Nación
La apasionante historia del bumangués que obtuvo una patente en Estados Unidos con un revolucionario sistema de transporte
De ponerse en práctica se podrían cruzar en línea recta montañas, estrechos de mar, lagos y grandes ríos.
Uno de los tantos viajes que realizó el ingeniero Víctor Hugo Rueda desde Bogotá hasta Bucaramanga, junto con su esposa e hijos, fue el punto de partida de la extraordinaria idea que lo llevó a hoy tener patentado un novedoso invento en Estados Unidos. En diálogo con SEMANA contó cómo fue el proceso.
Cerca de nueve horas se puede durar el viaje, por carretera, entre la capital del país y la capital de departamento de Santander; sin embargo, el tiempo podría demorarse muchísimo más, toda vez que por la mencionada vía también transitan vehículos de carga pesada, situación que retrasa la movilidad de vehículos particulares, cuyos conductores tienen que llenarse paciencia por varias horas mientras cruzan el imponente cañón del Chicamocha.
“La idea nació en el cañón del Chicamocha, en uno de los tantos viajes que hice para visitar a mi familia a Bucaramanga. En un determinado momento vi las góndolas (cabinas del teleférico) y de inmediato le dije a mi esposa que debía existir algo para evitar todo el tráfico pesado; desde entonces, la idea comenzó a rondar en mi cabeza, pero fue hasta 2018 cuando empecé a darle forma, con los primeros bosquejos”, cuenta el ingeniero mecánico.
Sin embargo, hacer la idea realidad no fue un proceso nada fácil, pues para 2018 este ingeniero bumangués enfrentaba la Miastenia Gravis, una enfermedad autoinmune de la familia del Guillain Barré. Pero, como si esto fuese poco, también estaba asimilando los últimos meses de operación de su empresa, debido, entre otras razones, a secuelas de la crisis petrolera iniciada en 2014.
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Durante 22 años estuvo radicado en Bogotá, pero luego de enfrentar todos estos desafíos la siguiente idea fue regresar a vivir nuevamente la Ciudad Bonita y desde allí dedicarse, por completo, a la creación del invento que hoy podría revolucionar el mundo y, además, beneficia el medioambiente.
“El proyecto se trata sobre un sistema teleférico para el transporte de vehículos particulares con sus acompañantes, cuyo recorrido puede ser de varios kilómetros. Entonces comencé a investigar minuciosamente sobre teleféricos a nivel mundial y me asesoré que la idea tenía en mente no apareciera ya registrada como patente en algún otro lugar del mundo”, recuerda Víctor Rueda.
Para la fecha ya transcurría el año 2019. En ese momento el siguiente paso fue presentar electrónicamente la Aplicación Provisional en la Oficina de Patentes de Estados Unidos (USPTO) con un nombre y algunos planos no definitivos sobre el invento. Así el ingeniero Rueda aseguró que nadie más se le fuera a adelantar en este invento específico.
Aunque las ganas estaban y el ingeniero trabajaba arduamente para finalizar los planos y terminar la descripción detallada del invento en inglés, un nuevo obstáculo se presentó en su camino. Esta vez, financiero, para realizar la solicitud de patente se quería de un abogado y esto, claramente, tenía un costo.
“Como no soy residente en Estados Unidos se requería un abogado de patentes radicado en USA y este costo, junto con los derechos a pagar en la USPTO se acercaba a los USD 5.000. Lo único que tenía eran deudas y mi esposa era quien se hacía cargo de los gastos del hogar. Mi hermana Leonor fue quien me ayudó; ella confió en mí y me prestó el dinero que necesitaba”, dijo a SEMANA el ingeniero Rueda.
La tan esperada noticia llegó 29 meses después, la oficina de patentes de Estados Unidos le otorgó el certificado de la patente. El invento consiste en poder llegar a crear un sistema teleférico similar al ya conocido para transporte de personas, donde las cabinas son acondicionadas para alojar el carro particular con personas a bordo y poderlo transportar de forma segura de un sitio a otro pasando por accidentes geográficos complicados.
“Ahora el paso a seguir es tratar de llevarlo a la práctica, de comercializar el invento como tal y tratar de ponerlo en funcionamiento. No es nada fácil, porque es un sistema bastante complejo, no cualquiera se le puede medir a construir ese sistema. Pero, tengo mucha ilusión y esperanza de poder verlo en funcionamiento”, expresa el ingeniero.
Con este invento en Colombia se podría utilizar para acortar tiempo y distancia al cruzar el cañón del Chicamocha, subir desde Bucaramanga al páramo de Berlín, disminuyendo el tránsito de Bucaramanga a Cúcuta en mínimo una hora. Cruzar en sitios clave los ríos magdalena y Cauca; pasar por el páramo de Letras disminuyendo el tiempo de tránsito entre Manizales y Mariquita. O incluso conectar la población de Guaduas con Bogotá disminuyendo el tránsito en mínimo una hora.
A nivel mundial se podrían conectar los continentes de Asia (Rusia) y América (Alaska-USA) en el estrecho de Bering; los continentes de Europa (España) y África (Marruecos) en el estrecho de Gibraltar. Y América Central con Suramérica pasando por el temido tapón del Darién en la frontera entre Colombia y Panamá.
“Con mi proyecto se puede pasar mínimo aproximadamente unos 120 vehículos por hora o 1.200 vehículos diarios. El impacto ambiental es mínimo, casi nulo, porque lo único que hay que intervenir son algunas áreas donde van las bases que van a soportar el sistema de cableado del teleférico. Me gustaría verlo funcionar, inicialmente, en el tapón del Darién o en el cañón del Chicamocha”.