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“Yo no hago parte de ningún partido político”: Mauricio Villamizar
El nuevo codirector del Banco de la República habla por primera vez a los medios de comunicación y asegura que el Emisor mantiene su tradición de independencia y que es inevitable que venga una reforma tributaria.
Luis Carlos Vélez: ¿Por qué lo nombraron en el Banco de la República?
Mauricio Villamizar: El presidente está apostando por un relevo generacional, en el cual hay personas jóvenes que pueden traer cosas nuevas a la mesa. Los tiempos cambian, y la gente joven tiene nuevas ideas. Por ejemplo, antes en macroeconomía solo se hablaba de modelos de equilibrio general, y después de la crisis de 2008, el esquema cambió a rigideces financieras. Hoy hay un espacio creciente para trabajos empíricos en macro o en microfundamentados, y yo formo parte de esta última corriente. También, por alguna razón, hoy hay menos macroeconomistas que antes, y creo que eso ayudó a que me hubiera considerado.
L.C.V.: ¿Es verdad que usted es uno de los economistas colombianos que más ha publicado académicamente en la historia reciente?
M.V.: Eso depende del ranking. Hace poco lanzamos una iniciativa en el banco y uno de los criterios era encontrar los mejores economistas según publicaciones y número de citas. Este es un ranking internacional hecho por la Reserva Federal, y si uno toma los autores que más han publicado en los últimos diez años, yo aparezco bastante bien en la lista. Pero depende de otras cosas, y no hay ningún ranking que no tenga problemas.
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L.C.V.: ¿Sobre qué han sido esas publicaciones?
M.V.: Gran parte de mi vida académica la he dedicado a publicar cosas sobre temas cambiarios y de intervención cambiaria. Recientemente, he hecho trabajos que tratan de ver el impacto que tienen las medidas del Banco de la República sobre el sector financiero y el sector real, que en la literatura es algo relativamente nuevo. Y también tengo un interés grande sobre la velocidad de la transmisión de la política monetaria. Es decir, qué tan rápido reaccionan las tasas del mercado ante los cambios en la tasa de política, porque es bastante difícil de medir; las entidades financieras no solo ajustan tasas, sino que también modifican la madurez, el tipo de cliente o, incluso, el tipo de producto ofrecido. Esto tiene varias implicaciones, empezando por conocer la sensibilidad sobre diferentes puntos de la curva de rendimientos.
L.C.V.: Uno de los atributos más importantes del Banco de La República es su independencia del Gobierno central. ¿Se rompe esa independencia con la llegada de personas cercanas, como usted, al presidente Iván Duque?
M.V.: La coordinación entre la política monetaria y fiscal está en función del estado de la economía, llegando a su punto máximo en periodos de crisis. Mayor coordinación no implica menor independencia, y nunca debería serlo. Un ejemplo de esta coordinación es que una parte de las decisiones de la tasa de interés pueden encarecer o abaratar la deuda pública en pesos, y también en dólares, por medio de la tasa de cambio. Y, por otro lado, los bancos comerciales pueden absorber gran parte de la deuda pública y tener menos recursos para prestar a firmas y hogares. Ahí hay un espacio para que el Banco Central actúe y aumente el nivel de liquidez en el sector financiero. La independencia es de las cosas más valiosas que tiene el Banco. Yo doy por firme que en ningún momento se va a vulnerar esa independencia, y se va a mantener a todo rigor.
L.C.V.: ¿Usted forma parte del “kínder” del presidente Duque?
M.V.: Yo no hago parte de ningún partido político. He sido formado desde la academia y ese es el aporte que tengo para el Banco. En mi cargo actual de subgerente de estudios están las cuatro sucursales del Banco que hacen investigaciones por temas: Cartagena en asuntos regionales; Cali en industrias; Bucaramanga en agricultura, y Medellín en temas laborales. También está bajo mi cargo la unidad de investigación, la unidad de econometría y el departamento de política económica.
L.C.V.: ¿Qué es la red de investigadores de economía?
M.V.: Es una iniciativa de la que fui cofundador en la anterior gerencia del Banco. Es un espacio de coordinación académica que hoy en día reúne a más de 20 universidades de Colombia, y la idea es cerrar brechas en la educación. Es decir, poder llevar recursos de las universidades de los privilegiados a las regiones. Estos cursos son seminarios, congresos y mentorías. También, por ejemplo, llevar cursos de macro y banca central a todas las universidades de las regiones de Colombia. Finalmente, la conforman grupos temáticos que se concentran en áreas que tienen un rezago en la investigación como género, raza, informalidad y cambio climático. Es una iniciativa bien bonita del Banco, a la que yo quisiera seguir dándole mucha importancia.
L.C.V.: ¿Las tasas de interés en Colombia están muy altas?
M.V.: Hay un consenso entre los miembros de la junta, incluyendo los dos salientes, en que el Banco hoy debe tomar una posición expansionista. Puede haber discusiones marginales sobre si bajar la tasa en 25 puntos básicos adicionales, como sucedió en la reunión de junta pasada con dos codirectores; pero son discusiones marginales dentro de un consenso grande de una postura expansionista, que debemos tomar en este momento en el que la inflación y el crecimiento están por debajo de la meta.
L.C.V.: ¿Expansionista significa un cinturón menos apretado económicamente hablando?
M.V.: Sí, exactamente. Significa tasas bajas con liquidez alta. En eso déjeme hacer alusión a una de las varias medidas que adoptó el Banco en la pandemia. Se redujo la tasa de política en 250 puntos básicos; de 4,25 a 1,75, y esto bajó los costos financieros a hogares y empresas. La otra cara de la moneda es el aumento de liquidez, en el que pasamos de una base monetaria de 90 a 130 billones de pesos.
L.C.V.: ¿Cómo ve la recuperación económica?
M.V.: La crisis generada por la pandemia no tiene precedentes, y el segundo trimestre de 2020 fue el más duro en términos económicos. Desde entonces ha habido una recuperación parcial impulsada por la reapertura de las economías; el repunte de la demanda interna, en el que el consumo privado y la inversión en maquinaria y equipo han sido importantes; una recuperación de la demanda externa; el incremento de las remesas de los trabajadores y las bajas tasas de interés, que se suman a la amplia liquidez nacional e internacional. Yo soy optimista, reconociendo una gran incertidumbre. Lo primero es recuperar de nuevo la demanda interna.
L.C.V.: Ponernos a pensar en una reforma fiscal y tributaria como la que ha presentado el Gobierno ¿no es poner en riesgo esa recuperación de la demanda interna? M.V.: Creo que es inevitable que venga una reforma tributaria. La razón está asociada con la “equivalencia ricardiana”, que se basa en que tarde o temprano hay que pagar la cuenta. En términos de magnitud, estaríamos hablando de dos puntos del PIB, y lo clave va a ser evaluar el impacto diferencial que tendrá la reforma entre firmas y hogares, por industria y por región. Una de las urgencias de hacer la reforma es que el multiplicador fiscal puede disminuir con el tamaño de la deuda. Así, por ejemplo, un bono del tesoro con una madurez y monto determinado puede diferir en su rendimiento si el país está endeudado en 60 por ciento de su PIB o en un hipotético 100 por ciento. Esto sucede porque los inversionistas exigen un premium adicional para compensar el mayor riesgo.
L.C.V.: Entonces, ¿por qué países como Estados Unidos pueden aumentar su deuda a niveles superiores a 100 por ciento del PIB para enfrentar la pandemia y nosotros no?
M.V.: En principio, todas las naciones del mundo deberían estar sujetas a esta restricción. Parte de la respuesta se debe a ser un país en desarrollo y no desarrollado. Hasta hace unas pocas décadas nosotros incluso sobrepasamos el denominado pecado original, en el que las economías tenían problemas de emitir deuda en su propia moneda. Idealmente, vamos a ir hacia un Estado en el cual podamos soportar mayor deuda, pero hay que reconocer que Colombia ha sido uno de los países más juiciosos de la región en cuanto a su repago y que, en términos de sus calificaciones relativos a la región, estamos bastante bien.
L.C.V.: Usted ha hecho estudios sobre el tema cambiario. ¿Por qué el peso parece que solo se deprecia?
M.V.: El futuro de la tasa de cambio, siendo un precio de monedas, es bastante incierto. Incluso diría que aplica el principio de incertidumbre, en el que uno puede saber la posición o el momentum del precio, pero no ambos. Yo creo que, por eficiencia del mercado cambiario y por su gran nivel de centralización, pronosticar la tasa de cambio es muy difícil. Habiendo dicho eso, la tasa de cambio depende de distintas variables en el corto y en el largo plazo. Uno sí puede transferir la incertidumbre de la tasa de cambio a esos determinantes del corto y el largo plazo, dependiendo de lo que se quisiera pronosticar.
L.C.V.: ¿Qué piensa de las iniciativas como la de Gustavo Petro de imprimir billetes para financiar la crisis económica?
M.V.: Considero, y estoy seguro de que mis colegas estarían de acuerdo, que esas instancias son únicamente reservadas para casos extremos, en los cuales no estamos. El debate sobre cómo se financia el Gobierno es bueno darlo, y hay muchas maneras de hacerlo. En últimas existen mercados internacionales y emisiones de deuda dentro del país. En lo que se debería enfocar el debate es en cuáles de esos actores toman la deuda y, por ende, también asumen los rendimientos de estos títulos.
L.C.V.: En otras palabras, es una propuesta descachada…
M.V.: Es una propuesta en la cual no estamos.