ENTREVISTA
“Yo soy una dama”: las picantes confesiones de Aida Cortés, la reina colombiana de OnlyFans
La estrella de la plataforma para adultos lanzará un libro donde cuenta detalles escalofriantes de sus inicios en la industria webcam. En entrevista con SEMANA, revela cómo se convirtió en la número uno.
VICKY DÁVILA (V. D.): Va a lanzar el primer libro en Colombia de una modelo webcam. ¿De qué trata?
AIDA CORTÉS (A. C.): Se llama La vida de una modelo webcam. Tuve una experiencia de siete años y hay muchas nenas que quieren saber los secretos, cómo fue mi vida, la presión social, lo que tuve que atravesar para llegar al punto máximo de esta industria, lo que fui aprendiendo de los usuarios y cómo aprendí a manejar la virtualidad para llevarla a otro nivel.
V. D.: El primer capítulo se llama ‘¿Quién soy yo?’. Me llamó la atención la anécdota del patito. ¿Qué fue lo que pasó?
A. C.: Bueno, narro parte de mi vida, sobre mi familia numerosa. Mis papás siempre estuvieron unidos, pero no había dinero. Éramos ocho hermanos y teníamos un pato que era nuestra mascota. Se llamaba Pirata y le pusimos así porque lo lastimamos sin culpa. Entonces quedó sin un ojito, pero sobrevivió y le cogimos mucho cariño. Era nuestra mascota favorita. Pero un día, Vicky, no había qué comer en la casa y a mi papá se le ocurrió la idea de matar a Pirata. Todos estábamos llorando y decíamos: “No voy a comerme eso, por favor no lo maten, prefiero morirme de hambre”. Y bueno, la anécdota es que cuando Pirata estaba servido en la mesa, hecho sopa, todos comimos y lloramos y nos reímos al mismo tiempo. ¡Qué anécdota tan rara! Pero la necesidad, obviamente, hizo que nos comiéramos a Pirata.
V. D.: Muy doloroso. Pero en su familia han pasado muchas cosas más. ¿Qué fue lo que ocurrió con dos de sus hermanos?
A. C.: La vida tiene cosas diferentes y más cuando eres pobre. No hay posibilidades de una buena salud o un buen seguro. Mi hermana desarrolló una bacteria en el cerebro y le dio meningitis. Murió en dos días. Le dio dolor de cabeza, la llevamos al hospital, pero nos dijeron que no era nada grave. La devolvieron para la casa. A las tres horas estaba en coma, muerta. Y está el caso de mi hermano Víctor Josué, una persona talentosa, pero conoció las drogas. Eso lo llevó a un mundo desorbitado. Tanto así que llegó a estar en las calles, por más que intenté ayudarlo. Finalmente lo atropelló un carro y así fue su final.
V. D.: A pesar de todo esto, usted empezó a construir unos sueños. ¿Cómo es la historia del préstamo para poder entrar a la universidad?
A. C.: Siempre he tenido claro que quiero estudiar como sea. Si mis papás no me van a poder pagar la universidad, pues me la pago yo, y le dije a mamá: “Ma, sírvame de fiadora”. Fue en el primer semestre para poder estudiar. No me quería atrasar, iba a cumplir 17 años. Quería empezar la universidad y mi mamá me dijo: “OK, está bien”. Ella me sirvió como fiadora y empecé a pagar a cuotas un préstamo del Icetex, que es un préstamo a muerte para los estudiantes que pagan su carrera y luego se quedan toda la vida pagándolo. Yo empecé así. Cuando entré al mundo del modelaje webcam pude empezar a pagarme el semestre limpiamente, sin tener que pedir préstamos.
V. D.: Usted entra al mundo de las modelos webcam a través de un clasificado en un periódico, pero en ese trabajo duró muy poco...
A. C.: Entré a un estudio con las peores condiciones, y estamos hablando de hace siete años. Si ahora hay tabú con este tema, pues antes era aún más marcado y se aprovechaban de las niñas, explotaban a las modelos y ese fue mi caso. Duré como un mes en ese estudio y me retiré. Las condiciones no eran buenas, era horrible el lugar, robaban a las modelos, era un abuso total.
V. D.: ¿Cuánto le dejaba de ganancia su trabajo y con cuánto se quedaban sus jefes?
A. C.: ¡Wow, era un abuso total! Por ejemplo, llegabas 15 minutos tarde y te tocaba pagar 150.000 pesos colombianos, cuando empezando había días en que tú no te hacías ni 100.000 pesos porque estabas aprendiendo. A veces quedabas debiéndole al estudio. Era como: “¿Qué estoy haciendo yo?”. Hago dinero, pero me lo descuentan todo y yo me quedo sin nada, y antes debo. Incluso, cuando salí de ese lugar, me amenazaron si yo decía algo o me quejaba, pues mostraban mis videos, y una niña de 18 años... pues se asustaba. Yo decía: dónde estoy metida, y decidí irme. Fue horrible la experiencia.
V. D.: ¿Pero entonces era como una banda?
A. C.: Eran personas de mal corazón que querían abusar de las modelos. Hay personas con convicciones oscuras, que no se dan cuenta que las personas están por encima del dinero y no les importa. Simplemente van detrás del dinero y quieren conseguirlo a como dé lugar.
V. D.: ¿Y cómo era el cuento del seguro que le cobraban?
A. C.: Eso era como un fondo de imprevistos. Tú entrabas y te descontaban un dinero de tu primer sueldo, que por daños futuros. Nunca los devolvían, no había poder humano, daban como un papelito y si se te perdía ese papelito no te daban el dinero. Era un robo.
V. D.: ¿Cuántas niñas había en ese primer lugar?
A. C.: Alrededor de 25 modelos, más o menos en diferentes turnos, en la mañana, en la tarde y en la noche.
V. D.: ¿Y las jornadas cómo eran?
A. C.: De ocho a diez horas, pues yo quería hacerme la meta. Siempre he sido de metas diarias.
V. D.: Perdóneme la expresión, ¿pero todo eso tiempo dele que dele…?
A. C.: Claro, aprendiendo, equivocándome, cayendo en trampas, de pronto manipulaciones de usuarios, mientras aprendía a manejar estas situaciones: poder saber manejar a los usuarios y que ellos no te manejen a ti.
V. D.: ¿A veces se confabulan esas empresas explotadoras de jóvenes con algunas autoridades?
A. C.: Estamos en un país donde hay policías buenos y malos. Hay unos que se dejan comprar, otros que no. Pero las modelos son las que van a hacer que acaben con eso, no las autoridades, son las modelos decidiendo no escoger lugares feos para trabajar.
V. D.: Usted se enamoró de uno de sus jefes y tuvo un hijo con él, ¿verdad? Eso lo cuenta en el libro. Una compañera suya le confesó que hacía escenas eróticas con él en vivo.
A. C.: Fue algo muy fuerte, no escenas, lo que piden los usuarios. Y no con ella solamente, no era nada personal, era con varias nenas. Yo era una niña y me la pasaba trabajando, encerrada, tratando de cumplir metas, pensando que tenía al mejor hombre del mundo, que era juicioso... y cuando me encuentro con toda esta realidad, pues fue un balde de agua fría total.
V. D.: ¿Y él nunca le contó a usted?
A. C.: No, nunca, inocente completamente.
V. D.: ¿Lo mandó al carajo?
A. C.: Sí, ahí dije: así no se puede, ya no lo quería.
V. D.: ¿Por qué no hacía las escenas con usted?
A. C.: Yo no hacía escenas ahí con hombres, mi flow era estar sola en la cámara.
V. D.: En el libro usted dice que no hay que tener un cuerpo perfecto para ser modelo webcam. ¿Es así?
A. C.: Las nenas se están preocupando demasiado por parecerse al prototipo de belleza que está en la sociedad y no se fijan que todas tienen algo muy lindo. Lo que hay es un montón de usuarios que les gusta la diversidad, y pues ya todas están como igualitas, con la nariz así, los labios así. Todas están iguales y perdieron su encanto natural.
V. D.: Claro, porque usted es bajita, no tiene prótesis en el busto, es gruesita, no es hecha con un bisturí...
A. C.: Yo he tratado, obviamente, de alimentarme bien, me cuido muchísimo, pero no he recurrido a ninguna cirugía, porque me siento bien así.
V. D.: ¿Y los clientes no le piden?
A. C.: Mi nicho de mercado son los que me dicen que me quede así, que estoy perfecta.
V. D.: Usted es la modelo colombiana que más gana en OnlyFans. ¿Cuánto se está ganando hoy?
V. D.: Eran cómo 100 millones mensuales...
A. C.: Imagínate, entonces yo como que digo: bueno, Aida, ya cálmate. Me está yendo superbién, excelente, es impresionante.
V. D.: O sea que ahora está ganando más de 100 millones de pesos mensuales…
A. C.: Puedes ser, probablemente, puede ser...
V. D.: ¿Qué problemas tuvo por revelar sus ingresos?
A. C.: Estamos en Colombia, Vicky.
V. D.: ¿Fue peligroso?
A. C.: Sí, en realidad no es conveniente y no quiero hablar mucho de ese tema.
V. D.: Usted dice en otro capítulo del libro que las modelo webcam deben tener control de la mente. ¿A qué se refiere?
A. C.: Cuando hablé del control mental me refería específicamente a las nenas que se dan excusas a ellas mismas para no transmitir y no cumplir los horarios. La mente las llena de ideas como: “ah, no pasa nada, no hagas nada hoy, otro día lo haces”. Ahí es donde tiene que entrar el otro lado que controla tu mente y decir: “espera un momento, qué es lo que más me conviene, tengo que hacerlo porque es para mi futuro”. Todos los días las nenas tienen nuevas excusas, es impresionante. O sea, el trabajo en el que más excusas hay es el modelaje webcam.
V. D.: ¿Cuáles son las excusas?
A. C.: Cualquiera dice que está peleando con el novio, que se siente mal, que se siente deprimida, que tiene problemas.
V. D.: ¿Y nos puede decir su meta diaria o tampoco?
A. C.: Cuando yo era modelo webcam, empecé con 40.000 pesos, lo que se hace una zapatera o alguien que vende cosas en la calle al día; no está mal, tampoco está bien. No era mi meta final. Yo después le iba subiendo, subiendo, y así fue cómo me fui convirtiendo en la mejor en eso. Subiendo la meta y bajándole a los tiempos.
V. D.: Aunque OnlyFans reversó su decisión, quería cambiar las condiciones de la plataforma. ¿Qué alcanzó a pensar usted?
A. C.: Lo máximo que puede pasar, Vicky. Si ellos cambian sus políticas es que vayamos a otro lugar y que este lugar le quite el puesto a OnlyFans y ya. O sea toda la vida sigue, el contenido sigue, solamente va a perder fama OnlyFans, va a cambiar su tipo de público. Por ende, todos los demás se van a ir hacia otro lugar.
V. D.: ¿Usted cómo pone límites para evitar las perversidades de los clientes?
A. C.: Lo principal es el respeto. Entonces, si alguien viene y te escribe groserías y te manda imágenes groseras, pierdes. Tú puedes decir que no, la idea no es ser marionetas, es llegar a acuerdos. Puedes hacer unas cosas innumerables sin necesidad de sentirte mal contigo misma.
V. D.: ¿A qué le dice no? Deme ejemplos...
A. C.: Muchísimos, hay usuarios que piden cosas que uno dice: no quiero hacerlas y ya. Hay otros que llegan con una actitud fea y tienen dinero. Entonces empiezan: quiero que te hagas tal cosa, pero rápido, y que me digas que yo soy tu p***. Y yo les respondo: amigo, puedes tener todo el dinero del mundo, pero eso no va a pasar, solo en tus sueños, vete de acá. Y me dicen: pero tengo dinero. Y yo les respondo: pues no me importa tu dinero, vete para otro lado, y también me pongo grosera. También les digo: es que tú tampoco me importas, ni tu dinero, lárgate, así de sencillo. Y ahí ya nos colocamos a la par. Entonces empiezan a acomodarse a tus reglas y a respetarte.
V. D.: ¿Cómo maneja la presión social? ¿Cómo la mira la gente hoy y cómo la miraban antes?
A. C.: La presión social es un capítulo del libro en el que narro cómo pude salir yo del qué dirán. Obviamente, hubo un suceso que me marcó. Pasé de ser bien vista a ser la puta de la universidad, la perra y todas esas cosas que me decían. Fue una transición superdura porque te das cuenta de que a la gente le encanta hablar de lo que no sabe. Entonces empecé a entender que la gente está en pro de tirarte piedras, de señalar, y pues eso no me tiene que interesar a mí. Yo dije: no importa, estoy segura de lo que soy, tengo que seguir adelante y no me va a importar lo que diga la gente de mí. “¿Tú crees que soy eso?”. Bueno, pues créelo, cool, es tu problema, no es el mío.
V. D.: Hoy cuando le dicen p…, ¿qué se le viene a la cabeza?
A. C.: Nada, no sé, no puedo hacer nada, no me interesa en lo absoluto que me digan así.
V. D.: Y, por el contrario, usted dice que ser modelo webcam es una profesión. Explíqueme eso...
A. C.: Sí, en el libro escribo con argumentos por qué lo es. Una persona dice: “eso es putería”. Léase el libro primero y luego hablamos.
V. D.: Usted sabe que en el Congreso quieren ponerle impuestos a este tipo de industria. ¿Qué piensa de eso?
A. C.: Está bien. Lo único que yo pido es que por favor con el impuesto venga el respeto. Porque pretenden poner impuestos y seguir tratándonos como si fuéramos nadie, sabiendo que una parte gigante de ingresos que llegan a este país y por el cual se benefician familias colombianas, viene de esta industria innegablemente. Entonces que así como les gusta colocar impuestos, que no estoy en contra de eso, nos respeten y nos den los beneficios que necesitamos, porque somos exportadoras de un servicio. Quiéranlo o no estamos haciendo algo que los colombianos casi no hacen y es exportar.
V. D.: Quizás es muy machista, ¿Aida Cortés se siente una dama?
A. C.: Por supuesto que sí, claro que sí. Toda una dama, aunque tengo etapas. Porque una dama no se tiene que encerrar en ser una dama, eso sería muy aburrido. A veces parezco un niño jugando fútbol, a veces me siento supersexy. A veces me siento superloca. A veces me siento superniña y también muchas veces soy una dama. Siempre eso encierra absolutamente todo.
V. D.: ¿Qué es ser una dama?
A. C.: Una dama es una mujer segura de sí misma, que se ama, se respeta, se quiere, quiere a la gente que la rodea, entrega amor, es segura de sí misma, no tiene pelos en la lengua, sabe lo que quiere, sabe para dónde va, no necesita de nadie. Antes se entrega a los demás.
V. D.: A veces hay una concepción de que ser una dama es no ser sexy...
A. C.: Eso es una cultura machista porque obviamente es lo que les conviene. Si tú les preguntas a los talibanes qué es ser una dama, te dicen que no tienes que estudiar, que no te puedes vestir así, que nadie te puede ver, porque si te metes con otras personas te apedrean en la calle hasta matarte. Entonces eso es ser una dama para ellos. Si el concepto de dama estuviera encerrado en un concepto machista, yo diría que no soy una dama y me vale. Pero sé lo que soy ante los ojos de Dios, porque soy una persona que entrega amor, soy muy segura de mí misma, respetándome, amándome, amando a los demás, y no hay nada más importante que eso. Entonces, para mí, yo soy una dama.