MIGRACIÓN
Alerta por xenofobia en contra de los venezolanos en Colombia
Las acciones van desde negarse a rentarles vivienda hasta lanzarles bombas molotov o amenazarlos de muerte. Los casos no son aislados y las autoridades adelantan campañas para evitar que gestos de rechazo estallen en violencia.
Hace unos días un audio empezó a circular en Subachoque, Cundinamarca. Se trataba de una voz robótica que le decía a los venezolanos que residen en el pueblo: “Este es un ultimátum para los venezolanos. Tienen dos semanas para retirarse (…) Daremos muerte a cada uno de los que se encuentren en Subachoque, trabajen o no, roben o no. No los queremos más, fuera de aquí”. El mensaje se produjo después de que un hombre venezolano asesinó a su pareja por infidelidad y luego se suicidó.
Este mensaje xenófobo no ha sido el único en el territorio nacional. Un estudio de El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) sobre lo que hablan los colombianos en redes sociales con respecto a los venezolanos encontró que en muchas ocasiones son mensajes de odio, rechazo y temor hacia los extranjeros. En un estudio en el que se analizaron más de 14.000 conceptos, Acnur encontró que en las conversaciones se generalizan e invisibiliza el drama que vive el pueblo venezolano que llega al país. Además, la investigación reveló que un porcentaje importante de los colombianos asocia la llegada de extranjeros con el aumento en el desempleo, la criminalidad, la prostitución y la venta de estupefacientes.
Desde finales de 2017 y en lo que va de corrido del año en Cúcuta y en Arauca, donde hay un gran número de venezolanos, han circulado panfletos que amenazan con quitarle la vida a los venezolanos que estén delinquiendo. Los grupos que estarían detrás de este plan serían el ELN, el Grupo de Limpieza Social Araucano y la banda criminal Los Urabeños. Si bien no se ha podido verificar la veracidad de los hechos, ya es bastante grave que alguien se tome el trabajo de hacer un cartel para promover el miedo. La Policía y la Fiscalía están averiguando quiénes están detrás de estos hechos, pero no han tenido éxito.
Más grave que lo anterior, es que las amenazas no se han quedado en palabras. En Cúcuta el pasado 23 de enero hubo un ataque con bombas molotov contra un grupo de venezolanos que ocupaban el Coliseo del barrio Sevilla en el norte de esa ciudad. Aunque los artefactos no hirieron a nadie, este hecho ya deja ver brotes de xenofobia que hay en esa ciudad. Ese mismo lunes también hubo una marcha masiva de cucuteños que se quejaban de la llegada masiva de los venezolanos.
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Entendida la xenofobia como el odio, el recelo, la hostilidad y el rechazo hacia los extranjeros, es evidente que hay expresiones con menor intensidad que ya se volvieron comunes y que van desde las agresiones que reciben cada día los vendedores informales hasta la negación a rentarles un inmueble o emplearlos por ser venezolanos. A este contexto se le suma también el cubrimiento de los medios que en algunas ocasiones genera temor e incertidumbre, el vínculo que se hace con criminalidad y nacionalidad, y con la asociación de la llegada de venezolanos con la pérdida del trabajo y oportunidades para los colombianos.
Lo que se pierde de vista con todas estas expresiones de odio es que detrás está un drama humano. Muchos de los venezolanos que llegan al país no vienen voluntariamente, sino que se han visto obligados a huir del país por la situación económica, social y política de Venezuela. Así lo ha manifestado en varias ocasiones el director general de Migración Colombia, Christian Krüger. En este momento en ese país escasean los alimentos, las medicinas y el servicio de salud. Pero además muchos han sido perseguidos por el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Migración Colombia publicó un comunicado en el que expresó su preocupación ante las amenazas que vienen circulando en redes sociales en contra de los ciudadanos venezolanos que se encuentran dentro del territorio colombiano e hizo un llamado a la tolerancia.
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“Soy licenciada con PEP (Permiso Especial de Permanencia) y mis papeles apostillados y certificados. He buscado trabajo pero me han humillado y denigrado. Vine para ofrecerle un mejor futuro mis dos hijos, tuve que dejar atrás a mi familia sabiendo que mi padre está enfermo y que quizá no lo vuelva a ver y tener que lidiar con la xenofobia ... A veces cuando me preguntan si soy venezolana me dan ganas de decir que no, aunque me le duela el alma”, dijo una inmigrante.
Si la situación para ella, que es una ciudadana regular, es difícil para los irregulares es peor. El gobierno venezolano ha denunciado que algunos de sus ciudadanos son víctimas de maltrato laboral, de acoso sexual, de tráfico de menores a la trata de personas e incluso de reclutamiento forzado por grupos armados.
Las autoridades, encabezadas por el presidente Juan Manuel Santos, han hecho un llamado a la sociedad a no sucumbir a los mensajes de odio contra los venezolanos y a recordar que en el pasado fueron ellos los que tendieron la mano: “Les pido a todos los colombianos que evitemos la xenofobia, las actitudes hostiles contra los venezolanos”, dijo el mandatario colombiano.
Desde Acnur, la oficial de información Rocio Castañeda se hizo un llamado a no generalizar y a no relacionar la nacionalidad de alguien con la criminalidad: “Miremos nuestra propia historia. Nosotros sabemos lo que significa ser colombiano en el extranjero y ser estigmatizados de narcos y delincuentes por unos pocos que han hecho las cosas mal. No caigamos en eso, no generalicemos y recordemos lo que hizo Venezuela por Colombia hace unos años”.
Según cifras oficiales del gobierno venezolano, desde 1950, ese país se convirtió en el principal receptor de colombianos. En los años 70, el boom petrolero venezolano generó un aumento del 250 por ciento en los ingresos fiscales y hubo un aumento de la mano de obra colombiana allí. En los 80, los carteles del narcotráfico causaron la salida varios colombianos hacia venezuela, y en 2002, el problema del desplazamiento forzado también lo asumió el pueblo venezolano que recibió a cientos de colombianos. Las cifras oficiales registran que 2,5 millones de colombianos cruzaron la frontera en busca de mejores oportunidades. Por eso, Venezuela creó el V Plan de la Nación, cuyo objetivo fue regularizar a los indocumentados.
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Colombia nunca había sido un país de inmigrantes, sino todo lo contrario, no existe un camino claro a seguir con respecto a la situación. Sin embargo, el gobierno está trabajando en medidas para proteger los derechos de los extranjeros que están llegando al país. Desde la Alcaldía de Cúcuta, por ejemplo, se están promoviendo programas de generación de empleo, inversiones sociales y acompañamientos a organismos nacionales e internacionales que ven con preocupación lo que pasa en esta zona de frontera.También se ha gestionado el aumento del pie de fuerza para evitar hechos delictivos en la ciudad.
Migración Colombia también visita a las empresas para sancionar a aquellas que empleen irregularmente extranjeros y los exploten laboralmente. Hasta el 26 de abril, esta entidad hizo 61.381 verificaciones a personas naturales y 2.089 a personas jurídicas, de las cuales 101 ya han sido sancionadas con multas de entre 1 y 5.000 salarios mínimos.
Pero el paso quizá más importante ha sido el proceso de registro de los venezolanos irregulares. Hasta el 8 de junio ellos podrán acercarse a alguno de los 753 puntos de registro que se dispusieron en las Personerías y Alcaldías de 188 municipios del país. Aunque eso no cambiará la condición en la que están en el país, con la información que recojan el paso a seguir será diseñar una política pública que responda a sus necesidades. Según las últimas cifras entregadas hay cerca de 800.000 venezolanos en el país entre regulares e irregulares. Al menos 500.000 tienen la intención de quedarse.
Por el momento, los venezolanos tienen tres formas para estar en el país: La visa de trabajo o estudio, el Permiso Especial de Permanencia (PEP) y la Tarjeta de Movilidad Fronteriza. El problema es que para acceder a ellas deben tener pasaporte apostillado y la gran mayoría no cumple con el requisito, entre otras razones, porque el gobierno venezolano dejó de expedir los pasaportes, por el dinero que significa para ellos y porque llegan al país a través de lugares fronterizos donde no hay control de ingreso a Colombia.
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Ahora bien, aunque el Estado colombiano tiene el deber de ayudar a esta población de inmigrantes muchas veces se queda corto en la atención de las necesidades de los propios colombianos y es por esto que se generan tensiones entre una y otra población. Expertos consultados por SEMANA aseguran que por eso es necesario que la ayuda que se le da al inmigrante también beneficie a la comunidad de colombianos que los recibe.
La migración es un fenómeno social que no hay que verlo de un solo lado. La sociedad colombiana en su mayoría se ha mostrado solidaria, pero tanto ellos como las Alcaldías y gobernaciones de los departamentos de frontera han pedido ayuda al gobierno nacional desde hace tiempo porque la llegada masiva de extranjeros los ha impactado por ser los principales receptores. No es mentira que tengan que afrontar colapsos de la salud, que las calles estén llenas de personas deambulando buscando algo para el sustento de su familia, que las pocas plazas de empleo están en disputa y que se hayan aumentado los asentamientos humanos en condiciones de extrema pobreza y tensión social.
Es probable que si la población colombiana está en mejores condiciones y tiene garantizados sus derechos, será más solidaria con los extranjeros que después del triunfo de Maduro seguramente seguirán llegando.