Cauca
Infamia: niños entre los 3 y 7 años son utilizados como raspachines de coca en el Cauca; criminales los exhiben como trofeos en redes sociales
Decenas de menores de edad están siendo reclutados por grupos terroristas que ahora tienen un amplio despliegue en redes sociales. Hay videos de niños de apenas 3 años en cultivos de coca.
En un par de ocasiones mira tímidamente a quien lo está grabando, pero sin detener sus labores. Toma con sus pequeñas manos las matas de coca y les quita las hojas con cierta sutileza para no arruinar el producto. Su cuerpo es débil y diminuto, no sobrepasa los 3 años de edad, pero ya es instrumentalizado para servir al narcotráfico. Es un niño inocente obligado en las montañas del Cauca a labrar el camino de los violentos. Alguien, orgulloso de arrebatarle la infancia, subió el video a TikTok, red social donde ya tiene más de 18.000 me gusta. Las imágenes aparecen en el perfil de @josegetial8.
El pequeño viste una camiseta larga azul y blanco, un pantaloncito gris y unas botas pantaneras negras. Está en medio de un sembradío de coca, pero no juega, trabaja. Quita las hojas y las acomoda en un costal, luego lo arrastra para llevarlas hasta otro lugar. La cámara lo sigue paciente en un primer plano. No hay más información sobre su nombre o paradero, lo que sí es cierto es que es un niño al que las dinámicas del narcotráfico tienen secuestrado.
Quizá es un número invisible de ese temible subregistro de menores reclutados por los grupos armados en el Cauca y otros departamentos. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, durante lo corrido de 2024 han denunciado 159 casos de reclutamiento forzado de niños en Colombia, de los cuales 125 fueron reportados en el Cauca.
“A pesar del subregistro tan elevado por la falta de denuncias, algunas por temor a represalias de grupos armados ilegales o incluso por la posibilidad de ser víctimas de otros hechos, como desplazamiento, amenazas y homicidio, el reclutamiento tiene un impacto diferencial en el territorio nacional, que, además, se ve determinado por condiciones sociodemográficas y étnicas”, señaló la entidad.
Tendencias
Las escenas como la de aquel niño raspachín se repiten constantemente en departamentos como Arauca, Nariño, Cundinamarca, Amazonas, Huila, Vaupés y Valle. La exposición de estos menores en TikTok no es un acto espontáneo, sino toda una estrategia de reclutamiento no forzado a través de redes sociales. Así lo asegura la defensora de derechos humanos Lina Tabares, quien desde hace varios meses –en compañía de otras personas– hace un trabajo juicioso para develar el flagelo del secuestro de niños y adolescentes.
“Esto es algo que venimos evidenciando desde hace un año. Nosotros les hemos hecho seguimiento a varios perfiles de redes sociales y podríamos hablar de más de 600. Muchos adolescentes y niños suben videos a TikTok con armamento, con fusiles, contando grandes cantidades de dinero, caminando por trochas donde se ven felices. Esta es otra forma de reclutar”, señala Tabares.
Recalca que cuando “uno entra a estos perfiles puede ver alcances hasta de 10.000 me gusta, centenares de compartidas y eso es preocupante, porque son redes sociales al alcance de niños y adolescentes. Ese panorama genera que cada vez más tomen la determinación de ingresar a estos grupos. Estamos hablando de 589 denuncias de reclutamiento en conocimiento de la Fiscalía hasta 2023 y 107 casos en lo que va corrido de 2024. Esto es solo en el departamento del Cauca, pero el subregistro es mucho más alto”.
Los otros videos
TikTok está inundado de pequeños fragmentos de niños rodeados de coca, cocaína, fusiles, explosivos y armas en las montañas del Cauca y Jamundí (sur del Valle del Cauca). SEMANA también conoció que en uno de los perfiles identificado como @ever.ortega96 se expone constantemente cómo dos pequeñas niñas le ayudan a un hombre en el proceso de la creación de sustancias alucinógenas.
“En el Valle del Cauca nos están reclutando muchos niños y niñas. Buenaventura y Jamundí son los dos principales municipios con el tema del reclutamiento. Si hablamos solo de Jamundí, tenemos referenciados 71 casos en los últimos cinco meses de reclutamiento de menores desde los 11 hasta los 16 años”, agrega Lina. Y lanza una denuncia mucho más alarmante: “Sabemos que esos 71 casos son solo la punta del iceberg del verdadero problema. Sabemos que hay un subregistro bastante grande, porque las personas no denuncian, ya que están en territorios de injerencia de los grupos armados y los amenazan con asesinarlos a ellos o a sus hijos”.
En el caso de Jamundí, donde opera la sangrienta estructura criminal Jaime Martínez, al mando de alias Iván Mordisco, hay una principal preocupación en el área urbana porque se han disparado los casos de reclutamiento en los barrios Rodeo, Bonanza y Terranova.
“Allí utilizan la táctica de vincularlos como campaneros para que les guarden armas, pongan carteles, guarden uniformes. Desde allí los empiezan a utilizar haciendo una remuneración económica”, complementa Lina Tabares. Además, “en la zona rural, los más afectados son los corregimientos de Timba, San Antonio, Villa Colombia y Robles, pero la cuestión más triste de todas es que los jóvenes ni siquiera se sienten reclutados de manera forzada, sino que ellos dicen que se van porque les están pagando. Estamos hablando de niños de 11 y 12 años, a quienes ubican a las afueras de los colegios, donde llegan los reclutadores en grandes camionetas y mostrando un amplio poder adquisitivo. Los niños ven el dinero y los carros, y voluntariamente se van”.
Cabe recordar que el pasado 25 de mayo, cuando las disidencias perpetraron varios ataques criminales paralelos en esa región del país, se trató de reclutar de manera forzada a varios adolescentes que salían de los colegios de la zona rural de Jamundí y el Cauca.
En aquella ocasión, terroristas de las columnas Jaime Martínez y Dagoberto Ramos llegaron hasta las puertas de 11 pequeñas escuelas de la zona rural de Jamundí y cuatro más del Cauca, y les indicaron a los profesores que debían suspender las clases y retirarse de inmediato.
A varios alumnos les permitieron la salida por la puerta principal, pero a otros simplemente los cercaron con trampas explosivas y disparos.
En la institución de Potrerito, zona rural plana de Jamundí, “los niños empezaron a saltarse las barandas del colegio”, cuenta una de las maestras. Tanto alumnos como educadores no podían salir por la única vía, pues había una buseta atravesada, posiblemente cargada con explosivos, así que les tocó deambular por el monte y fincas aledañas hasta encontrar un refugio seguro.
Todo esto forma parte de la estrategia macabra de los violentos para secuestrar la inocencia de los niños en Colombia. “Existen jóvenes dentro de las instituciones educativas reclutando a otros niños. Entonces, estamos viviendo un conflicto armado, que nosotros ya no llamamos conflicto, sino la guerra de niños, porque cuando suceden actos terroristas o enfrentamientos lo que se ve es que quienes están poniendo los explosivos y combatiendo son niños. Es una guerra de niños contra niños”.
El reclutamiento de menores en Colombia es un crimen de lesa humanidad que ha quedado impune y ahora parece tomar más fuerza, incluso validado por la nueva realidad de las redes sociales.