Bogotá
El drama de miles de familias al sur de Bogotá, en donde tomarse un vaso con agua es un lujo
Familias Verbenal del Sur, Ciudadela Paraíso, Austria, entre otros barrios en Ciudad Bolívar, deben sobrevivir con tan solo 30 minutos de agua a la semana.
Irónicamente, mientras Bogotá aporta más del 25 % al Producto Interno Bruto de Colombia y en donde el presupuesto anual de la administración este año ascendió a más de 28 billones de pesos y en cuyo territorio se concentra el principal tejido empresarial de toda la nación, al sur de la ciudad, miles de familias viven un verdadero drama, pues además de la impactante pobreza que los rodea, tomarse un vaso con agua se les convirtió en un verdadero lujo, en muchas ocasiones, imposible de pagar.
Esa es la alarmante realidad de familias enteras que residen en los barrios Verbenal del Sur, Ciudadela Paraíso, Austria, Tierra Nueva, Bella Flor, Bella Flor La Torre, Santa Marta, El Recuerdo y Entre Nubes, ubicados en los lugares más recónditos de Ciudad Bolívar.
Basta con hacer un recorrido por la zona para observar la impactante situación que centenares de niños, jóvenes, adultos y abuelos afrontan a diario, pero que a las entidades distritales parece no importarles.
Yaneth Cortés, de 57 años, quien vive en una humilde casa en Verbenal del Sur con sus dos nietas, debe sobrevivir con tan solo 30 minutos de agua a la semana, sin embargo, en muchas ocasiones puede llegar a completar hasta 21 días sin el líquido vital. Una realidad desgarradora.
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Con ansias, debe esperar al domingo o al lunes en la noche, que son los únicos días de la semana en los que puede llenar el pequeño tanque de almacenamiento que tiene afuera de su casa. Solo tiene 30 minutos para hacerlo. De tener suerte, lo llena por completo, pero si la presión del agua es muy baja, el tiempo establecido a duras penas le alcanza para llenarlo hasta la mitad y con esa cantidad que alcance a recoger, debe sobrevivir durante ocho días o hasta más.
Para Yanteh y sus dos nietas, contar con el servicio de agua en la casa es prácticamente un espejismo del que no pueden disfrutar. La poca agua que logran almacenar tan solo les alcanza para los primeros dos o quizá tres días y con ella deben cocinar, bañarse, cepillarse, lavar la ropa y evacuar el sanitario. De esta manera, lo almacenado se convierte en una cantidad irrisoria.
“Cuando no hay agua, nos toca ir y caminar hasta 30 minutos para poder conseguirla en galones, con los vecinos que sí tienen el servicio de agua, pero a mi edad ya me canso mucho y me lastimo las manitos, la espalda”, cuenta Yaneth con la voz entrecortada.
Para ella, lavar su ropa y la de sus nietas es una verdadera odisea. “Con poquita agua, reciclando y saber lavar, pero solo se puede lavar lo más pequeño, porque lo más grande toca buscar a dónde nos hagan el favor”, dice.
Para esta señora de 57 años, sin trabajo, sin ningún apoyo económico del Estado e incluso sin Sisbén, tomarse varios vasos con agua es un lujo que no se puede dar todos los días. “Yo guardo un galoncito de reserva y cuando tengo sed, tomo de ahí, pero cuando se acaba no hay cómo”, señala.
El agua en esta zona de Bogotá es intermitente, porque son urbanizaciones ilegales y la Empresa de Acueducto de Bogotá no puede prestar el servicio. Sin embargo, la comunidad se las ha ingeniado para lograr tener aunque sea esos 30 minutos del preciado líquido.
Por medio de motobombas y conexiones ilegales, la comunidad se ha logrado conectar a las tuberías existentes de la Empresa de Acueducto y por medio de mangueras surten a cada una de las viviendas, pero no es tan sencillo como parece.
Yanteh, al igual que miles de familias del sector, deben pagar 12.000 pesos mensuales para poder tener dicha conexión del servicio de agua y, además, semanalmente deben cancelarle a un fontanero la suma de 4.000 pesos, pues es él la persona encargada de administrar las motobombas, muchas veces en horas de la madrugada, para surtir de agua a las viviendas.
“Una tan pobre de dónde saca para todo. Por lo menos yo ya estoy debiendo tres meses y me dijeron que si no pago esa plata, me dejan sin agua”, precisa Yaneth.
Gerardo Bayona vive una situación igual o más dramática que la de Yaneth. Vive en una casa hecha a tablas, pero que no es de él y por la que debe pagar 250.000 pesos mensuales de arriendo. El sufrimiento por la falta de agua es inexplicable.
“Para bañarme es un problema, cuando hay agua se puede cada dos días, cuando no hay, pues toca seguir así, porque el placer del baño no se puede cambiar por el placer de la comida”, señala Gerardo.
Cepillarse los dientes, una acción más que elemental y sencilla para millones de ciudadanos, para Gerardo es totalmente diferente. “Es muy complicado, si hay agua se cepilla uno en la mañana y en la noche, si no hay, solo en la noche”, anota.
Gerardo, de 33 años, a pesar de sus limitaciones económicas, es animalista y recoge perros abandonados en las calles, los alimenta, los cuida, los cura y trata de buscarles un nuevo hogar. Vive con su esposa, con quien tiene una hija de 18 años, pero quien reside con su pareja.
Para Yaneth y Gerardo, como a miles de familias de Verbenal del Sur y demás barrios aledaños, sería una gran bendición poder contar con el servicio de agua mucho más seguido y, aunque saben que están en una urbanización ilegal, le piden a la alcaldesa Claudia López y a su administración que no los olviden.