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Antes de enviar sus aterradores videos desde la cárcel, alias Negro Ober llamó a su madre y le pidió un consejo, ¿qué le dijo?
La madre del cabecilla de Los Rastrojos Costeños dialogó con SEMANA y reveló detalles de su vida familiar y personal.
El pasado sábado, 25 de marzo, Ober Ricardo Martínez Gutiérrez, conocido bajo el alias del Negro Ober, alertó a las autoridades del país con dos videos que difundió desde su lugar de reclusión.
Martínez Gutiérrez es señalado de liderar la estructura delincuencial Los Rastrojos Costeños. La Policía en Bogotá capturó a su esposa, acusada de tener vínculos con dicha organización, y tras esa detención, el Negro Ober lanzó una serie de amenazas tanto a comerciantes como a uniformados de la Policía.
Pues bien, en una entrevista exclusiva con SEMANA, la madre de Ober Ricardo reveló que ella tenía conocimiento previo de esos videos intimidatorios porque su propio hijo la llamó a pedirle un consejo.
“Él me dice: ‘Mamá, quiero hacer unas cosas, quiero hacer unos videos’. Yo le digo que para qué hará videos, si hará videos buenos o malos. Él me dice: ‘Es que me la tienen detenida (a su esposa) y tengo una locura encima. No resisto tener a la madre de mis hijos encerrada siendo una muchacha inocente. Yo quiero que a mi mujer la suelten porque ella no tiene problemas con nadie. Todos los problemas son míos’”, dijo Alba Luz Gutiérrez, madre del Negro Ober.
En medio de la entrevista, la progenitora aseguró que ese tipo de mensajes amenazantes no los hace conscientemente porque se encuentra bajo los efectos de la droga.
“Él estaba loco, estaba drogado. Él se toma 15 pepas, dos bolsas de perico y fuma cigarro de marihuana. Esas cosas malas que hace es porque está demasiado drogado. La droga lo tiene loco. Si usted mira los videos, se le ve una mirada amarillenta, extraviada”, explicó la mujer.
La entrevista completa
SEMANA: la figura de su hijo ha tomado trascendencia no solamente en Barranquilla sino a nivel nacional. Cuando usted escucha la radio, mira las noticias en el televisor o en la prensa sobre lo que ha hecho su hijo, ¿qué pasa por su mente?
Alba Luz Gutiérrez (A. L. G.): independientemente, como hijo mío, me duelen mucho las cosas que dicen de él. Aparte, dicen cosas que no deben decir. Le achacan cosas que él no hace.
SEMANA: ¿de qué cosa estamos hablando?
A. L. G.: muchas cosas que suceden, que las hacen otras personas y se las achacan a mi hijo. No se justifica que él esté en una penitenciaría y pasan muchas cosas y muchos muertos, y todo es el Negro Ober. Y él me dice: “Mamá, yo no he hecho eso. Yo estoy acá, sin teléfono, no tengo nada. Todo me lo achacan a mí”. Mi hijo no es un santo. Pero él se quiere arrepentir de las cosas que hace. Me duele mucho que hablen mal de mi hijo.
SEMANA: ¿cómo se siente al ver los videos en los que lanza amenazas?
A. L. G.: me siento muy mal. Le detienen a su señora esposa y ella es una señora sana. Independientemente de lo que la acusa la ley, el Gaula, los periodistas. Ella es una madre cabeza de hogar de tres hijos, una joven preparada, bacterióloga y le ensucian su vida.
SEMANA: señora Alba Luz, vamos por partes. Usted mencionaba que él está arrepentido. ¿De verdad, después de escuchar esas amenazas, cree que tiene voluntad de arrepentimiento?
A. L. G.: sí, hay arrepentimiento. Cuando él estaba en La Picota tomaba una pastilla que se llama Clozapina, y el día que no se la toma, ve alucinaciones. Él me dice: “Mamá hay algo que me dice que mate, que mate, que me mate”. Cuando no se toma la pastilla, él ve muñecos, ve cosas que no tiene que ver. El médico de La Picota dijo que él tiene problemas psiquiátricos. Dos días antes de suceder lo que sucedió (los videos que grabó), el psiquiatra le dijo que está más loco que los están en la calle.
SEMANA: es decir, la justificación radica en las afecciones psicológicas, según usted…
A. L. G.: sí, señor.
SEMANA: ¿qué tipo de drogas consume Ober Ricardo?
A. L. G.: perico, marihuana, pepas. Entonces, siempre que me llama a mí “bla-bla-bla” (balbucea). Siempre me llama drogado, drogado. No se le entiende lo que dice.
SEMANA: ¿cuándo fue la última vez que usted tuvo comunicación con él?
A. L. G.: el sábado.
SEMANA: ¿qué le dijo?
A. L. G.: “Mamá, mamá, dame un consejo, por favor”. Yo le dije: “Hijo mío, Dios te ama, Cristo te ama, no hagas nada malo. Por favor, hijo, tienes tres hijos, no vayas a hacer nada malo porque la perjudicas” (a la esposa).
SEMANA: ¿cuándo usted menciona que su hijo le pide consejos, qué tipo de consejos le pide?
A. L. G.: él me dice: “Mamá, quiero hacer unas cosas, quiero hacer unos videos”. Yo le digo que para qué hará videos, si hará videos buenos o malos. Él me dice: “Es que me la tienen detenida (a su esposa) y tengo una locura encima. No resisto tener a la madre de mis hijos encerrada siendo una muchacha inocente. Yo quiero que a mi mujer la suelten porque ella no tiene problemas con nadie. Todos los problemas son míos”.
SEMANA: entonces, todos los videos que divulga Ober Martínez, ¿él primero los consulta con usted?
A. L. G.: no todas las veces, pero ese sábado él me pidió un concepto y yo le dije que no lo hiciera.
SEMANA: y lo hizo...
A. L. G.: sí, los hizo. Pero estaba loco, estaba drogado. Él se toma 15 pepas, dos bolsas de perico y “los aquellos”.
SEMANA: ¿qué son “los aquellos”?
A. L. G.: cigarros de marihuana.
SEMANA: cuándo usted se comunica con él, ¿cómo lo hace?, ¿él la llama?
A. L. G.: él compra minutos. No sé quién se los vende. Allá donde lo tienen recluido, alguien tiene que tener teléfono. Independientemente, él resulta siendo culpable porque es quien tiene el teléfono.
SEMANA: ¿y qué piensa de esos celulares desde los cuales, al parecer, hace llamadas extorsivas?
A. L. G.: bueno, se los alquilan y ahí empieza hacer cosas malas.
SEMANA: el prontuario delictivo de su hijo lo señala como asesino, extorsionista… ¿Usted reconoce todo eso? ¿Lo ve así?
A. L. G.: no. Ese es mi hijo. Y cuando él empezó, empezó con la marihuana haciendo cosas pequeñas. Pero se fue aliando con otras personas más tituladas.
SEMANA: ¿qué ha significado para usted ser la madre de Ober Martínez? ¿La afecta?
A. L. G.: sí.
SEMANA: ¿de qué manera?
A. L. G.: en todo (llora). Me duele mucho lo que le pasa a mi hijo. Ninguna madre quiere ver a su hijo así.
SEMANA: si lo tuviera al frente, ¿qué le diría?
A. L. G.: lo abrazo. Le diría que se arrepintiera de todas las cosas. Mi hijo tiene un corazón muy bueno, si no que la gente a veces lo lleva a hacer cosas malas. Se mete con gente más mala y él, con tal de ganar plata, hace lo que hace. Yo le digo, hijo, yo espero que algún día tú cambies, te esperaran tus tres niñitos. Que cambie porque los hermanos, la familia, lo aman mucho.
SEMANA: por ser madre de él, ¿ustedes han recibido amenazas?
A. L. G.: hay rumores. La gente a veces dice: “Vamos a hacerle algo a la mamá de él“, pero yo estoy mucho con Dios.
SEMANA: ¿pero a usted la han llamado para amenazarla?
A. L. G.: no, nunca.
SEMANA: ¿usted en algún momento se imaginó que Ober Martínez estaría en las condiciones en las que se encuentra?
A. L. G.: no. No me imaginé. Yo sólo le pido a Dios que lo perdone, que algún día recapacite. El único que lo puede castigar es Jesús de Nazaret. De ahí en adelante todos somos pecadores.
SEMANA: veo que es muy creyente. En los videos más recientes él menciona mucho a Dios en medio de amenazas, ¿qué opinión le merece eso?
A. L. G.: el día que le hicieron el allanamiento, él les decía a los señores del Inpec que le botaran todo, menos su Biblia. Él es creyente. Yo siempre le hablé de Dios. Yo no veo bien que él siempre ande metiendo a Dios. Él hace cosas malas, pero quien puede perdonar es Jesús.
SEMANA: ¿él tiene una Biblia en su celda?
A. L. G.: sí.
SEMANA: ¿se la dio usted? ¿O quién?
A. L. G.: él me dice: “Mami, yo estaba en un patio de La Picota y alguien tiró una Biblia y me cayó en los pies”. Y cuando lo fui a visitar a La Picota, me decía que leía Apocalipsis, Génesis, hacía ayunos. Esas cosas malas que hace es porque está demasiado drogado. La droga lo tiene loco. Si usted mira los videos, se le ve una mirada amarillenta, extraviada.
SEMANA: ¿para usted su hijo es peligroso?
A. L. G.: no.
SEMANA: todas esas amenazas que lanza, donde dice que va a atentar contra comerciantes, policías, ¿usted lo ve capaz de hacer eso?
A. L. G.: no. ¿Sabe por qué dijo eso? Fue un momento de rabia, prepotencia. Él se siente atado por su señora. Lo hace en un momento de soberbia y después se arrepiente.
SEMANA: ¿en algún momento ha pasado por la mente de su hijo el suicidio?
A. L. G.: él me ha dicho varias veces que se quiere quitar la vida. Una vez me dijo: “Mamá, a mí me dijeron aquí en La Picota que me van a poner 60 años. Yo para qué voy a salir de 90 años, mejor me quitó la vida”. Y yo le digo: “Hijo, el que se quita la vida ante los ojos de Dios, el señor nunca lo voy a perdonar”.
SEMANA: señora Alba, ¿qué pudo haber pasado para que él se convirtiera en alias Negro Ober?
A. L. G.: la verdad no sé cómo responderle porque cuando él era niño, 15 o 16 años, andaba con los amigos del barrio y se iba a una cancha. Yo le decía que no se fuera para allá porque hay jóvenes que le iban a inculcar cosas malas. Y le inculcaron cosas malas. Empezó a hacer lo que hizo. Nunca pensé que mi hijo consumiera pepas; él se toma como 15 o 20. Yo no quiero que mi hijo pase a ser un alias, pero, ajá, no escuchan los consejos de la madre.
SEMANA: ¿usted lo regañaba?
A. L. G.: uff, yo le daba palera, lo golpeaba contra la pared porque no hacía caso. Yo salía de la casa y él me decía que se iba a cazar una rosita, que es un pájaro. A veces yo me iba y le pedía el favor que se quedara cuidando a sus hermanos, y cuando regresaba encontraba a los niños solos y él cazando pájaros por El Monte. Pero no sé si iba a consumir. Mi esposo y yo nos separamos, eso también lo afectó mucho porque él es el consentido del papá. Ya después se consiguió una novia y se fue de la casa. Él atinaba a tener novias profesionales. Pero a veces, por consumir mucha droga, las maltrataba de palabras, no sé si de golpes.
SEMANA: señora Alba, con mucho respeto le pregunto, ¿usted se siente culpable por cómo es Ober Martínez?
A. L. G.: no me siento culpable. Yo diría más bien que los dos, mi esposo y yo tenemos culpa. Yo le ponía quejas a mi esposo. Ober a veces levantaba a golpes a su hermano, pero porque llegaba a la casa con aquello (drogado). Ober se iba para la calle y dejaba a mis peladitos solos. Yo le decía al papá que lo regañara, que le pegara, pero él decía: “No. Esos son mis ojos”.
SEMANA: cuando escucha Negro Ober, ¿eso le causa algo?
A. L. G.: sí.
SEMANA: ¿qué experimenta?
A. L. G.: yo lloro, me arrodillo en la cama y digo: “Dios mío, cámbiamelo, cámbiamelo”. Yo no quiero que le digan alias el Negro Ober. Él se llama Ober Ricardo Martínez Gutiérrez.