ENTREVISTA
“Ojalá más políticos salieran del clóset”
Virgilio Barco Isakson fundó hace diez años Colombia Diversa, una organización bandera de la defensa de la comunidad LGBTI.
SEMANA: Cuando fundó Colombia Diversa, usted dijo que las personas Lgbti en el país son “ciudadanos de segunda categoría”. ¿Todavía piensa así?
Virgilio Barco Isakson: Sí. No tenemos los mismos derechos. Para casarnos nos ponen mil obstáculos, y como los notarios no nos casan, tenemos que buscar jueces favorables. Sigue habiendo discriminación en la vida cotidiana, en el trabajo y en el colegio, y las consecuencias son terribles: tal es el caso de Sergio Urrego, el bachiller que se suicidó. Además, aquí el Estado no se preocupa por esta población e, incluso, la persigue. El procurador pone tutelas, se opone individualmente a los matrimonios y, como si fuera poco, levanta una base de datos de quienes se quieren casar, violando la ley de habeas data y el derecho a la intimidad. ¿Qué tal? Eso es ser un ciudadano de segunda categoría.
SEMANA: ¿Podría rescatar algunos hechos positivos?
V .B .I.: Claro que ha habido avances. Y en los últimos diez años han sido increíbles: pasamos de estar en el clóset a exigir nuestros derechos. Además, la sociedad ha mostrado una gran apertura al tema.
SEMANA: Sea más concreto. ¿Cuáles son los cinco hitos Lgbti en la última década?
V .B .I.: Se los voy a decir uno por uno. Primero, las parejas del mismo sexo hoy son reconocidas como uniones maritales de hecho. Segundo, son reconocidas como una familia y se ha permitido la adopción en casos como el de las mamás de Medellín. Tercero, los gobiernos han iniciado políticas públicas favorables. En Bogotá, por ejemplo, se creó un centro comunitario Lgbti. Cuarto, hay un debate para eliminar la discriminación por orientación sexual e identidad de género en las escuelas. Quinto, la opinión pública y los medios, sin discusión, se han convertido en nuestros mejores aliados. Han cambiado su visión sobre las personas Lgbti y hoy ya logran transmitir imaginarios positivos.
SEMANA: Considerando que usted lanzó su organización con algunos de esos objetivos, esas son muy buenas noticias.
V .B .I.: Diría que estamos en un 50 por ciento. Los avances en derechos de pareja contrastan con la falta de protección del individuo. Los funcionarios públicos tienen que entender que su función es proteger a esta población, no perseguirla, ni abusar de ella.
SEMANA: ¿Qué aspectos de la vida Lgbti ven los colombianos hoy con buenos ojos?
V .B .I.: Pocos. En las ciudades nos toleran, aunque los jóvenes Lgbti sufren mucho por el matoneo. Y en los pueblos y el campo, la persecución es abierta.
SEMANA: Según la Encuesta Mundial de Valores, los colombianos no quieren tener de vecino a un desmovilizado, un drogadicto o un homosexual. ¿Qué dice esto de la sociedad?
V .B .I.: Que somos intolerantes. Ojalá pudiéramos vivir en paz y dejar que los demás vivan en paz.
SEMANA: ¿De dónde vienen los prejuicios?
V .B .I.: Son resultado de la ignorancia. Cualquier persona que conozca a una persona gay inevitablemente suaviza su percepción. En el campo hay menos oportunidades de conocer a alguien abiertamente gay y por ende hay más prejuicio. Además, este es un tema generacional. A la gente joven hoy no le importa la orientación sexual de sus compañeros.
SEMANA: Usted ha dicho que el 10 por ciento de toda sociedad es gay. ¿De dónde sale la cifra?
V .B .I.: Es el resultado de estudios estadísticos anónimos a gran escala. Y está demostrado que esa proporción se mantiene en todas las sociedades, también en la colombiana, ya que la orientación sexual es de origen genético, no cultural.
SEMANA: De ese 10 por ciento, ¿en Colombia cuántos han salido del clóset?
V .B .I.: No sé, pero seguro son pocos. Desafortunadamente la mayoría teme hacerlo. Los matonean en el colegio, los despiden del trabajo, la Policía abusa de ellos o los grupos ilegales los persiguen. No tiene nada raro que no salgan del clóset. Pero el que pueda debería hacerlo.
SEMANA: ¿Puede hablar de su historia personal?
V .B .I.: Yo nací gay. Me demoré hasta los 30 años para salir del clóset… por temor. Y cuando lo hice, mi vida cambió porque me quité un gran peso de encima. Poco después conocí a mi pareja, con la cual llevo casi 15 años, y he sido feliz.
SEMANA: ¿Cómo decidió fundar Colombia Diversa?
V .B .I.: Con mi pareja viví unos años en el exterior, pero en cierto momento decidimos volver a Colombia y reunir a un grupo de personas para fundar la organización.
SEMANA: ¿Cómo es la vida de un activista Lgbti en Colombia?
V .B .I.: El activismo en Colombia no tiene los recursos y las posibilidades de hacer algo contra la intolerancia. El cambio en las leyes ha tenido un impacto en los imaginarios y ha dado legitimidad. Pero desde el activismo sabemos que este es un proceso cultural lento. Las nuevas generaciones son bastante más tolerantes, pero la sociedad colombiana sigue siendo muy goda.
SEMANA: ¿Ha logrado trabajar con los políticos?
V .B .I.: Los políticos, salvo contadas excepciones, nos han defraudado. El Congreso ha sido incapaz de legislar sobre temas como las uniones maritales y el matrimonio. Es más, algunos de los debates más vergonzosos acerca de este tema han ocurrido allá.
SEMANA: Cada vez más figuras nacionales e internacionales revelan su orientación sexual. ¿Surte eso algún efecto para el colombiano promedio?
V .B .I.: Es lo mejor que puede pasar. Que alguien como Ricky Martin salga del clóset manda una señal potente a la sociedad, pues les está diciendo a los jóvenes Lgbti que no están solos en el mundo.
SEMANA: ¿Y los políticos? ¿Tendría un político homosexual el deber de salir del clóset por la posibilidad que tiene de sentar ejemplos y transformar?
V .B .I.: Claro que sí. El país, especialmente la gente joven, necesita este tipo de ejemplo por seguir. Ojalá más políticos salieran del clóset.
SEMANA: ¿Puede imaginar a un alto funcionario o un presidente gay en Colombia?
V .B .I.: Claro que sí. No me sorprendería para nada.