Preocupante: hay tanta contaminación en la Costa Caribe que ya se formaron las primeras rocas de plástico

“Si usted va a playa y extiende una toalla, en esa toalla te encuentras por lo menos 15 pedazos de material plástico de gran tamaño”, de esa manera, el profesor Nelson Rangel Buitrago intenta explicar el crítico paisaje que bordea el caribe Colombiano.

Las cifras son alarmantes. La cuenca del río Magdalena, por ejemplo, es un importante contribuyente de microplásticos al mar Caribe, liberando 2100 toneladas anualmente debido a la concentración existente en los municipios y en zonas aledañas.

De hecho, en años anteriores, el Centro de Investigaciones Hidráulicas e Hidrotécnicas de la Universidad Tecnológica de Panamá dio a conocer un estudio que indica que el litoral Caribe de Colombia está cuatro veces más contaminado con microplásticos que las playas del Pacífico.

Pero el asunto se torna aún más preocupante. Más allá de la fealdad que representan las imágenes de residuos sólidos en los balnearios, el plástico ha penetrado de tal magnitud que, hoy por hoy, empieza a inmiscuirse en procesos naturales como el nacimiento y la formación de una roca.

Nelson Rangel es profesor de geología de la Universidad del Atlántico en Barranquilla. Hace 9 años comenzó a liderar una investigación para conocer la intensidad de la contaminación en 300 playas de la región Caribe y en el transcurso de la misma aparecieron hallazgos que 50 años atrás era impensable: la formación de rocas de plástico.

En teoría, existen cuatro tipos de rocas. Una de ellas son las sedimentarias que, tal como su nombre lo indica, se forman por acumulación de sedimentos. Las podemos encontrar a las orillas de los ríos, mares, lagos y valles.

Resulta que en el sedimento hay presencia de varios minerales como el sílice y el carbonato de calcio, que comienzan a unir los granos de arena, a compactarse, y como consecuencia se forma una roca.

Pues bien, la preocupación se concentra en que la contaminación ha puesto de manifiesto un inquietante fenómeno: además de esos minerales, los restos de plástico también inciden en la formación de una roca.

“Ese plástico se fragmenta, comienza a degradarse y cuando se acumula hace parte del ciclo de la roca. Y en ese momento comienzan a unirse a los demás minerales y se forma la roca. Es decir, lo que une a los granos de arena es el plástico”, explicó el profesor Rangel.

Muchas de esas rocas tienen una apariencia peculiar con tonalidades azules verdosas y, en otras muestras, la presencia de residuos es tan evidente que afloran rastros de bolsas u otro material plástico.

Este tipo de hallazgos, descubiertos por primera vez en Colombia, se produjo en zona limítrofe de los departamentos de Bolívar y Atlántico, exactamente en los sectores costeros conocidos como Galerazamba (Bolívar); Punta Astilleros y Bocatocino (Atlántico).

Se trata de una investigación interinstitucional entre la Universidad del Atlántico y la Universidad del Norte, que se une a los pocos e insólitos casos similares registrados en otros lugares del mundo como Brasil y Hawaii.

“En el Caribe colombiano aparecieron estas nuevas formas de contaminación, representada por la formación de nuevos materiales. Es por eso que este estudio ratifica que los plásticos ya hacen parte del ciclo de las rocas, es decir, nuestra huella (humana) ya está presente en la geología”, puntualizó Felipe Lamus, profesor investigador del Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte; quien se encargó principalmente de la recopilación y análisis de muestras, con el apoyo de José Brito y Rubén Beltrán, egresados del programa de Geología.

Según el rector de la Universidad del Atlántico, Danilo Hernández Rodríguez, los resultados de esta investigación se constituyen en un aporte de alto impacto, al proveer insumos científicos para que las autoridades competentes puedan tomar decisiones acertadas que apunten a la conservación de nuestros ecosistemas.

Para los investigadores, el futuro que se devela no es nada alentador, pues la aparición de esas rocas advierte que la cantidad de plástico que se está produciendo, usando y botando, superó la capacidad para manejarlos y controlarlos.