Nación
Sicarios asesinaron a un hombre en el sur de Barranquilla
La víctima habría recibido dos impactos de bala.
Un nuevo atentado sicarial se registró en la mañana de este miércoles, 5 de abril, en Barranquilla. La víctima mortal fue identificada como Walter Freddy Dávila Cruz.
De acuerdo con información preliminar, el caso se presentó en la avenida Circunvalar con calle 45G, cerca del puente de la Murillo. Hasta ese punto habrían llegado dos hombres en motocicleta, quienes dispararon contra Dávila Cruz.
Según el reporte oficial, la víctima fue trasladada hasta un centro asistencial, donde posteriormente confirmaron su deceso. Walter Freddy habría recibido dos impactos de bala en el abdomen y en el tórax.
Las autoridades adelantan las pesquisas para determinar la identificación de los responsables, así como los móviles del hecho.
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Comerciantes piden porte de arma
Las extorsiones a comerciantes en Barranquilla van en aumento y el gremio exige al Gobierno local soluciones que garanticen su integridad.
Ante esta problemática, los comerciantes han puesto sobre la mesa el tema del porte legal de armas, esto con el fin de ejercer su derecho a la legítima defensa, medida que utilizarían para combatir la criminalidad.
Las víctimas esperan ser escuchadas, puesto que si aprueban el uso de armas, ellos aseguran que los asesinatos y extorsiones disminuirían.
Incluso, el alcalde municipal de Malambo también se refirió a la propuesta.
“Yo quiero saber cuántos homicidios hay en este departamento (Atlántico) con porte legal de armas. Yo quiero saber cuántos robos de tierra hay con porte legal de armas. El porte legal de armas no es una amenaza para nosotros, es una defensa”, dijo el alcalde de Malambo, Rummenige Monsalve Álvarez.
La propuesta de armar a la ciudadanía no es una iniciativa nueva del mandatario local. De hecho, en el año 2021, Monsalve Álvarez despertó todo tipo de comentarios cuando sugirió que los comerciantes puedan portar armas de fuego para defenderse de las actividades extorsivas. En aquel entonces, Fenalco apoyó la proposición y consideraron que no solamente se debería armar legalmente a los comerciantes, sino también a todo ciudadano que cumpla con los requisitos de ley para portar un arma de fuego.
Alias El Negro Ober y su estructura delincuencial Los Costeños están en muchas partes y sus sentencias de muerte se cumplen. Por eso, muchos ya contemplan dos caminos: cerrar sus negocios o armarse para hacerle frente a quien llegue a asesinarlos. No hay de otra, porque, según ellos, si no toman alguna de estas dos decisiones, terminarán muertos, acribillados por emisarios de Los Costeños.
Ya pasó antes y, seguramente, pasará ahora. “Los caminos están ahí, solo debemos decidir: en mi caso, no me voy a dejar matar y tampoco voy a cerrar mi negocio, porque si lo cierro, es condenar a mi familia a morir en vida. Me voy a armar, porque si el Estado es incapaz de protegerme, tengo que hacerlo yo”, dice un comerciante de Valledupar.
Asegura que las extorsiones son pan de cada día: “Y ese no es el problema, siempre nos han cobrado y lo seguirán haciendo, ahora el problema es que no quieren plata, sino nuestras vidas… Yo vivo en alerta constante, persona sospechosa que veo cerca de mi negocio, de una monto mi arma”, agrega.
Otro de los comerciantes consultados por SEMANA en Barranquilla hizo una escalofriante denuncia: “La sensación mía es que algunos policías están confabulados con estos extorsionistas. Hay un dicho que reza: siembra miedo y obtendrás lo que quieres. Cuando me llamaron a extorsionar, claro que hubo reacción de la Policía, vinieron, pero ellos me cobraron. Es decir, la vigilancia permanente que tuve en diciembre a mí me la cobraron los policías; ‘cuánto va a dar’, me decían”.
De acuerdo con las autoridades de Barranquilla, en marzo hubo 123 denuncias de comerciantes por posibles extorsiones. Los principales señalados son alias Otón, Negro Ober, Oreja, Cachetes, Fabianes, Bebo, Digno Palomino (quien tiene casa por cárcel) y Castor (que está prófugo en Venezuela). Así las cosas, los comerciantes barranquilleros enfrentan una encrucijada que puede poner en serios aprietos a la institucionalidad en esta región, en la que las bandas delincuenciales parecen sentenciar el rumbo de la economía y la vida.