Nación
Explotación sexual infantil: un problema perverso y lucrativo que toma fuerza en Bucaramanga
En postes, muros y puentes peatonales de diversos espacios públicos en la Ciudad Bonita se observan carteles con mensajes que invitan tanto a mujeres como a hombres a trabajar como modelos ‘webcam’.
La falta de oportunidades, el descuido de los padres, las malas compañías o amistades son algunas de las causas de una problemática que ha aumentado considerablemente en la ciudad de Bucaramanga, la explotación sexual infantil.
SEMANA presenta una radiografía de este flagelo, el cual tiene las alarmas encendidas entre las autoridades, quienes en el primer semestre del año rescataron 12 menores de edad que estaban siendo instrumentalizados.
María* es una de esas menores de edad rescatadas por la Policía, la Secretaría del Interior y la Comisaría de Familia. Ella, como la mayoría de niñas, fue engañada y posteriormente terminó siendo instrumentalizada por un sujeto, quien solo buscaba lucrarse y robarle su inocencia.
“Llegué por necesidad, inicialmente me ofrecieron un trabajo diferente, como se dice, me pintaron pajaritos en el aire; estaba tan desesperada de ver la situación que vivíamos en mi casa que acepté. Luego fue que comenzó la pesadilla, cuando me quise salir, ellos me amenazaban con divulgar fotos íntimas en redes sociales y con contarle a mis papás. Uno le tiene miedo al escarnio público”, contó la joven, quien vive en el sector norte de la capital santandereana.
En postes, muros y puentes peatonales de diversos espacios públicos en la Ciudad Bonita se observan carteles con mensajes que invitan tanto a mujeres como a hombres a trabajar como modelos webcam.
En redes sociales también existen numerosas ofertas y convocatorias relacionadas con negocios de contenido sexual a través de internet, en las cuales, muchas menores terminan siendo víctimas de explotación o abuso.
“En pandemia, cuando todo pasó a la virtualidad, este tipo de situaciones empezó a tener más auge en medio de un lucro económico. Ahí vemos la trata de personas, porque estos menores son obligados. A ellos les toman fotografías y los amenazan con filtrarlas, en otros casos los menores son seducidos con dinero y aceptan sin entender las consecuencias que esto representa”, aseguró el intendente Edwin Vera, del grupo de Infancia y Adolescencia de la Policía de Bucaramanga.
Los proxenetas o explotadores sexuales tienen montada toda una logística para intentar pasar desapercibidos y burlar los controles de las autoridades. En Bucaramanga, como en otras regiones del país, suelen utilizar casas de familias e incluso establecimientos comerciales como ferreterías o fuentes de soda para camuflar estos estudios webcam clandestinos.
Precisamente, en uno de los operativos realizados por la Policía se descubrió que una fuente de soda, ubicada en el barrio Kennedy, era usada como fachada de un estudio webcam clandestino. En este lugar fueron rescatadas cuatros menores, entre los 13 y 17 años, ellas eran abusadas para hacer contenido sexual con fines comerciales a través de internet.
Según las autoridades de Bucaramanga, alrededor del 70 % de las menores rescatadas también son inducidas al consumo de sustancias estupefacientes. Viven en hogares disfuncionales o carecen de afecto por parte de sus padres.
Los proxenetas o explotadores sociales, por lo general, no tienen ningún vínculo con los menores de edad. Sin embargo, sí tienen un poder convencimiento y manipulación, lo cual hace que los menores de edad terminen inmersos en este pervertido mundo.
Así descubren los estudios clandestinos
Los explotadores suelen arrendar inmuebles para, aparentemente, vivir ellos, sin embargo, nada más ajeno de la realidad. Pues, estos sitios son adecuados con luces, computadores y diversos elementos tanto sexuales como de filmación para que las menores de edad puedan realizar los contenidos que, en la mayoría de ocasiones, son consumidos por pedófilos y vendidos en otros países.
“En ocasiones, los residentes de los sectores denuncian que menores de edad ingresan y salen constantemente de una misma vivienda; la situación llama la atención porque son diferentes jóvenes en momentos diferentes. En otros casos, son los padres de familia quienes interponen la denuncia e incluso, en ocasiones, los menores de edad cuentan las cosas que hacen en el colegio a sus compañeros o profesores. Ahí se inicia la investigación”, dijo Silvia Suárez, coordinadora de las Comisarias de la Familia de Bucaramanga.
La explotación sexual, actualmente, no es solamente utilizar a un menor de edad o a un adulto para que realice contenido sexual en contra de su voluntad. También se presenta con la venta de fotografías íntimas, la trata de personas y la prostitución, entre otros.
“Ahora, está tomando fuerza la venta de fotografías íntimas en colegios, por ejemplo hay casos donde niñas se toman fotografías de sus partes íntimas y se las venden a sus compañeros, dependido la parte del cuerpo la foto puede costar entre 200 pesos y tres mil pesos. Sin embargo, también hemos notado que los jóvenes involucrados en estos hechos la mayoría de las veces son inducidos por otras personas, por ello hace parte de la explotación sexual y comercial”, detalló el intendente Vera.
Las alertas
Teniendo en cuenta la gravedad de esta problemática, las autoridades de Bucaramanga compartieron una serie de recomendaciones que deben tener padres de familia para evitar que sus hijos caigan en las garras de los explotadores sexuales.
“Si un padre de familia ve a su hijo con dinero que no le han suministrado, comprando cosas que tiene un valor económico alto, que lleguen con cosas que les pertenecen, las jóvenes a veces tienden a cambiar de comportamiento, a vestirse diferente e incluso a frecuentar personas que antes no lo hacían; estas son situaciones de las cuales los padres deben sospechar y estar en alerta”, agregó Suárez.
La ley establece que: “El que directamente o a través de tercera persona, solicite o demande realizar acceso carnal o actos sexuales con persona menor de 18 años, mediante pago o promesa de pago en dinero, especie o retribución de cualquier naturaleza, incurrirá por este solo hecho, en pena de prisión de 14 a 25 años. El consentimiento dado por la víctima menor de 18 años, no constituirá causal de exoneración de la responsabilidad penal”.
María* nombre cambiado por seguridad y protección de la afectada.