Pocos lugares son tan emblemáticos y significativos para los militares como el Fuerte Militar de Tolemaida. Ubicado en el municipio de Nilo, Cundinamarca, es considerado el corazón del Ejército Nacional. Algunas de las unidades élite, así como las principales escuelas de formación de combate y batallones especiales tienen su sede allá.Sin embargo, algunos no asocian a Tolemaida con el lugar en donde se gestaron grandes operaciones, como Jaque, sino con el sitio donde ocurrieron graves escándalos que se convirtieron en un verdadero dolor de cabeza para el Ejército. La razón es simple. Durante décadas en el fuerte funcionó la principal cárcel militar del país, el Centro de Reclusión Militar -CRM-, al que los uniformados llaman Cuatro Bolas.Por cuenta de ese penal, en 2011 estalló un escándalo nacional e internacional a raíz de una investigación de SEMANA que dejó al descubierto los indignantes privilegios de los que gozaban muchos de los casi 300 internos. Oficiales, suboficiales y soldados condenados e investigados por graves delitos, entre ellos de lesa humanidad como los llamados falsos positivos, tenían cabañas privadas con aire acondicionado y negocios de todo tipo, desde restaurantes hasta taxis. Incluso varios de ellos vivían por fuera del CRM y hasta iban de vacaciones a la playa a pesar de estar sentenciados a penas de más de 20 años.Tras el escándalo, una comisión especial del Ministerio de Defensa confirmó las denuncias y afirmó que en el CRM de Tolemaida existía “un desorden administrativo sin precedentes y un alto grado de corrupción”. En ese momento se habló de correctivos y hasta de cerrar el lugar. Nada pasó.Dos años más tarde, en 2013, una nueva investigación de SEMANA demostró que sin bien algunas cosas habían mejorado en el penal, aún persistían irregularidades. Nuevamente se desató un gran escándalo y la indignación fue generalizada.Como consecuencia de lo anterior, el gobierno y los militares empezaron a construir un nuevo CRM en el municipio de Bello, Antioquia. En enero de 2015, el Ejército anunció que había trasladado los 345 internos de Tolemaida lo que marcó el fin de ese polémico penal. Hizo todo en la mayor discreción y nunca se conocieron imágenes ni de los traslados ni de lo que pasó con las instalaciones de la cuestionada cárcel militar. Esa situación ha dado lugar a una serie de especulaciones que señalaban que el penal aún seguía funcionando. SEMANA estuvo en dio y la realidad es muy diferente. La cárcel de Tolemaida ahora sirve de sede del Batallón de Policía Militar número 5 que presta sus servicios de control en el Fuerte.Lo primero que llama la atención al ingresar al sitio donde funcionó la cárcel es que al lado izquierdo, en un amplio jardín con árboles, ya no existe ninguna de las cerca de 20 cabañas, algunas de ellas con lujos, que construyeron los internos. Ya no están los quioscos que edificaron allí los mayores retirados Juan Carlos Rodríguez, alias Zeus, condenado a 12 años por ser el jefe de seguridad del narco del Norte del Valle Don Diego, o César Maldonado, condenado a 25 años por participar en el año 2000 en el atentado contra el congresista Wilson Borja.El sitio que habían acondicionado otros internos para visitas conyugales ahora es un alojamiento para suboficiales. La tienda en donde había televisores de última generación y en donde se vendían hasta bebidas alcohólicas ahora es un lugar sencillo que suministra elementos básicos de aseo a los soldados. Ya no se ven hamacas colgadas de los árboles y el orden llama la atención en los alojamientos, antes para detenidos, en donde ahora duermen más de 200 soldados.“Empezamos a hacer la adecuación y a organizar todo desde 2015. Se organizaron tres alojamientos de tropa con capacidad para 120 hombres cada uno. Los talleres se adecuaron como oficinas ”, explicó a SEMANA el coronel Róbinson Benítez, oficial ejecutivo de la P.M. 5.Esa parte del penal, los dos bloques en donde están las celdas, llama la atención. Allí donde estuvieron algunos de los condenados por casos atroces de falsos positivos reina un silencio impresionante. Aunque las celdas con camarotes construidos en cemento para dos internos permanecen abiertas y se limpian una vez por semana, el sitio parece fantasmagórico (ver videos).Una de las ideas para esos bloques de celdas es acondicionarlos para convertirlos en alojamientos. Otra de las opciones es demolerlos y construir aulas. Sin embargo, la Contraloría se opone a esta alternativa pues un concepto señala que se incurriría en un detrimento patrimonial. Eso es lo único que queda de la otrora problemática cárcel militar de Tolemaida.