Bogotá
Colegio Bethlemitas rompe el silencio frente a casos de presunto acoso sexual: abrirá diálogo con las víctimas
La institución educativa profundizará en los canales de atención “para evitar cualquier clase de violencia; con el propósito de que, historias como las que se han relatado, no se repitan nunca”.
Después de las decenas de denuncias de exalumnas de presuntos casos de acoso sexual al interior del colegio Sagrado Corazón de Jesús Bethlemitas, en Chapinero, al norte de Bogotá, por parte de algunos profesores durante varios años, las directivas de la institución educativa rompieron su silencio y anunciaron que abrirán un diálogo con las víctimas para llegar hasta el fondo de esta situación.
“Desde la comunidad de hermanas Bethlemitas, sus dos colegios en Bogotá y Colombia, lamentamos profundamente los hechos que se dieron a conocer recientemente y nos solidarizamos con las víctimas”, afirmó la superiora provincial, Romelia Gómez, en un principio.
En ese sentido, Gómez dejó claro que “no revictimizaremos a nadie y en el marco del respeto, abriremos espacios para escuchar a quienes hoy lo estén requiriendo. Crearemos herramientas nuevas y profundizaremos en nuestros sistemas de atención para evitar cualquier clase de violencia; con el propósito de que historias como las que se han relatado no se repitan nunca y se conviertan en lección para el futuro”.
De igual modo, las directivas del colegio esperan que las investigaciones por parte de los entes de control permitan llegar hasta el fondo de lo sucedido, para poder tomar así las decisiones pertinentes. “Hemos dispuesto todo para que las autoridades puedan llevar a buen término su trabajo y, simultáneamente, buscamos también llegar al fondo de este asunto aplicando medidas internas y tomando decisiones. Nuestra comunidad -hoy afectada- continuará trabajando ahora con más fuerza, para proyectar, para planear y para corregir”, subrayó Gómez.
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Finalmente, en una respuesta clara a los cuestionamientos que ha recibido el colegio por no haberse pronunciado frente a las denuncias, Gómez afirmó: “El silencio no es ni será jamás nuestra alternativa”.
Los dolorosos relatos de estudiantes que denunciaron ser víctimas de acoso sexual por parte de varios profesores
Lo que fue un secreto a voces durante años en el colegio católico Sagrado Corazón de Jesús Bethlemitas, en Chapinero, se fue alimentando de manera escandalosa a tal punto que se convirtió en un grito de dolor, rabia e indignación que no pudo ser silenciado.
Exalumnas de ese colegio religioso, que hasta hace poco era únicamente femenino, no aguantaron más y revelaron a los cuatro vientos lo que por años sufrieron en el plantel educativo: presuntos casos de acoso sexual por parte de varios profesores, quienes habrían utilizado su figura de poder para ganarse la confianza de las menores y así empezar a hacer comentarios y propuestas indecentes, logrando que algunas accedieran a sus pretensiones.
El escándalo detonó dos semanas atrás con un plantón que las exalumnas realizaron afuera de las instalaciones del colegio. Con pancartas, arengas y cánticos, las jóvenes expulsaron ese dolor atragantado. Las frases fueron demoledoras: “Éramos unas niñas”, “Mi falda no es corta, es tu educación”, “¿Profe, todavía me imagina en ropa interior?” y “Las denuncias no expiran”.
El plantón y algunas publicaciones en Instagram, en las que se empezaron a ventilar los casos, son apenas la punta del iceberg que tienen al colegio Bethlemitas y a sus directivas bajo el escarnio público y en la mira de las autoridades. SEMANA recopiló testimonios de las desgarradoras experiencias que vivieron varias mujeres.
El profesor de Español
Tres testimonios de estudiantes egresadas en 2017 y 2018 señalan la peculiar forma de comportarse del profesor de Español, quien recibiría el nombre de Juan Manuel, según contó una de ellas. No solo les hacía comentarios obscenos, sino que incluso llegó a tener encuentros sexuales con dos de estas menores.
“Yo tenía 17 años y estaba en once en ese momento. El problema se inició justo el día en el que se realizó la campaña para la personería. Llevábamos tiempo planeando las actividades y una de ellas era una fiesta neón. Para ello decidimos oscurecer por completo un salón. Quienes éramos las encargadas de la actividad estábamos vestidas de negro y teníamos una falda. En un momento determinado ingresó el profesor, se paró detrás de mí y me tomó con fuerza de la cintura para pegarme hacia él. Seguido de eso, me dijo en el oído: ‘Qué linda se ve así, deberíamos bailar’”, contó una de ellas.
Según su relato, durante ese día, el profesor no hizo otra cosa diferente que hacerle comentarios acerca de sus piernas. “Me llegué a sentir hasta culpable por haber usado esa falda, pues era lo que el colegio nos metía en la cabeza”, precisó. Esta incómoda situación no paró allí.
“El resto del año tuve que soportar comentarios sobre ese día, sobre cómo iba vestida y sobre lo mucho que le gustaba”, agregó. Y puntualizó: “De los muchos comentarios que me hizo ese año, el peor fue: ‘A veces, en las noches, me acuerdo todavía de cómo estaba vestida y de cómo se le veían esas nalgas’”. Estas palabras, sin duda alguna, le causaron “asco” y repudio hacia este profesor, quien, según ella, “tenía múltiples relaciones con estudiantes, las mismas directivas conocían ese tema. Es más, usualmente ese docente cada año salía en una relación oficial con alguna de las alumnas recién graduadas”.
Un segundo relato de otra estudiante corroboraría no solo que el actuar del profesor era sistemático, sino que efectivamente, una vez después de graduadas, buscaba a las jóvenes de manera insistente. “Yo tenía 16 años. A finales de décimo, en 2016, el profesor empezó a decirme que yo era muy inteligente y bonita, pero también me hacía comentarios acerca de mi cuerpo.
Esos comentarios se hicieron más frecuentes en once y en varias ocasiones me preguntaba cuándo cumplía los 18 años, pues solo hasta que yo tuviera esa edad podíamos pensar en hacer algo más”, contó la segunda estudiante. Sin embargo, de acuerdo con su relato, fueron tantos los piropos del profesor que llegó a sentirse atraída por él, a pesar de que era una niña. “Él sabía exactamente cómo manipularme y aprovecharse de la situación. Lamentablemente, accedí a estar con él. Me gradué y nos seguimos viendo fuera del colegio. Me buscó durante tres años”, reveló.
El tercer relato es mucho más diciente. “Fue en once, yo tenía 16 años. Él se acercó a mí gracias al concurso de lectoescritura. Al momento de presentarle mi escrito, él mostró cierto interés por la temática y empezamos a hablar todos los días. Al principio, las conversaciones eran triviales, pero luego se tornaron más personales y explícitas, me hacía preguntas de mi vida íntima y me contaba cosas de su vida sexual”, narró.
La hoy exalumna contó que el profesor la fue “moldeando”, diciéndole cómo le gustaban las mujeres. Fue tanta la manipulación ejercida por el docente sobre ella que, en un momento dado, tuvieron relaciones sexuales en el colegio. “En un descanso me invitó a tener relaciones, pero luego se arrepintió diciéndome que yo era menor de edad. Entré en depresión porque yo quería agradarle, así, a ese nivel, era su manipulación.
Sin embargo, después me volvió a insistir, y a la semana siguiente, cuando nos quedamos en el colegio después de clases para preparar una obra de teatro, él me dijo que quería tener sexo conmigo. Yo accedí y estuvimos por todo el colegio buscando un salón para hacerlo, y terminamos en la capilla”, afirmó.
A los moteles
Lo ocurrido con este profesor de Español no sería un caso aislado. Al parecer, se trataría de un patrón de comportamiento de varios docentes ante la falta de acciones contundentes de las directivas. SEMANA también conoció hechos estremecedores que datan de hace nueve años.
“En 2014 fui una de las estudiantes que, con el apoyo de una profesora, denunciamos a cinco docentes que se intercambiaban los carros entre ellos para llevar a las estudiantes a los moteles y tener encuentros sexuales con ellas”, contó Natalia, quien pidió ser llamada así para proteger su identidad.
De acuerdo con ella, estos profesores acostumbraban a ganarse la confianza de las estudiantes para luego hacerles propuestas sexuales, a las cuales las alumnas terminaban accediendo, puesto que varias de ellas tenían dificultades con las materias que ellos dictaban y era una manera de mejorar sus notas. Incluso, según el relato de esta exalumna, “los profesores se contaban entre sí cuáles eran las estudiantes más fáciles”.
Natalia se atrevió a dar el nombre de estos docentes: “Néstor Vargas, profesor de Química; Alexánder Santos, de Física; Diógenes Cabrera, de Filosofía; Óscar (no recordó el apellido), de Educación Física, y Helbert Céspedes, de Economía”.
“Yo conocí de cerca el caso de una compañera, quien me contaba muy jocosamente, porque éramos unas niñas, las aventuras que tenía con el profesor Néstor Vargas, no solo en los moteles a los que iban, sino en el salón de química en el colegio en donde se veían a puerta cerrada”, señaló.
Como retaliación a la denuncia de Natalia, estos cinco profesores le hicieron perder las materias y el año escolar. “La propia rectora de esa época, Berenice Moreno, tuvo que calificar mis notas de manera independiente”, comentó.
Ninguno de estos docentes continuó en el colegio. Sin embargo, todas las estudiantes coinciden en mencionar a una de las coordinadoras de la institución que aún trabaja allí, Patricia Bautista, quien, según ellas, siempre estuvo al tanto de todos estos casos, pero minimizaba la situación asegurando que “eran ellas quienes provocaban a los profesores por tener las faldas tan arriba”.