DEPORTES
Yerry Mina, el nuevo rey
Colombia llegó a Rusia 2018 con más dudas que certezas, pero estuvo cerca de lograr una hazaña. Un Mundial que le deja un sabor agridulce al país y un nuevo héroe.
La participación de Colombia en la Copa del Mundo de fútbol dejó a la gente con un sentimiento de gratitud por los gladiadores que defendieron los colores nacionales con una enorme dignidad. Pero capítulo aparte merece el defensor Yerry Mina, autor de tres de los seis goles que marcó el equipo, todos de cabeza. En un Mundial en el que Colombia les hacía sus mayores apuestas a James Rodríguez y a Falcao García, el ídolo resultó ser este defensor de Guachené, municipio del norte del Cauca.
La hazaña de Mina es histórica. No es habitual que un defensor marque en un Mundial tal cantidad de goles. Lo habían hecho los alemanes Paul Breitner, en el Mundial de 1974, y Andreas Brehme, en Italia 1990, pero ambos eran laterales y en ambos casos uno de sus goles fue de penal. Además jugaron siete partidos. Mina es el primer defensor central que logra ese récord, y lo hizo en apenas cuatro partidos de la selección y tres jugados, pues no actuó frente a Japón.
Colombia perdió en el Mundial de Rusia de 2018 una oportunidad de oro para clasificarse entre los cuatro mejores selecciones del torneo
Mina ha sido suplente en el poderoso F. C. Barcelona, y su presencia en la selección se cuestionó porque llegaba al Mundial con muy pocos partidos jugados. Sin embargo, el equipo supo aprovechar su estatura, y sus proyecciones ofensivas fueron tal vez la nota más destacada del equipo. El Mundial de 2018 será recordado por los colombianos como “el de los goles de Yerry Mina”. Y como el de la posibilidad de haber llegado quizás a semifinales o a la misma final, por culpa de la timidez ante una débil Inglaterra y la lotería de los lanzamientos desde el punto penal.
Por lo demás, Colombia perdió en el Mundial de Rusia de 2018 una oportunidad de oro para clasificarse entre los cuatro mejores selecciones del torneo. Las inesperadas eliminaciones prematuras de Alemania y España, dos de los grandes favoritos para ganar el torneo junto con Brasil y Francia, le habían abierto a la selección una senda para llegar a semifinales, siempre y cuando superara en octavos de final a Inglaterra o a Bélgica, los dos grandes favoritos del grupo G.
Le tocó Inglaterra, una selección con pergaminos (inventaron el fútbol y ganaron un Mundial en 1966), pero que no aparecía entre el grupo de las grandes favoritas. Luego de un empate a un gol en 120 minutos de juego, la llamada “lotería de los penales” le dio a Inglaterra el cupo a cuartos de final y mandó a Colombia a casa.
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La tristeza embargó a los colombianos, mientras que los seguidores del fútbol lamentaban haber sucumbido ante un rival al que se le hubiera podido ganar si se hubiera adoptado de entrada un planteamiento más ofensivo y atrevido.
Es cierto que el arbitraje de Mark Geiger, de Estados Unidos, fue muy pobre. Dejó prosperar el juego fuerte y las agresiones, y varias de sus determinaciones fueron equivocadas, muchas de ellas en contra del onceno nacional. Esto permitió que en la cancha avanzara un clima que en ciertos pasajes sacó a los colombianos del partido, y que algunos ingleses aprovecharon para enfriar el juego, ensuciarlo, trabarlo y quitarle ritmo. De hecho, Inglaterra se fue en ventaja al convertir Harry Kane un penal muy discutido.
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También es cierto que la ausencia de James Rodríguez, lesionado, le quitó a Colombia uno de sus principales argumentos ofensivos. el técnico, José Néstor Pékerman, fue muy precavido. Salió a jugar con Carlos Sánchez, Jéfferson Lerma y Wilmar Barrios, lo que dejó muy solos a Juan Fernando Quintero y Falcao García.
El ingreso de Matheus Uribe, Luis Fernando Muriel y Carlos Bacca les dio mucha más profundidad a los ataques de Colombia y puso en verdaderos aprietos a Inglaterra. En particular, en los últimos minutos del segundo tiempo y en el primer tiempo de la prórroga.
Fruto de ese asedio al área inglesa fue el gol del empate que marcó Yerry Mina. Para los ingleses, que ya celebraban el 1 a 0 en la cancha y en las graderías del estadio del Spartak, de Moscú, fue un golpe del cual parecía que no podrían reponerse en la prórroga de 30 minutos.
Es más que evidente que la selección hubiera podido ganar porque Inglaterra en ningún momento del partido lució superior, a pesar de contar con jugadores de gran nivel
Así pareció que iba a suceder. En los primeros 15 minutos de la prórroga Inglaterra lucía noqueada. Parecía que jugara con diez o nueve hombres. A duras penas rechazaban el balón y los ataques de la tricolor fueron constantes.
Sin embargo, en los últimos 15 minutos la selección perdió el ímpetu. Volvió a jugar de manera precavida, a no generar riesgo, a pensar más en la definición con disparos desde el punto penal que en ganar el partido en los 120 minutos. En ese tramo los ingleses se recuperaron un poco y fabricaron un par de opciones de gol.
En los lanzamientos desde los once pasos David Ospina atajó el cobro de Jordan Henderson. Sin embargo, cuando el camino a cuartos de final parecía despejado, Matheus Uribe estrelló su remate en un poste y fue el onceno patrio el que acusó el golpe psicológico. El cobro de Bacca, un experto en la materia, logró desviarlo el arquero Jordan Pickford con una pierna. Luego anotó Eric Dier para Inglaterra y hasta allí llegó la aventura colombiana en Rusia 2018.
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Es más que evidente que la selección hubiera podido ganar porque Inglaterra en ningún momento del partido lució superior, a pesar de contar con jugadores de gran nivel. Tal vez por eso la sensación de tristeza entre los hinchas colombianos era doble. Si hubiera ganado este partido, habría tenido que enfrentar a Suecia en cuartos de final, que a primera hora había eliminado a Suiza.
Sí, tal vez por ser demasiado precavido, el equipo desperdició una oportunidad de oro para repetir lo hecho en 2014 y, probablemente, haber llegado por primera vez a una semifinal. Pero también es cierto que, antes del Mundial, muy pocas personas confiaban en que el equipo llegara lejos. Incluso se dudaba que llegara a superar la primera fase.
Un camino tortuoso
A diferencia de hace cuatro años, esta vez Colombia llegó al Mundial con más dudas que certezas. Obtuvo su cupo luego de un desempeño muy irregular en la eliminatoria suramericana. Nada que ver con el equipo sólido y brillante que en 2013 había logrado su cupo mostrando un fútbol convincente en la recta final de aquella eliminatoria.
Para el Mundial de 2018 la tricolor quedó sembrada en el grupo H, cuya cabeza de serie era Polonia, y en el que también debía enfrentar a Japón y Senegal. Y en esta ocasión el contraste con la participación en 2014 fue más que notable.
Hace cuatro años enfrentó en la primera fecha a Grecia, un rival considerado muy duro. Sin embargo, un gol, a los 5 minutos del primer, tiempo le había allanado el camino y le permitió ganar 3 a 0. El equipo, optimista y confiado en sus capacidades, derrotó con autoridad a Costa de Marfil, luego goleó a Japón 4 a 1 y en octavos de final, en una exhibición magistral, venció 2 a 0 a Uruguay.
En esta oportunidad fue lo contrario. En su debut ante Japón, una mano en el área de Carlos Sánchez cuando apenas comenzaba el juego tuvo como consecuencia su expulsión y que Japón se pusiera en ventaja en el minuto cuatro. El equipo, desconcertado, perdió 2 a 1 y eso lo obligó a jugar sus dos siguientes partidos con la obligación de ganar.
Una gran presentación ante Polonia, a quien venció 3 a 0, dio a entender que el gran equipo de 2013 y 2014 había vuelto. En su dramático triunfo 1 a 0 ante Senegal el juego no fue tan brillante, salvo en algunos pasajes del segundo tiempo.
¿Qué tanto pudo haber influido en el desempeño del equipo el hecho de que James Rodríguez jugara lesionado en los minutos que estuvo en el campo? Porque aquí también se establece un contraste con respecto a 2014.
En aquel Mundial de Brasil la ausencia de Falcao García hizo crecer a James Rodríguez, goleador del torneo y gran líder que se echó el equipo al hombro. En 2018, la ausencia de James Rodríguez hizo que Falcao luciera solitario en el frente de ataque en todos los partidos, salvo en la gran actuación del país ante Polonia.
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A pesar de la eliminación y del sabor amargo que deja no haberle ganado a la discreta Inglaterra, Colombia dejó grandes cosas. Por un lado, el temple y la garra que ofrecieron los jugadores a lo largo del torneo y, en particular, en el encuentro contra los ingleses, en el que, como ya se dijo, no solo debieron enfrentar a los rivales, sino también las decisiones equivocadas y el poco carácter del árbitro. Los nuevos jugadores cumplieron, adquirieron experiencia y muy seguramente serán figuras relevantes en las próximas Copas América, eliminatorias y mundiales. Lerma, Uribe, Quintero, Johan Mojica y Dávinson Sánchez, y por supuesto Yerry Mina, son nombres que invitan a la esperanza y a pensar con optimismo de cara al futuro.