NACIÓN
Ya está habilitada vía en Florencia, Caquetá; se requirió de explosivos para abrir paso
Técnicos en explosivos del Ejército Nacional despejaron la Troncal del Hacha en Florencia, beneficiando a más de 30.000 personas.
Producto de la fuerte ola invernal que se ha registrado en todo el país en el primer semestre del año, en varias regiones del territorio nacional se ha generado el desprendimiento de gigantescas rocas que afectan el tránsito e imposibilitan la comunicación por vía terrestre entre los municipios que conectan la región amazónica con el centro de Colombia.
La Secretaría de Obras Públicas del municipio de Florencia requirió del apoyo de un grupo especial del Ejército Nacional para abrir la vía de la variante Troncal del Hacha, específicamente en el kilómetro 4 de la vereda Caldas. La labor de los soldados del Grupo Técnico de Manejo de Artefactos Explosivos (MARTE) realizó la voladura a cielo abierto de dos peñascos de más de 40 toneladas, los cuales no eran posible retirar del camino ni siquiera con la ayuda de retroexcavadoras.
“El Ejército Nacional en su compromiso constitucional de salvaguardar los derechos, la vida y honra de los colombianos, mediante procedimientos técnicos propios de los ingenieros militares, contribuyeron al despeje en Florencia”, dijo el general Fredy Marlon Coy Villamil, comandante de la Sexta División.
Los explosivos que utilizaron fueron tipo Anfo, con los que realizaron la demolición controlada de dos rocas de amplia magnitud que yacían sobre este importante corredor vial, utilizado principalmente por vehículos de carga pesada, así como por las comunidades propias de la región. Resaltaron las autoridades de la región.
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Una vez demolidas las rocas, se facilitó el trabajo de los operarios de la maquinaria que dispuso la administración municipal para la remoción del material que quedó fraccionado después de activadas las cargas explosivas. Cabe resaltar que este procedimiento se realizó bajo la supervisión militares, quienes se encargaron del análisis y cálculos necesarios para la perforación e instalación de barrenos con la cantidad necesaria de explosivos para poder fragmentar las piedras; así mismo, se requirió una malla metálica para minimizar el riesgo de afectación hacia el personal que se encontraba cerca del punto donde se llevaron a cabo estas acciones en beneficio de la población civil.
En el momento continúan las labores de remoción de los más de 4.000 metros cúbicos de material que quedó sobre la carretera, así como de los troncos y lodo, los cuales, sumados a las condiciones meteorológicas, hacen aún más ardua esta labor.
“Seguiremos trabajando por la protección de los activos estratégicos de la nación y defenderá de manera vehemente la dignidad de los colombianos mediante la implementación de sus capacidades y el desarrollo de operaciones militares que permitan el progreso de la región de la Amazonía colombiana”, puntualizó el oficial.
La mala hora de los campesinos en Colombia ha durado, aproximadamente, dos años. Primero, la pandemia congeló ciertos mercados; luego, el paro nacional afectó considerablemente la producción; y, posteriormente, cuando creyeron encontrar algún balance, llegó 2022 con una de las temporadas invernales más agresivas de los últimos años.
La cifra de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo es alarmante: entre el 1 de enero y el 28 de abril, murieron 91 personas debido a eventos relacionados con las fuertes lluvias, y hay más de 65.838 damnificados en el país por estas mismas circunstancias. Pero, si los números son desalentadores, las historias de quienes lo perdieron todo son desgarradoras.
Por ejemplo, José Nadir Flórez perdió 26 reses. Toda su vida de trabajo. A los animales se los llevó el río Tarazá, en Antioquia, y nunca más los devolvió. José aún los busca río abajo de la vereda Guaimara, donde tiene una pequeña parcela, ahora inundada completamente por el afluente que lleva el mismo nombre del municipio. Y así muchos otros campesinos que si no pierden los cultivos no pueden sacar su cosecha por el mal estado de las vías.