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El ELN desplegó terror y sangre antes del cese al fuego con el Gobierno Petro: así fue una de las semanas más violentas del año en Colombia
Esa estructura terrorista protagonizó una de las semanas más violentas de Colombia en lo que va del año: asesinatos con tiros de gracia, secuestros, hostigamientos y atentados con explosivos.
Mientras el Gobierno del presidente Gustavo Petro anunciaba con bombos y platillos el cese al fuego con el ELN, esa estructura terrorista protagonizó una semana de terror, secuestros, asesinatos y violencia desbordada en varias regiones del país. No es la primera vez que el ELN es noticia por su actuar criminal y despiadado, pero en esta ocasión en menos de cinco días logró diseñar y ejecutar acciones verdaderamente violentas y sin filtro: asesinaron a dos policías mientras desayunaban en un restaurante en el municipio de Zulia, Norte de Santander, y casi, de manera paralela, acabaron con la vida de otro uniformado en Tibú.
En el primer caso, integrantes del ELN aprovecharon que los uniformados Renzo García y Gerson Cuevas pararon a desayunar en un restaurante en el barrio La Alejandra a las 9:30 a.m. del 4 de julio, para atentar contra ellos. Ambos cadáveres quedaron sentados en las sillas del comedor, con tiros de gracia en la cabeza, con los platos servidos sobre la mesa y una piscina de sangre a sus alrededor.
Los mataron cuando estaban indefensos, sin posición de combate y a la vista de los comensales que a esa hora estaban en el lugar. Horas después, las autoridades locales atribuyeron el hecho al frente del ELN que opera en la vía la Ye de Astilleros. Todo apunta a que esta estructura criminal envió a cuatro sicarios a matar policías para celebrar sus 59 años de fundación. Cuando el país conocía del horror de los dos policías asesinados indefensos, el ELN en Tibú atacó con un francotirador al uniformado Samir José Vega Velásquez, quien falleció de manera instantánea.
El patrullero estaba asignado a un puesto de control en la carretera de entrada al municipio y en plenas labores de vigilancia, cuando se percató de un vehículo sospechoso y salió a inspeccionarlo, el francotirador del ELN le atravesó el pecho con un proyectil.
Ese mismo día, 4 de julio, el ELN dejó en Cúcuta varios artefactos explosivos, lo que sumió a la ciudad en horas de miedo y zozobra. Entre los objetos hallados había un cilindro en inmediaciones de un centro comercial, así como otros tres elementos de igual poder destructor en el área urbana, es decir, cerca de caseríos, hospitales, parques y colegios. Uno de los cilindros fue dejado en el Anillo Vial Oriental, con los colores de la bandera y las siglas del ELN.
Según las autoridades, se encontraron dos posibles artefactos explosivos en el acceso al corregimiento de Aguaclara en Cúcuta y en el sector conocido como El 57, cerca de la entrada de Puerto Santander.
Otra de las acciones terroristas del ELN esta semana ocurrió en una empresa minera ubicada en la vía al corregimiento de San Faustino, zona rural de Cúcuta, donde activaron un artefacto explosivo y ocasionaron la muerte de uno de los trabajadores. El hombre, minero de profesión, luchó por su vida durante 12 horas, pero falleció debido a la gravedad de las heridas.
Pese a este día de horror, el presidente Gustavo Petro no se pronunció al respecto, en contraste, compartió a la opinión pública que el 6 de julio (jueves) iniciaba la fase de cese de operaciones ofensivas entre ambas partes.
Secuestro de la sargento y sus hijos
El 5 de julio, un día después del asesinato de los tres policías y de la muestra de terror en Cúcuta, el ELN confirmó el secuestro dos días antes de la sargento del Ejército Gihislaine Karina Ramírez, quien viajaba junto con sus dos pequeños hijos, de 9 y 7 años, por una vía de Fortul, Arauca.
Los menores también fueron raptados por los criminales. La militar y los niños, uno de ellos con autismo, fueron sometidos por el ELN, sacados del vehículo y transportados a uno de sus campamentos, donde estuvieron cuatro días, hasta su liberación en la tarde del pasado viernes. El secuestro de la sargento sacudió a la opinión pública y, ante los pedidos de cancelar todo tipo de avance con esa guerrilla, el Gobierno nacional respondió a través del alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda, quien tímidamente reconoció que había dificultades en el proceso.
No obstante, en un acto de ligereza, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, dijo desde Buenaventura –horas antes de la liberación– que la sargento fue imprudente. “Ella sola, con sus hijos, en su vehículo, conduciendo y desplazándose en una zona en la que se sabe de la presencia del ELN, es un acto de imprudencia”.
En otras palabras, el alto funcionario consideró que en esta ocasión la culpa era de la víctima y no de los victimarios. Pero no conforme con eso, el ministro agregó: “Cada uno debe tener también responsabilidad en su comportamiento, las personas deben tomar todas las precauciones necesarias para que en sus desplazamientos haya seguridad”. Estas frases del ministro no cayeron muy bien en la familia de la sargento. Gerardo Ramírez, padre de la militar, dijo en entrevista con Vicky en SEMANA que esas no eran palabras de un jefe de las Fuerzas Militares.
“Yo estoy pasando por una compleja situación, pues no sé nada de mi hija. La imprudencia es la del ministro que no sabe cuánto gana un sargento del Ejército. Ella estaba cumpliendo una orden de traslado; es el colmo que el ministro diga eso, en vez de llamarnos a darnos fuerzas. Finalmente, la sargento y sus hijos fueron entregados a una delegación de la Defensoría del Pueblo. En una imagen compartida por esa guerrilla, se aprecia a la militar acompañada por guerrilleros, que llevaban de la mano a los niños.
Atentado en Bucaramanga
La escalada violenta del ELN no terminó con los asesinatos de policías, secuestros e intimidaciones a la población. El 6 de julio, cuando se suponía empezaba el cese de operaciones ofensivas, de acuerdo al anuncio del Gobierno nacional, esa guerrilla lanzó un artefacto explosivo en la estación de Policía La Virgen, norte de Bucaramanga.
El hecho terrorista ocurrió a las afueras de la estación hacia la 1:40 p.m., cuando había cambio de guardia. Cinco policías resultaron heridos, uno de ellos con lesiones de gravedad, además de decenas de motocicletas y vehículos de la institución afectados por la explosión. Las autoridades de Bucaramanga creen que el ataque fue una respuesta de las células urbanas del ELN por recientes capturas. Los criminales aprovecharon el revuelo en la ciudad ante las protestas por la muerte de un motociclista para atentar contra la Fuerza Pública.
Civiles en medio de las balas
Una de las imágenes más impactantes que dejó esta semana de horror en Colombia por cuenta de la crueldad del ELN es el video aficionado en un gimnasio de Fortul, Arauca, donde decenas de personas quedaron en medio del fuego cruzado de un hostigamiento de esa guerrilla contra la Policía de ese municipio.
Las personas que estaban en el gimnasio corrieron desesperadas en búsqueda de refugio, tras escuchar las ráfagas de fusil muy cerca. Los momentos de terror se vivieron en varios sectores de ese municipio. En otro video se escucha cómo los disparos no cesan mientras las voces de miedo de quienes graban las imágenes se escuchan en paralelo.
Aunque en el papel expresan deseos de paz, en la realidad el ELN sigue avanzando a su propio ritmo, caracterizado por la violencia y el terror.
El Gobierno nacional deberá elegir entre dos escenarios: llenarse de paciencia y hacer oídos sordos ante las múltiples violaciones al cese al fuego o sentar posiciones claras y proteger a la población civil, así eso implique dar un paso atrás en un proceso de paz bastante confuso.