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“Volvieron a llegar los inmigrantes a Puerto Colombia”: este es el nuevo atractivo turístico en el Atlántico
Se trata de un conjunto de figuras que representan a los primeros inmigrantes que llegaron al país por el muelle de Puerto Colombia.
El muelle de Puerto Colombia es sinónimo de progreso no solo para el departamento del Atlántico, sino para Colombia misma. Cuenta la historia que aquella infraestructura, considerada en su momento la segunda más grande a nivel mundial, fue construida entre 1888 y 1923. Por allí entró el desarrollo económico y la migración que trajo al país una gran diversidad en términos de riqueza cultural y social.
Con el propósito de rememorar ese tipo de acontecimientos, la administración departamental lideró la reconstrucción de aquel monumento que comienza a consolidarse como símbolo turístico. De cara a generar esa cercanía con la historia, la gobernadora Elsa Noguera develó el pasado jueves, 29 de septiembre, las primeras tres esculturas que rinden homenaje a los inmigrantes asiáticos, franceses e italianos que entraron al país por el muelle.
“Volvieron a llegar los inmigrantes a Puerto Colombia. Desde hoy, los atlanticenses y turistas que visiten la plaza y el muelle se encontrarán con las primeras tres obras que rinden homenaje a las familias provenientes del oriente, Francia e Italia, quienes arribaron a Colombia por el muelle hace más de un siglo y se quedaron para aportar al desarrollo de nuestro departamento”, expresó la mandataria.
La primera obra, ubicada en el tramo inicial del muelle, es una mujer que sostiene una sombrilla oriental, vestida con un atuendo tradicional chino rojo con apliques dorados y adornado con flores de cerezo.
En medio del trayecto también se encuentra la figura de un fotógrafo francés, engalanado con su traje de sastre de época y una infaltable boina francesa. A unos cuantos pasos, sentado con vista al horizonte, un gondolero veneciano sostiene un remo, en representación de la cultura italiana.
“Con esta puesta en escena artística, se mantiene vivo el patrimonio cultural que los inmigrantes le aportaron a nuestra identidad, logrando así revivir la experiencia de 1920, mientras se disfruta del espacio público frente al mar”, dijo Noguera.
Las obras son parte del trabajo de la artista Elsa Marina Losada, conocida como Elmar. Cada pieza pesa entre 250 y 300 kilos, el tamaño promedio superan 1,60 metros de alto. Para su elaboración fueron requeridos entre 6.000 y 8.000 piezas de materiales como porcelana, cerámica, smalti italiano, piedras semipreciosas, entre otros recursos utilizados en la técnica de mosaico, sobre las figuras en bronce.
De acuerdo con la Gobernación, el Atlántico ha recibido a lo largo de los años a familias procedentes de China, Japón, Corea, entre otros países del continente asiático. En particular, la comunidad china conforma actualmente una de las colonias más numerosas en la capital del Atlántico, con 960 familias radicadas hoy en Barranquilla.
El aporte de los chinos a la cultura costeña se da en la gastronomía. Además, su impacto en otros sectores del comercio ha sido parte fundamental del desarrollo del departamento.
Una de las historias que está por reconstruirse de manera unitaria es la de la llegada de los franceses a Barranquilla, ya sea a través de Puerto Colombia, desde el Urabá o por el terminal marítimo, directamente entre los siglos XVIII y XX. Entre los personajes destacados de esa migración está el francés Eliseo Reclus, geógrafo y naturalista, quien llegó a Barranquilla entre 1855 y 1860 en condición de viajero de paso, y quien fue clave para promover el auge comercial de la ciudad en Europa.
Desde el siglo XIX, Barranquilla también comenzó a recibir un gran número de familias italianas, muchas desembarcaron en el Muelle de Puerto Colombia. Gran parte de estos inmigrantes venían huyendo de las dos guerras mundiales y, para llegar a nuestro país, era obligado este punto del Caribe. A finales del siglo XIX, ya había una floreciente actividad empresarial italiana, que se consolidó a principios del siglo XX.
La huella italiana también se nota en la llegada de la ópera, con la gastronomía muy presente en el trabajo con las pastas, y las obras monumentales. Por ese lado, se destacan los diseños de la Catedral Metropolitana María Reina, elaborados por Angelo Mazzoni en 1951.