Denuncia
Joven denuncia abuso sexual y presunta negligencia para atender su caso en Bogotá
La revictimización de las personas que sufren algún tipo de abuso, ocurre muchas veces al tener que revivir momentos traumáticos en sus vidas.
Los casos de abuso sexual y presunta negligencia de parte de los organismos que deben atenderlos en el país se han vuelto algo normal. Recientemente, a través de las redes sociales, una joven identificada en Instagram como Manuela Alejandra denunció haber sido víctima de esta conducta por el esposo de su abuela y lo que sería una omisión de la atención a su situación en URI.
SEMANA se contactó con la joven de tan solo 19 años, quien detalló lo sucedido. “Mi situación se remonta a mi infancia (antes de los siete años), viví abusos sexuales, todo tipo de cosas horribles me hizo este tipo, el esposo de mi difunta abuela. Tuve que aguantar abusos como hasta los 11-12 años, estoy tan traumada que tengo bloqueados mis recuerdos de la infancia, situación que estoy intentando solucionar con mi psiquiatra y psicólogo”, manifestó inicialmente.
A pesar de que los abusos pararon, Manuela seguía viviendo con esa persona, aunque le contó a su familia lo ocurrido, pero “ellos no supieron realmente cómo actuar y por negligencia e ingenuidad viví mi vida con mi abusador. No fue hasta que mi abuela falleció que yo me liberé del infierno en el que vivía (2020), pero ahí dejé de estar en modo supervivencia, caí en mi depresión, en la ansiedad, en trastorno de estrés postraumático, tenía pesadillas todo el tiempo, y que hasta al día de hoy frecuento pero con menos intensidad”. Incluso narra que el sujeto la nalgueaba frente a su familia, pero nadie hacía nada.
Agrega que, aunque ya no vivía en la misma casa, empezó a tener ideas suicidas “muy marcadas, no dormía, no comía. Esto fue en 2021, en diciembre tuve mi primer intento de suicidio, el 24 de diciembre”. Siendo hospitalizada el 25 en la Clínica Colombia. “Estuve tres días allí, en dónde empecé mi proceso de demanda en la clínica con ayuda de la línea de la mujer y el protocolo del hospital. Me trasladaron a una clínica psiquiátrica en donde estuve 15 días internada”, continuó.
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Y destacó que empezaron a medicarla con más intensidad, pero la medicina la dejaba dopada para evitar las fuertes crisis de ansiedad y depresión. “Todo continuó empeorando, mi denuncia nada que avanzaba, no fue hasta los seis meses que me dijeron que debía ir (al municipio de) Soacha, lugar donde sucedieron los hechos de abuso, pero todo fue un proceso revictimizante teniendo en cuenta que vivo por la salida de Bogotá hacia el noroccidente”, expresó.
Manuela denuncia, lo que, al parecer, sería negligencia: “Durante este proceso me asignaron una funcionaria de la Sijín, la cual fue muy negligente y cero empática conmigo, me escribía justo un día antes de la cita para cancelarme (teniendo en cuenta que vivía lejos), hasta que por fin me dijo que fuese, que no me iba a cancelar, esperé una hora afuera de la Fiscalía seccional 3 de Soacha y ella nunca llegó”.
Según la joven, la funcionaria se excusó “en que estaba embarazada, así que otro asesor me atendió, reviviendo mi proceso y revictimizándome, él me indicó que mi proceso debía iniciar mucho antes, pero que la funcionaría no fue responsable. Allí presenté mi testimonio, le conté todos los detalles más dolorosos, y al salir me dijeron que me comunicara con la fiscal, pero nunca contestaron, y no me dieron el número de la fiscal nunca porque ella no accedía”.
El caso se perdió por lo anterior en 2022, “a pesar de que yo me comuniqué con muchas personas para pedir ayuda, mi travesía empieza con la línea de la mujer, en donde eso me ayudó en su momento a instaurar la denuncia, y después me dijeron que no podían ayudarme más porque el caso era en Soacha (aunque yo vivía ya en Bogotá). Me comuniqué con la Defensoría del Pueblo, me dijeron exactamente lo mismo, después con la Línea 106 buscando ayuda psicológica, en dónde sólo recibí consejos como ‘respira’, cuando yo alertaba que estaba por suicidarme”, manifestó.
“Todo el 2022 estuve en el psiquiatra, tuve dos hospitalizaciones nuevas, la última, por un intento de suicidio y por el que, gracias a Dios, estoy viva contando mi historia, un lavado de estómago me salvó. A mi abusador no le bastó con todo el daño que me hizo, denunció a mi mamá por calumnia, llamó a mi casa advirtiendo que sabía dónde vivía yo, lo cual es cierto porque él vino antes de que yo hiciera la demanda”, añadió Manuela.
El caso empeora teniendo en cuenta el historial de la familia del señor, que, al parecer, estaría reseñada con una orden de alejamiento de mi difunta abuela por golpes y violencia. Por lo que Manuela cuestiona: “¿Qué puedo esperar yo entonces? No le bastó con abusarme, también quiere hacerme sentir miedo cada día de mi vida, y la fiscal de mi caso nunca contestaba, y yo no sabía cómo solicitar la orden de alejamiento”.
“Me comuniqué con la Fiscalía, me indicaron que tenía dos opciones: o acercarme a Soacha, lo cual no era opción para mí, o acercarme a la Inspección de Policía. Lo hice, fui a la de Chapinero, me indicaron que estaba en la Alcaldía, me acerqué y me dijeron que ahí no era y que se iban a almorzar. Después a la Inspección de Teusaquillo, me dijeron que me fuese a la estación de Teusaquillo, me dijeron que sólo me podían atender de 2:00-3:00 p. m., o que me fuera a una URI de Paloquemao”, agregó.
La joven narra que no le querían dejar entrar porque esas denuncias sólo se reciben después de las 2:00 p. m., “a pesar de que me dijeron que las URI son 24 horas. Al final convencí al celador y entré, para empezar mi peor humillación. Me atendió una señora, frente a la fila de todos, me preguntó detalles íntimos de mi denuncia, que ‘¿qué delito era?, ¿qué me pasó, que me hicieron?’, lo gritaba a todo pulmón y decía que no escuchaba. A tal nivel que cuando dije abuso sexual, una persona que estaba haciendo fila tuvo que repetirle a la señora que mi caso era de abuso sexual”.
“Me preguntó detalles tan íntimos, me dijo que yo qué hacía allá, que en esa casa mandaba ella, que en mi caso, ella no mandaba, y las preguntas incómodas no cesaban. Me dijo que por qué quería poner la orden si él no me estaba amenazando, que ‘¿qué era lo peor que me podía hacer?’”, destacó en diálogo con SEMANA.
Manuela enfatiza en que una víctima de violencia sexual debe ser protegida de su abusador, y aseguró que la funcionaria “me dijo que debía irme a mi casa, que entonces si no puedo acercarme a Soacha, cómo sí pude acercarme a Teusaquillo, que ‘¿qué hacía allá entonces?’. Que me fuera, que no me iban a ayudar ahí, yo ya estaba al borde del colapso, me iba a ir porque estaba cansada de la humillación y revictimización. Y me dijo que tendría que poner una nueva denuncia por amenazas, pero que no sabía qué iba a decir yo para convencer al oficial de la Sijín”.
Dicho oficial, en cambio, “fue muy amable y me ayudó de manera respetuosa, pero nada remedia el sufrimiento que pase con la asesora”. Por lo cual, Manuela pide ayuda para que en la Fiscalía se tomen medidas “en mi caso y sepan cómo es la justicia en Colombia; necesito visibilizar y difundir porque lastimosamente la única forma de que la Fiscalía haga justicia es con presión mediática”.