Chocó
Asesinatos, balaceras y horror en Quibdó: así se vive en una ciudad secuestrada por la violencia, ¿qué hay detrás de esta barbarie?
La capital de Chocó vuelve a ser el escenario de una sangrienta guerra entre el Clan del Golfo y bandas delincuenciales. En menos de una semana hubo tres balaceras, cinco muertos y más de 12 heridos.
Lo que viene sucediendo en los últimos días en Quibdó, capital de Chocó, es realmente alarmante. El Clan del Golfo le comunicó al país que se tomaría a sangre y fuego esa ciudad, luego desplegó una estrategia de horror, barbarie y violencia que deja hasta el momento cinco personas asesinadas y diez heridos en menos de tres días.
El anuncio circuló por las calles de Quibdó desde el pasado 30 de agosto, un día después el Gobierno nacional, mediante el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño, confirmó lo que era un secreto a voces: “Hoy el Clan del Golfo ha tomado la decisión de apoderarse de Quibdó y eso no es cosa menor. Lo están haciendo asesinando, creando temor o apoderándose de otras bandas que allí operan como los Mexicanos, RPS y otras. Ellos quieren desalojarlos para apoderarse de ese territorio”.
En la madrugada del lunes 2 de septiembre, el Clan del Golfo dio su primera muestra de poder. Hombres encapuchados y fuertemente armados llegaron hasta un establecimiento nocturno en el barrio San Vicente y abrieron fuego contra todos los asistentes del lugar. Una joven universitaria, de 23 años, fue asesinada y nueve personas quedaron gravemente heridas.
En un video aficionado se logra apreciar a las víctimas tendidas en el suelo, muchas de ellas con disparos en la cabeza, el rostro y el torso superior. Algunas voces pedían ayuda para ser trasladadas a un centro asistencial. Así recibieron la semana los quibdoseños.
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El alcalde Rafael Andrés Bolaños lo dice de frente: el ataque se trató de la primera estocada del Clan del Golfo para empezar a borrar del mapa criminal a las bandas delincuenciales los Mexicanos, los Palmeños y los Locos Yam, que en los últimos cuatro años vienen controlando, de manera despiadada, el microtráfico y la extorsión a toda escala: desde el vendedor informal hasta grandes marcas multinacionales, que debieron abandonar la ciudad.
“Pretendían perpetrar una masacre porque había muchas personas en el sitio y lo que nos indican es que se trataría de un ataque de los Palmeños contra unos miembros de la banda los Mexicanos. Hemos solicitado y dado instrucciones precisas a la Policía Nacional para que establezcan estos hechos y den con los autores”, dijo el mandatario, al tiempo que ofreció una recompensa de hasta 20 millones de pesos por los responsables de este atentado. Después de 14 horas de ese ataque se registró otra balacera en el barrio Kennedy. Allí fueron asesinadas dos personas, incluido el reconocido profesor, pintor y músico Antonio Palacios Valoyes.
“En Quibdó hoy nadie está a salvo. Tenemos nuevamente una guerra a cuestas que amenaza con llevarse lo poco que tenemos”, dice un líder social de esa ciudad. Solamente en nueve meses han asesinado a 114 personas en Quibdó, 29 casos más que el año anterior. La gobernadora Nubia Carolina Córdoba es consciente de lo que viene para la ciudad y desde ya les pide al Gobierno nacional y a la Policía incrementar el pie de fuerza en la capital chocoana.
“La ciudadanía quibdoseña se encuentra nuevamente atemorizada por la confrontación entre bandas criminales que están generando atentados con armas de fuego y ataques indiscriminados. He solicitado a nuestro director general de la Policía, general Salamanca, un refuerzo de más de 100 hombres, además de los 80 ya planificados para la seguridad de la ciudad en el marco de las fiestas de San Pacho, que ya comienzan, y que no se convierta en un medio para ataques criminales, sino en símbolo de paz para Quibdó”.
Incluso, la misma mandataria –de manera indirecta– fue víctima de esta nueva escalada violenta. En sus redes sociales compartió un sentido mensaje, acompañado de una fotografía de ella con Joseph Sánchez Machado, reconocido líder cultural juvenil que fue asesinado en Quibdó.
“Creer que la guerra no nos toca, no nos duele, no nos desgarra, no llega a la puerta de nuestros amigos y a la gente a la que queremos, es llegar al nivel máximo de deshumanización. Es traficar con el dolor ajeno”, escribió la mandataria.