Acto de intolerancia en el barrio Santuario.
Acto de intolerancia en el barrio Santuario. | Foto: Gabriel Salazar Lópéz.

Barranquilla

Diego: un crimen por intolerancia por el que su familia sigue clamando justicia desde el barrio Santuario, en Barranquilla

El caso lo lleva la Fiscalía General de la Nación. El presunto responsable se encuentra libre y este sería, al parecer, el segundo asesinato que habría cometido en la capital del Atlántico.

Redacción Nación
15 de septiembre de 2024

No ha pasado un mes desde que en medio de un acto de intolerancia, un hombre acabó con la vida de Diego Armando de La Hoz Ospino, de 37 años de edad, en el barrio Santuario, de Barranquilla.

El asesinato con arma blanca de Diego, según la versión de las autoridades, se dio porque, al parecer, este estaba hablando con una mujer, cuando de repente apareció quien sería el compañero sentimental.

En ese momento, entre los dos hombres hubo una discusión, pero con el pasar de los minutos, el sujeto sacó un arma blanca e hirió a Diego en varias oportunidades. El hombre murió mientras recibía atención médica.

SEMANA habló con la familia de la víctima de este nuevo hecho y fue inevitable que por momentos la entrevista se detuviera y de los ojos de los papás de Diego salieran lágrimas y les tocara tomar aire para seguir hablando del tema.

Sí, del crimen de su hijo, la tarde del sábado 31 de agosto, ellos dicen saber quién lo asesinó, una persona que hasta fue capturada por la Policía, pero quedó en libertad porque la detención no fue en flagrancia.

“Esto es un dolor insoportable que una como mamá es quien lo vive y quien lo sufre. Ese hombre que mató a mi hijo no sabe el daño que nos hizo como familia, porque ya nada lo puede remediar ni tampoco devolverme a Diego, quien era muy querido en el barrio y en medio de todas las situaciones de la vida siempre salió adelante”, dijo la señora Ospino en diálogo con SEMANA.

Instalaciones de Medicina legal en Barranquilla.
Instalaciones de Medicina Legal en Barranquilla. | Foto: A.P.I

La mujer aseguró que el sueño de su hijo Diego era tener una panadería y administrarla, pero mientras su sueño se hacía realidad, laboraba vendiendo dulces en los buses de Coochofal, muy cerca de donde vivía.

“Todos los días salía a vender los dulces y los conductores le tenían mucha confianza; se dedicó a eso porque antes era cobrador de los buses, pero como eso desapareció, decidió vender dulces en los buses”, explicó la mujer.

“Diego era papá de dos hijos, uno está en estudiando en la universidad en Cartagena y la hembra se encuentra acá en Barranquilla terminando el colegio. Lo que a uno le da mucha impotencia es la inoperancia de la justicia, porque el asesino de mi hijo fue capturado, pero lo dejaron libre y sigue por el barrio como si nada hubiera pasado e incluso nos ha amenazado, pero nada pasa. Ese hombre es conocido como El Pequeño y sigue matando gente, porque antes de asesinar a mi hijo no tenía ni un mes de haber salido de la cárcel porque había matado a otra persona. Si no lo detienen, va a seguir asesinando gente solo porque le da la gana”, asegura.

Mientras se movía en la mecedora de la sala de su vivienda, recordaba que su hijo se iba a graduar de bachillerato en el mes de diciembre, pero ahora el diploma será póstumo.

“Esto no es justo, que a mi hijo me lo asesinaran de esta manera. Él vendía dulces, ayudaba a la gente, pero en su historial ante la justicia no tenía ningún tipo de anotaciones judiciales, él no era delincuente”, reiteraba una y otra vez.

Don Armando recordó además el momento en que le dijeron que su hijo había partido de este plano terrenal por la gravedad de las heridas que recibió.

“La mamá ese día estaba en el Malecón y yo estaba cerca de la casa, cuando me avisaron que Diego estaba gravemente herido, que lo habían llevado al Paso La Alboraya. Yo de inmediato me dirigí hasta el centro asistencial, pero cuando llegué me dijeron que ya Diego se había muerto porque la herida con arma blanca le había afectado el corazón y el pulmón. Diego hizo un paro cardiorrespiratorio y no lo aguantó por la cantidad de sangre que había perdido”, relata el hombre.

Sostiene que el mundo se le partió en dos y nada ha sido igual desde que por un hecho de intolerancia su hijo no los podrá acompañar en este diciembre.

“Él se graduaba y cumplía años el 7 de diciembre, ya nada será igual y el dolor que uno tiene es irreparable. Uno no puede hacer justicia por mano propia porque lo meten preso, pero la justicia en Colombia cojea demasiado”, asegura.

  Cali, Medellín, Bogotá y la Costa Caribe son los lugares con más muertos por riñas y actos de intolerancia. Las armas blancas son las más usadas.
Cali, Medellín, Bogotá y la Costa Caribe son los lugares con más muertos por riñas y actos de intolerancia. Las armas blancas son las más usadas. | Foto: semana

SEMANA se dio a la tarea de recorrer varios sectores donde frecuentaba Diego en el barrio Santuario, de Barranquilla, y un tendero del barrio, que no se quiso identificar, sostuvo que el crimen fue injusto.

Diego era una persona que saludaba a todos los vecinos, no robaba y siempre estaba dispuesto al servicio de la comunidad, mientras que el asesino anda por la calle diciendo que ya ha matado a dos y nada le ha pasado”, dijo el hombre detrás del mostrador donde atiende a sus clientes.

Por su parte, la Policía del Atlántico aseguró que en los municipios, durante 2024, se han registrado ocho asesinatos por intolerancia, cinco casos más que en el mismo período del año anterior, lo que representa un aumento del 166 %.

SEMANA conoció que de los ocho asesinatos por intolerancia en el Atlántico, cinco fueron con arma blanca, dos con objeto contundente y uno con arma de fuego. Durante el año 2023 se registraron 11 casos de homicidio por intolerancia en los municipios del Atlántico.