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La guerra de Buenaventura: SEMANA llegó al corazón del terror en el puerto. El narcotráfico y las bandas criminales mandan
En Buenaventura la situación de orden público ha escalado a niveles máximos. Líderes sociales cuentan detalles de la violencia que tiene en jaque a la población civil de esa ciudad. “Nadie hace nada”, dicen.
La situación de orden público en Buenaventura parece haberse convertido en el eterno déjà vu de la violencia. En esta ocasión, todo ocurrió como se había pronosticado y vaticinado, incluso en esta misma revista, hace cuatro meses: la tregua de papel entre estructuras armadas delincuenciales y narcotraficantes se rompió por cuenta de lo que ellos llaman incumplimientos del Gobierno nacional.
Así ha girado la rueda del orden público en Buenaventura, en la última década: picos de violencia que rápidamente hacen eco mediático, intervenciones del gobierno de turno con presencia de ministros y hasta el mismo presidente por algunos días, voluntades de paz, treguas efímeras y, de nuevo, oleadas de crímenes, mientras el ciclo se repite. En esta ocasión, la ciudad puerto está en la segunda fase.
La semana pasada se conocieron videos realmente aterradores de hombres fuertemente armados que dicen ser de una nueva estructura criminal con nombre de cartel. En respuesta, Los Espartanos –otra banda delincuencial– también desplegó sus tropas urbanas para enviar un mensaje: en Buenaventura mandan ellos.
Pero la nueva escalada violenta en esta ciudad comenzó hace más de un mes y se agudizó el 18 de junio cuando asesinaron a tres personas y dejaron herido a alias Gordolindo, segundo al mando de la banda de Los Espartanos. Con este ataque se daba por oficialmente rota la tregua pactada en noviembre del año pasado con la promesa de que tanto ellos como Los Shottas entrarían en la paz total. “El ataque se registró en la Comuna 6, que es del control de Los Espartanos. Los Shottas se metieron allá y le dieron a Gordolindo”, le contó un investigador de la Policía a SEMANA.
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Desde ese momento, hubo combates casi diarios en los barrios de baja mar, por donde en las noches se mueven grandes mercancías de cocaína que son acomodadas en semisumergibles con destino a Centroamérica. “La violencia está incrustada aquí es por la libertad de acción que tienen estos grupos: en el día extorsionan hasta al señor que vende limones en la calle y en las noches mueven droga”, dice uno de los líderes sociales de Buenaventura. En su análisis, detalla que la acción de las autoridades es “de ir a recoger los muertos o de repeler algún ataque, nunca hay operativos de prevención.
Esto no es nuevo, todos saben por dónde se mueve la droga, cómo la sacan, quién la saca, todos saben dónde viven estos señores de Los Shottas y Los Espartanos, ¿entonces por qué no van y los capturan? ¿Por qué no llegan de sorpresa en las noches cuando ellos están empacando la mercancía y los atrapan? Es que esto no está pasando en la selva, ni en campamentos de zonas boscosas, sino aquí, en la ciudad, a la vista de todos, pero menos de las autoridades, que parecen estar miopes ante lo que ocurre”, añadió el líder social. Sus denuncias las acompaña de cifras.
Por ejemplo, este año en Buenaventura, la Defensoría del Pueblo ha recibido 1.036 denuncias por hechos violentos contra la población civil; el 97 por ciento de ellas han sido por desplazamientos forzados, así lo reveló la entidad durante la comisión extraordinaria que adelanta la Procuraduría en el principal puerto del país.
De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, desde 2021 ha habido un total de 12.229 desplazamientos masivos en Buenaventura por cuenta de las disputas entre estos grupos armados y delincuenciales, muchos de estos hoy día se producen en el casco urbano y no en zona rural, como ha sucedido tradicionalmente.
Pero ahora hay un nuevo actor: Los Chiquillos, quienes –según la Defensoría del Pueblo– son los mismos mandos medios que hasta 2019 integraban La Empresa y que hoy se enfrentan a sangre y fuego con todos los demás grupos, sus antiguos compañeros del crimen; todos ellos tienen intereses en la zona portuaria para actividades de narcotráfico, principalmente.
Incluso durante la reunión de emergencia entre la Defensoría del Pueblo y la Personería se mencionó la presencia del temido cartel de Sinaloa como uno de los financiadores de esta cruda guerra que hoy enfrenta el puerto. Esta sería la explicación de porqué los jóvenes que integran estas estructuras no portan armas hechizas sino fusiles.
“Que vayan a estudiar”
Ante la complejidad de la situación, el presidente Gustavo Petro llegó a Buenaventura acompañado del ministro de Defensa, Iván Velásquez, y una comisión especial de la Procuraduría. El presidente les dijo a los bonaverenses que son jóvenes sin oportunidades los reclutados por “el traqueteo del momento”, por lo que hay que buscar soluciones de fondo. El mandatario también les hizo un llamado a los jóvenes que integran estos grupos delincuenciales para que dejen atrás ese rumbo delincuencial. “A Los Shottas, a Los Espartanos, los invitamos a que vengan a estudiar”, dijo.
“En este momento será entregada por convenio, a la Universidad del Pacífico, una cantidad suficiente para aumentar en mil los cupos de la educación superior en Buenaventura, eso tiene un objetivo y es que mil jóvenes de Buenaventura entren a la universidad, eso significa que le quitamos mil jóvenes a la violencia”, agregó el presidente Petro. Para el mandatario, lo más urgente no es desmantelar estas estructuras que hoy tienen en jaque a la población bonaverense, sino crear un plan asistencial urgente para los jóvenes. No obstante, muchos en Buenaventura no confían en esas propuestas “utópicas”.
“Esas ideas son maravillosas, no nos oponemos y estaríamos honrados de que eso suceda, pero vamos a decirnos la verdad: ahora son propuestas utópicas, porque si no se ataca el crimen, no se desmantelan estas estructuras, difícilmente los jóvenes van a contemplar la educación como una salida viable. Primero necesitamos recuperar la seguridad”, señaló uno de los líderes juveniles de Buenaventura. En el principal puerto sobre el Pacífico todas las voces de liderazgo hablan desde el anonimato, porque por cada palabra que trascienda en contra de estas estructuras hay un mensaje de intimidación y amenaza en su contra. Y todo el mundo sabe que allá las advertencias se cumplen y la vida no vale nada.
Una ciudad dividida
Buenaventura tiene dos bandos y la ciudad está dividida de acuerdo a cuál de las dos estructuras controla. Por ejemplo, hay sectores donde es prohibido utilizar camisetas negras porque eso identifica a la banda contraria. Ante la más mínima sospecha, asesinan. No hay mediaciones o diálogo.
Los Shottas están de un lado y controlan los principales sectores de bajamar, mientras que Los Espartanos han buscado abrirse paso, porque esas zonas llenas de manglares son un fortín delincuencial. Lo que está en juego en Buenaventura no son simples entregas de armas sino un negocio millonario que hasta ahora opera campante en la urbe. Por eso, el ciclo siempre se repite.