mariano Méndez, un ebanista que vive y trabaja en una casa llena de escombros, y que se sostiene con palos de guadua que él puso para que el techo no se caiga. Méndez perdió todo en 1999 cuando las Farc le incendiaron su taller. Caminar por su casa es difícil porque las montañas de escombros no dejan pasar y porque solo tiene luz en su taller, así que siempre lleva un bombillo conectado a un cable que arrastra por toda la vivienda.
Foto: Pablo Andrés Monsalve
A pesar de que la gente de este pueblo se haya acostumbrado a que se hundan las casas, el proceso geológico es delicado y agrava otros problemas. Según Aurora Rodríguez, alcaldesa de Villarrica, el alcantarillado está colapsado en un 90 %. Cuando llueve, las calles empinadas del pueblo se convierten en ríos que arrasan con todo. Además, las casas se inundan porque el agua se filtra entre las grietas de pisos y paredes.
La Gobernación del Tolima poca atención les presta. La alcaldesa aseguró que es la primera vez en tres años que los visitan y esto sucedió luego de que la Defensoría del Pueblo interpusiera una tutela contra la Gobernación y contra el Ministerio del Interior, en la que solicita la protección del derecho de los habitantes de Villarrica a la vida y a una vivienda digna.
Pero mientras las entrañas de la tierra se siguen moviendo con lentitud, los habitantes de Villarrica siguen sus rutinas diarias. Al fin y al cabo, desde hace 20 años han escuchado que una falla geológica va a sepultar al pueblo y dicen que no ha pasado nada.