NACIÓN
“Yo soy el trofeo que buscaban”: la última frase que dijo Otoniel antes de subirse al avión de la DEA, ¿por qué la dijo?
Cuando le notificaron que sería enviado a Estados Unidos, el capo se negó a firmar el documento. SEMANA revela el video con la diligencia y las cámaras de seguridad de su celda en la Dijín.
La extradición de alias Otoniel a los Estados Unidos era una noticia esperada tras el enorme operativo de captura que dio con su paradero el año pasado. Sin embargo, la fecha había sido, durante más de siete meses, un misterio por cuenta de los vericuetos judiciales que vivió ese trámite.
SEMANA reveló en exclusiva la información detectada por las autoridades y los organismos de inteligencia que permitió determinar que, mientras en los tribunales avanzaba el pedido de extradición, desde la cárcel él maquinaba todo tipo de artilugios para evitarlo.
Dos videos muestran cómo vivió el capo ese proceso. El primero muestra la rutina de Otoniel en la cárcel. Allí, las autoridades determinaron cómo en sus prendas enviaba mensajes cifrados a sus lugartenientes. El segundo video evidencia la sorpresa cuando es notificado de su extradición, unas horas antes de que fuera efectivamente puesto en un avión rumbo a los Estados Unidos.
1. Barrer, leer, descansar: la rutina de Otoniel en la cárcel
SEMANA obtuvo en exclusiva un video de las cámaras de seguridad de las celdas que vigilaban a Otoniel día y noche. En él se observan varios momentos del exjefe del Clan del Golfo en prisión. Se le ve acostado, caminando en la habitación, escribiendo y leyendo sobre una mesa de plástico, arreglando sus cosas, barriendo y consumiendo sus alimentos.
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Según fuentes carcelarias, el capo, señalado de enviar por lo menos 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos, empezaba su día a las 6:00 a. m., cuando se encendían las luces de su sitio de reclusión. Luego, tomaba el desayuno y, después de las 9:30 a. m., pasaba unas tres horas estudiando su proceso. Al mediodía almorzaba (la comida la probaba primero un uniformado ante el riesgo de un envenenamiento) y en horas de la tarde, generalmente, se reunía con abogados. Todos los días tenía derecho a una hora de sol. Hacia las 6:30 p. m. apagaba la luz, y las cámaras de seguridad lo seguían grabando sin parar. No hacía ejercicio y siempre estaba acompañado por una Biblia y una sopa de letras, en cuya tapa se lee “velocidad mental”.
2. La sorpresa de Otoniel
A las 3:00 p. m. del pasado miércoles 4 de mayo, varios uniformados de la Policía y la Interpol llegaron a la celda de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, en la Dijín, donde completaba 193 días desde que fue capturado. El detenido recibió la visita sentado frente a una pequeña mesa, acondicionada en el lugar. Allí se inició el trámite de su extradición a Estados Unidos.
Uno de los seis policías a cargo de la diligencia, grabada en video y conocida en exclusiva por SEMANA, dejó en claro ese día que había testigos del trámite. “Yo le dejo la copia como está establecido para su nombre y firma”, le dijo a Otoniel, vestido de chaqueta negra, con tapabocas, quien se vio desconcertado en las imágenes.
En el momento en el que el policía le explicó que se trataba del acto administrativo de su extradición, Otoniel solo preguntó: “¿De qué?”, y miró a los uniformados de pies a cabeza. Cuando le notificaron que sería enviado a Estados Unidos en los próximos minutos, se negó a firmar el documento. Otoniel intercambió algunas palabras, mientras movía sus manos en señal de protesta. Un coronel jefe de la Interpol estuvo todo el tiempo frente a la seguridad del capo.
El miércoles, cuando lo notificaron de su extradición, los policías le dieron solo 20 minutos para que se alistara con el uniforme de color caqui de rayas naranjas. Otoniel se llevó las manos a la cabeza. No lo podía creer. Estaba a solo un paso de responder por gravísimos cargos de narcotráfico ante una corte federal. Ya en ese punto nada ni nadie iba a evitar su extradición.
Subido en una tanqueta, en completo silencio, acompañado de los Comandos Jungla y las Fuerzas Especiales, solo llevaba consigo sus gafas y las pastillas para regular su presión arterial. El operativo de seguridad fue impresionante y congestionó la calle 26 de Bogotá. El capo fue trasladado a la base militar de Catam, donde tuvo que ponerse el uniforme gris con un chaleco antibalas y un casco blindado para ser trasladado en un avión de la DEA, rumbo a Nueva York. Allí aterrizó poco después de la 1:00 a. m. Antes de irse de Colombia, Otoniel solo les dijo a los uniformados: “Yo soy el trofeo que buscaban”.