Valle del Cauca
La fascinante e inspiradora historia de Johana Caicedo, secretaria de Paz y Cultura Ciudadana de Cali
En Univalle creó el llamado Chuzo de la plazoleta central, la exención de matrícula para estudiantes afro y el colectivo Somos Identidad. Nació en Guapi y es la menor de 54 hijos.
Las batallas de Johana Caicedo Sinisterra han sido silenciosas. Habla lo necesario, porque regularmente escucha de manera clínica a su interlocutor: digiere cada palabra y responde con una tranquilidad pasmosa, certera y alejada de las emociones. No siempre fue así, lo aprendió en el camino.
Salió de su natal Guapi en 2003, cuando tenía 23 años. Su destino, como hermana menor de 54 hijos, era dedicar su vida al cuidado de la vejez de sus padres; pero dijo que no. Así, sin mayores explicaciones se fue a perseguir sus sueños de estudiar, vestirse de toga y ser profesional.
Lo intentó primero en Medellín. Allí se enteró de que en Colombia existía el racismo. La despojaron de su nombre, ya no era Johana Caicedo, sino Mari Cruz (como regularmente llamaban a las mujeres negras en esa ciudad), su acento era motivo de burla, y hasta la agredieron físicamente solo por ser quien era. “Cuando ganó el reinado nacional Vannesa Mendoza yo no me di cuenta, no tenía televisor, así que al día siguiente iba caminando por la calle y una señora que estaba lavando su jardín me vio y me gritó: andan exhibidas porque ganó esa negra y luego me echó agua. Yo me asusté, porque no entendía qué pasaba”, cuenta Johana.
El segundo intento fue en Cali. Llegó al norte de la ciudad, donde unos familiares que le abrieron la puerta. Se matriculó en la Universidad del Valle a estudios políticos, pero se quedó esperando la llamada, así que lo intentó nuevamente meses después en filosofía.
El inicio de los estudios fue tormentoso: no tenía apoyo económico y sobrevivía con escasos pesos. Los conductores de buses ya la conocían y sabían que no pagaría el pasaje completo, así que le abrían la puerta trasera.
“Yo he sido muy tímida, pero sabía que debía resolver si quería estudiar. Algunas personas me regalaban 50 mil pesos y yo los ahorraba para el pasaje, hasta que decidí poner un emprendimiento en la universidad”, dice Johana.
Aquel emprendimiento es el famoso Chuzo, que está ubicado en la plazoleta central de la Univalle. Allí vendía sándwiches y, tras el crecimiento del negocio, se asoció con otros estudiantes que también necesitaban de recursos económicos.
Cuando logró estabilizarse en Cali y conseguir un empleo, entregó el Chuzo a las nuevas generaciones. “¿Que por qué entregué algo que era mío y daba buenas rentabilidades? Porque a mí no me mueve el dinero, sino el dejar legado. Otras personas merecían tener las mismas oportunidades que yo tuve”.
Pero eso no fue su único legado en la Univalle, sede Meléndez. Johana Caicedo también gestionó la exención de matrícula para personas afrodescendientes y la creación de la Organización Somos Identidad, que permite el reconocimiento de derechos de personas sexualmente diversas. “Haber asumido mi sexualidad hizo que mucha gente también lo pudiera hacer”.
“Sí, soy lesbiana”
La primera vez que Johana habló abiertamente de su sexualidad, lo hizo públicamente: fue en 2009 frente a un auditorio de 3.000 personas. No hubo una socialización previa, simplemente tomó el micrófono y sin darle espacio a la duda lo dijo: “sí, soy lesbiana”.
“No fue una decisión racional, ni mucho menos motivada, porque para mí eso no era un problema, se supondría que la sexualidad no debería ser un problema, entonces cuando yo estaba en Univalle empezaron a generar unos rumores raros como si ser lesbiana era malo, y quisieron darme a entender que yo tenía rabo de paja, que tenía algo que esconder, entonces en un evento donde nos encontrábamos todos los estudiantes del país lo dije públicamente”, recuerda Johana.
Sus palabras no terminaron ahí, por varios minutos Johana los expuso ante el espejo de la contradicción, de aquellos que luchan por derechos colectivos, pero excluyen, de quienes pretenden avanzar, pero eliminan a eslabones que consideran débiles o raros. “Yo estaba nerviosa, me temblaba todo, pero no me gusta que se piense que tengo algo que ocultar (...) Mi declaración atropellada ayudó a construir una agenda de diversidad sexual”.
Johana Caicedo Sinisterra es mujer, negra, lesbiana y defensora de Derechos Humanos. “Muchas veces me he sentido discriminada y eso me ha costado llanto”, reflexiona.
La vida después de la Univalle
Los primeros meses tras salir de la Universidad del Valle fueron difíciles. Casi dos años tardó en encontrar la primera oportunidad laboral. Los filtros académicos no eran el problema, pues siempre los aprobaba sin mayor esfuerzo, pero había algo más, ajeno a su intelecto que ocasionaba el cierre de las puertas laborales.
“Yo me dediqué mucho al tema de paz, dictaba talleres y trabajaba con colectivos”, manifiesta. Viajó a La Habana como parte de la delegación de enfoque étnico en los diálogos de las Farc con el Gobierno colombiano. Luego llegó a la Alcaldía de Cali en la administración de Maurice Armitage, hizo una maestría en Educación y ahora cursa un doctorado en Humanidades.
Esposa y madre
El trabajo de Johana Caicedo con colectivos sociales de sectores populares de Cali ya completa dos décadas, del Distrito de Aguablanca conoce cada rincón. Ha sido mediadora y edificadora de proyectos comunitarios. En ese camino encontró el amor.
Sami Arizabaleta, su actual pareja, la conquistó hace trece años. “Al principio no le paré muchas bolas, luego las cosas fluyeron”, dice Johana entre risas. Se casaron hace cuatro años y tienen dos hijos.
“Soy consciente de que yo no estoy aquí solo como Johana abriendo camino, sino abriéndoles camino a otras personas. Nos ha tocado tragarnos sapos gigantes, nos ha tocado buscar, caminar juntos y transformarnos constantemente, pero lo que no podemos dejar de tener claro es la responsabilidad, porque si yo la embarro, la embarro para mucha gente”, reseña Johana.
Todo ese camino social, comunitario, de liderazgo y trabajo en conjunto le merecieron la confianza del alcalde de Cali, Alejandro Eder, quien la nombró secretaria de Paz y Cultura Ciudadana de la capital del Valle.
Johana Caicedo Sinisterra, la hija de Guapi, la lideresa de la Universidad, la mujer negra tímida y rebelde, la menor de 54 hijos, la que avanza con firmeza sin deshumanizar sus miedos, hoy es un ejemplo de superación para miles de jóvenes.