Bogotá
Hombre tuvo que huir por amenazas de muerte en Bogotá: intentaron dispararle y le rompieron la cabeza a su hermano; la víctima habló con SEMANA
La víctima hoy en día teme acercarse a su vivienda por miedo a que estas personas atenten contra su vida o la de su familia, pues ya han intentado dispararles.
Una difícil situación vive actualmente una familia en el barrio El Amparo, ubicado en la localidad de Kennedy, en Bogotá, por cuenta de personas que prácticamente se han adueñado de la zona y la han convertido en su ‘fortín’ para vender drogas y cometer todo tipo de delitos, sembrando terror en la comunidad que, por miedo a represalias, no se atreve a denunciar la situación.
Carlos, quien no se llama así, pero pidió que no se diga su nombre real por miedo a cualquier retaliación, es un padre que junto a su familia se convirtió prácticamente en un blanco de estos delincuentes que, al parecer, serían extranjeros que poco a poco fueron llegando a la capital del país en medio de la pandemia de covid-19.
Desde hace muchos años, este hombre tiene una empresa de textiles ubicada en este lugar, un negocio con el que ha logrado sacar adelante a sus hijos pequeños, que también viven con miedo de que algo les pueda pasar.
En diálogo con SEMANA, Carlos explicó que El Amparo siempre ha sido un barrio con muchas circunstancias difíciles en lo relacionado con temas de inseguridad. Sin embargo, todo ha venido empeorando en los últimos años a medida que más presuntos delincuentes se ubican en este sitio para planear y ejecutar sus actividades delictivas, especialmente lo que tiene que ver con el microtráfico.
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El inicio de los problemas
Él y su familia han tenido algunos problemas con estas personas que, según dice, se creen “los dueños del barrio”. Los inconvenientes se dan principalmente por los camiones que se deben acercar a la empresa para descargar las telas, pero las cuadras no son muy cómodas para que estos vehículos grandes hagan ciertos giros.
La situación empeoró el pasado miércoles, 6 de diciembre, cuando uno de los camiones se enredó de manera accidental con una carreta que utilizaban para reciclar. Esta situación desató la furia del reciclador y varias personas comenzaron a insultar a Carlos, por lo que él decidió sacar su celular para llamar a su hermano y pedir ayuda, algo que no le gustó a quienes estaban presentes que de inmediato respondieron con violencia.
“Saco yo mi celular y me agarraron a palo. Uno de ellos me dice: ‘usted aquí no puede hacer una llamada porque usted vive en una olla’ (…) Seguro pensaron que yo estaba llamando a la Policía y me agarraron hasta con machetes. Mi hermano alcanzó a salir a intentar defenderme, finalmente salió herido porque le rompieron la cabeza con un palo”, relató.
Después de cinco minutos, al lugar llegó la Policía y esto ocasionó que los agresores se dispersaran de manera inmediata, por lo que no pudieron capturar a ninguna persona. Carlos asegura que hay varios vecinos que cuentan con cámaras de seguridad, pero la mayoría dice que no sirven, aunque él cree que es por temor a que estos delincuentes les hagan algo. “Yo tengo que encontrarme con ellos todos los días para salir de mi casa, prácticamente les tengo que pedir permiso para esto”, dice.
Amenazas en contra de él y su familia
Tras lo ocurrido, empezó el verdadero calvario para Carlos y su familia, ya que estas personas empezaron a amenazarlos, algo que cada vez ha ido escalando hasta el punto de intentos de asesinato.
En un principio, los delincuentes señalaban la casa y a los integrantes de la familia, a quienes les hacían señas de que los iban a matar. “Nosotros creímos que las cosas no iban a crecer tanto, esperábamos que se les bajara un poquito la calentura que tenían y que pudiéramos continuar”, manifestó.
Sin embargo, las cosas empeoraron el pasado 12 de diciembre, día en el que uno de sus primos no se pudo contener y decidió reclamarle al sujeto que le había pegado con el palo en la cabeza al hermano. Al igual que con el problema anterior y como si se tratara de una pandilla, todas estas personas respondieron, pero en esa ocasión cambiaron los palos por armas de fuego, generando más temor en la familia de Carlos.
“De un momento a otro llegaron como siete tipos y nos agarraron a tiros. Ellos pensaron que él estaba en la camioneta y le pegaron un tiro a la ventana del conductor. Hicieron dos tiros a la casa, uno pegó en la puerta principal y el segundo lo hicieron al cuarto piso porque allí vieron a la señora que nos colabora con el aseo del apartamento y el cuidado de los niños”, contó.
Según le relató a este medio, afortunadamente el tiro fue superior y no alcanzó a ingresar a la casa, ya que de no ser así la mujer hubiera podido salir herida.
El hecho generó gran pánico en la familia, por lo que de inmediato dieron aviso a la Policía que en pocos minutos llegó al sitio, pero nuevamente los delincuentes ya se habían escapado y ocultado en una casa que queda a pocos metros de la de Carlos. Sin embargo, él relata que las autoridades ya los tienen identificados, pero por el momento no los han podido judicializar.
“No está uno tranquilo por la situación, incluso me han escrito algunos empleados advirtiendo que se encuentran muy asustados, ya que también los están señalando e insultando”, explicó.
Tuvieron que abandonar su casa y empresa
Carlos señaló que la situación ya se ha salido de control y todos los días temen porque algo les pueda pasar. Pese a que ya instauraron la respectiva denuncia, la única alternativa que tuvieron fue mudarse a otro lugar para evitar cualquier atentado contra su vida o la de algunos de sus familiares.
De acuerdo con él, la Fiscalía ya los tiene identificados por fotos, pero no han podido hacer nada, ya que no saben sus identidades, pues entregan datos falsos cada vez que son detenidos. Además, todo parece indicar que dentro de este grupo hay un menor de edad que es el que se encarga de disparar, lo que complica el actuar de la justicia.
“Es absurdo que alguien pueda venir a hacerle daño a una persona y que no sepan su identidad (…) El tema aquí es demasiado complicado y no se ha visto mejora, entre más días es peor”, relató.
Por el momento, Carlos exige ayuda de las autoridades, al tiempo que busca opciones para irse del barrio, aunque es complicado debido a que tiene que reubicarse junto a su familia y su empresa. Actualmente, y debido a que los empleados también recibieron amenazas, él y su familia acudieron a la ayuda de sus seres cercanos y se fueron del sitio por algunos días.
“Definitivamente no puedo seguir trabajando aquí, el tema es demasiado grave, especialmente por los niños. Yo tengo una empresa aquí, unas casas, tenemos empleados, tenemos mercancías, entonces no va a ser tan rápido que nos podamos ir, pero nos toca salir porque es primero la vida de todos nosotros”, finalizó.