Sociedad
¿Y si nos vamos del país?: historias de colombianos que decidieron abandonar su tierra
Bancarrota, incertidumbre y miedo al futuro hacen parte de las razones por las cuales algunos connacionales están tomando la decisión de buscar suerte más allá de las fronteras. Dos historias.
Los que ya se fueron
Antes de que comenzara el paro nacional, las pérdidas y las deudas ya se habían vuelto inmanejables para María Christine Crepy, una colombo-francesa, antropóloga y proveniente de un linaje de educadores (fundadores del reputado Colegio Latino Francés, en Bogotá).
Si bien tiene una fuerte conexión con Francia desde su niñez, nunca consideró emigrar. La idea nació tras verse obligada a cerrar el colegio que con tanto esfuerzo su mamá, Marie Louise, y su tía, Marie Claire Crepy, mantuvieron durante 50 años en el barrio Teusaquillo. Económicamente era insostenible a causa de la enorme cartera de padres morosos y la nula ayuda estatal para rescatarlo.
“En Colombia no existen condiciones para el empresario, ni economía naranja ni nada de eso, mucho menos para unas señoras de la tercera edad que quieren darles educación a los niños. A nadie le importó, por eso empecé a pensar que no podía seguir allá”, cuenta con amargura.
Con su mamá tomaron la decisión de vender las casas donde funcionaba el colegio y otros enseres, cambiar parte del dinero a euros y que Christine saliera del país para iniciar una nueva vida a las afueras de Montpellier (Francia) junto a su esposo y sus dos hijos, de 18 y 8 años. “Acordamos que por mi nacionalidad me iría primero en junio (de 2021), luego la niña llegará en septiembre y finalmente mi hijo con mi esposo. Aunque mi mamá aún no ha tomado la decisión de irse, deseo que salga de Colombia”.
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Su último día en Bogotá, el 28 de mayo, fue uno de los más violentos del paro, además uno con los picos más altos de muertes por covid-19. Christine lo interpretó como un mensaje: “Amo Colombia, amo mi país, pero no parí hijos para la guerra o para arriesgarlos. Por eso me fui”.
Los que están por irse
La consideración de Amparo Bernal para decidir emigrar no tiene que ver con lo económico: su vida corre peligro, así como la de su familia.
“Yo tenía una fundación de empoderamiento femenino en Bogotá, pero la situación de seguridad ha ido empeorando muy rápidamente. Comencé a recibir amenazas por mi labor y ya no tengo paz o seguridad”, relató a SEMANA.
De un mes para acá su situación pasó de preocupante a insostenible, ya que todos en su casa se encuentran asustados. “Mis hijos pequeños le tienen miedo a la Policía, tienen miedo a salir a la calle o a hablar con otras personas, todo por cuenta de lo que ven en televisión acerca de las manifestaciones y la violencia. Estaba estudiando lo de irnos a otro país, pero aceleré el proceso. Con mi esposo decidimos emigrar a Canadá”.
Desde mediados de mayo su decisión comenzó a materializarse: “Ya vendimos dos apartamentos que teníamos y voy a liquidar las cuentas bancarias apenas vaya a viajar. El apartamento donde vivo actualmente con todos mis enseres se lo dejo a mis familiares, pues ya no tengo tiempo de ponerme a vender lo que hay ahí”, explica con cierta frustración.
A pesar del miedo, ahora su energía está concentrada en resolver el enredado proceso de custodia de sus hijos. “Con mi exesposo tengo tres hijos, de 17, 9 y 8 años. Hablé con él para podérmelos llevar del país y el problema se ha centrado en el más chiquito, de 8 años, pues es más apegado a él. Es difícil esto”.
Avianca aumentó las frecuencias de vuelo hacia Estados Unidos desde que inició el paro, aunque atribuyen esta decisión a la gran cantidad de personas que viajan para vacunarse. Muchos hoy salen por el aeropuerto, pero no tienen intención de volver. “Lo más difícil de irme será separarme de mi mamá. Aunque considero que en una década o más podría volver a visitar Colombia, es un escenario muy incierto: ahora solo tengo en mente irme de aquí”, concluyó Amparo.