Investigación
Andrés Parra, el esposo de Laura Sarabia, fue protagonista indiscutible del escándalo de la exniñera Marelbys Meza. Esto contaron dos policías involucrados a la Fiscalía
SEMANA conoció la declaración de los dos policías que tomaron la denuncia por el supuesto robo en la casa de Laura Sarabia. Afirman que Andrés Parra, esposo de la alta funcionaria, señaló a Marelbys Meza.
En el escándalo por el uso arbitrario del polígrafo, la interceptación ilegal de llamadas y seguimientos a personas cercanas a Marelbys Meza, exniñera de la exjefa de gabinete y hoy directora del DPS, Laura Sarabia, por el supuesto robo de un dinero de un maletín en su casa, hay un nombre que ha pasado inadvertido.
Se trata de Andrés Parra, esposo de la alta funcionaria, quien desde el primer momento apuntó a Meza y desató la persecución. Sin duda, el uso del aparato de seguridad y de inteligencia del Estado se activó por tratarse de Sarabia, quien era la mano derecha del presidente Gustavo Petro, pero su esposo fue protagonista de primer nivel.
Así lo deja claro la declaración de los patrulleros Germán Alonso Cabaña y José Sebastián López, que conoció SEMANA en su totalidad. Los policías, que fueron a tomar la denuncia ese 31 de enero, además, ponen sobre la mesa graves irregularidades como la manipulación de los informes que recopilaron. Coinciden en narrar el amedrentamiento que recibieron por parte de sus superiores con el fin de que unificaran la versión que le iban a dar a los fiscales.
Así como que ignoraran, por completo, el hecho de que el informe que le habían enviado a la fiscal 101 de la Unidad contra Hurtos contenía una declaración que ellos no habían recaudado. “Hermano, cumpla la orden”, esta fue la lapidaria frase que le lanzó el intendente de la Policía Alfonso Quinchategua al patrullero Cabaña, uno de los primeros en llegar al apartamento de Sarabia.
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El intendente, quien está detenido en la cárcel de La Picota por estos hechos, según la declaración, amedrentó también al agente López, quien redactó los primeros informes, realizando los actos urgentes para recopilar la mayor cantidad de información con el fin de esclarecer un caso que parecía de rutina.
En su declaración, el agente López Herrán reseñó el extraño actuar de Andrés Parra, quien fue el encargado de interponer la denuncia y alertar a la Policía, no sin antes decir que también sospechaba de la “empleada doméstica”.
Parra reiteraba que el dinero estaba en una maleta negra que habían dejado en la sala y que nadie había tocado. Mientras decía esto, según la narración, apareció en la escena Laura Sarabia, quien confirmó que era la “propietaria del dinero”.
No pasó mucho tiempo para que Marelbys Meza llegara custodiada por tres personas del esquema de seguridad de Sarabia. “El esposo de la víctima le abre la puerta y la aborda manifestándole si conoce el paradero de una mochila negra y si sabe lo que contenía”.
La respuesta de la niñera, recuerda el patrullero, no le agradó a Parra, quien le gritó para acusarla de ladrona: “El esposo de la víctima, delante de nosotros, alzándole la voz, se manifiesta culpándola del hurto. Que si decía la verdad no iba a interponer ninguna denuncia contra ella y que iban a parar el procedimiento”.
En su primera entrevista, la niñera negó haber participado en el hurto y aseguró que, pese a ver la maleta en la sala y moverla cuando fueron de visita los padres de Sarabia, ella no tenía conocimiento sobre lo que contenía, pero nada de esto pareció convencer a Parra, quien seguía señalándola como autora del robo.
La entrevista, que no fue en otro escenario, pero dentro de la calentura por la denuncia presentada por Laura Sarabia, el patrullero Germán Alonso Cabaña Cifuentes fue víctima de una encerrona en la sede de la Sijín, en el centro de Bogotá, por sus superiores. En un interrogatorio improvisado, le exigieron que les dijera qué le habían preguntado en el búnker de la Fiscalía y, lo más importante, qué había respondido sobre lo ocurrido ese día en la vivienda de la mano derecha del presidente Petro.
El patrullero no se dejó amedrentar y respondió cada uno de los interrogantes. Sin embargo, no contó que tenía conocimiento de la existencia de un informe redactado que contenía todo lo que se adelantó durante la diligencia, las entrevistas que se realizaron, quiénes estuvieron en el apartamento y la sorpresiva llamada de peritos para que recolectaran las huellas dactilares que estaban en la maleta.
Sin embargo, algo no cuadraba: en dos páginas escritas en computador aparecía una entrevista a un conductor de una plataforma de transporte que ninguno de los primeros respondientes había mencionado ni tenía conocimiento de su existencia. Pese a esto, sus nombres aparecían en una de las esquinas como autores.
Las fichas de la historia comienzan a cuadrar, ese documento, falso, a juicio de los patrulleros, fue el que usaron para argumentar la orden de chuzar a Marelbys y su círculo cercano, señalando que eran auxiliadoras del Clan del Golfo. Por eso le pidió los “anexos” del caso al intendente, lo cual aumentó la tensión.
“Él se empezó a molestar conmigo, me contestaba mal. Estaba molesto”, recordó el patrullero en la declaración. En medio del caótico cruce de preguntas estaba el capitán Óscar Leandro Mojica, quien con su silencio avalaba la presión contra el patrullero. El objetivo era más que claro: necesitaban saber todo lo que se había contado ante la Fiscalía. Un día después, cuando tenían que ampliar la declaración ante la Fiscalía, se presentó la misma dinámica.
El capitán y el intendente se acercaron para recordarle que debía hablar netamente de lo que aparecía en el informe que ellos le habían entregado horas antes. “Yo le digo, jefe es que ese informe que usted me envió está radicado con el día 31 de enero de 2023 y está anexada una entrevista que yo no tomé”.
En su declaración, el patrullero dejó muy en claro que por su negativa a seguir las órdenes de sus superiores recibió represalias. “Hace diez días nos separaron por orden de mi capitán Mojica, desconocemos el porqué, y tenemos miedo a represalias en nuestra contra, ya que igual si nos trasladan ellos van a tener cómo ‘recomendarnos’, es decir, quedamos como señalados para que a donde lleguemos nos hagan la vida imposible”.
¿Dónde está la plata que su hermana se robó? Las amenazas y amedrentamientos han sido un factor común en esta investigación. Recientemente, en medio de la audiencia contra cuatro agentes de la Dijín por participar en la interceptación telefónica de las dos personas que laboraban en la casa de Laura Sarabia, se conocieron varios detalles que aumentan el riesgo de esta investigación y todos aquellos involucrados.
Primero, el hermano de Marelbys Meza fue abordado por hombres que le pidieron informar dónde estaba el dinero hurtado. “Mientras conducía su camión, en el que lleva domicilios, es abordado por unas motos que le hacen el pare, le exhiben una pistola y al lado para una camioneta Toyota.
Los hombres le preguntan dónde está el dinero y él les responde que cuál dinero y le dicen que el dinero que tiene su hermana Marelbys”, relató la fiscal 101 de la unidad contra el hurto. Situación similar vivió una amiga de Marelbys.
“En la terminal, cuando le iba a encargar cosas a su amiga Marelbys que viajaba al lugar de donde son oriundas, ya que son paisanas, es abordada por la Policía y le revisan todos los implementos que llevaba para esa encomienda. Le sacan todo y la conducen a una estación”, dijo la fiscal en la audiencia.
Además, la abogada de Fabiola Perea, la exempleada de servicio de Sarabia, relató que, recientemente, también fue víctima de seguimientos mientras se encontraba con su hermano, un menor de edad, en un centro comercial. Por esto, no dudaron en exigir protección y seguridad ante la jueza tercera de control de garantías de Bogotá. La funcionaria judicial ya puso en conocimiento de la Unidad de Protección (UNP) estas graves situaciones.