NACIÓN
El temido Pipe Tuluá fue trasladado a La Picota tras revelaciones de SEMANA sobre beneficios con los que contaba en Picaleña
El líder del grupo Mago (Muerte a Guardianes Opresores) contaba con electrodomésticos, comida a su antojo y otros lujos que un recluso no puede darse.
Luego de que SEMANA revelara las exuberantes condiciones y los elementos que le permitían ingresar a Felipe Marín Silva, alias Pipe Tuluá, un sicario reconocido por liderar el peligroso grupo Mago (Muerte a Guardias Opresores), que asesina a guardias del Inpec, la institución penitenciaria tomó la decisión de trasladarlo este sábado, 11 de mayo, a la cárcel La Picota, al patio de los extraditables.
Se trata de una medida urgente debido al historial criminal de Marín. SEMANA conoció que al llegar a la cárcel de Picaleña en Ibagué dejó claro de quién se trataba y por qué es conocido. “Espero que la guardia tenga claro quién soy yo, llegué a mandar como lo he hecho en todas las cárceles y espero que nadie se meta en mi camino, porque no temblará la mano para seguir matando guardianes. No me importa si tengo que matar capitanes, cabos, dragoneantes”, aseguró según versiones que conocieron los hechos.
Gracias a esas intimidaciones es que Pipe Tuluá podía vivir a sus anchas en el centro penitenciario sin que nadie hiciera nada. Esta revista conoció la lista de elementos que le eran permitidos y que cada semana le llevaría su esposa Patricia Guzmán Enríquez, quien según las versiones también llegó mandando al centro penitenciario y como Pedro por su casa. Incluso, logró llegar a los patios y al sitio de reclusión de su esposo, lo que está prohibido para quienes no están allí retenidos. Guzmán llegó en una camioneta JPS 928 que parqueó frente a la cárcel y en la que llevó los menajes del criminal.
El listado es impactante por no decir que indignante. Pipe Tuluá tenía acceso a detergente, papel higiénico, loza, utensilios de aseo, recogedores, escobas, toallas de baño, servilletas, papas, carne, pollo, chicharrones, chontaduro, jamón, costillas, cavas de icopor, gaseosas, buñuelos, zanahorias, ollas, licuadora, chocolatera y hasta televisores, y así más de 120 elementos que ingresó a Picaleña y que pretendía ingresar cada semana. En el centro penitenciario ya era visto como un rey.
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Lo que más llamó la atención fue que también se le permitían cuchillos para cocinar.
Uno de los argumentos de Pipe Tuluá y su defensa para estos elementos es que tiene un régimen especial de alimentación autorizado por miedo a morir envenenado, sin embargo, hay elementos que resultan cuestionables y no se trataría de un cheque en blanco para ingresar lo que desee como lo venía haciendo y de lo cual se jactaba.
Por ejemplo, también tenía televisores, electrodomésticos, entre otros beneficios que no tienen los demás reclusos.
Uno de los principales cuestionamientos quedó sobre la directora encargada de Picaleña, Liliam Patricia Rubio Escalante. De hecho, SEMANA conoció un documento que ella firmó en el que se le permitiría el régimen especial al delincuente como si se tratara de su palacio real.
Pipe Tuluá se convirtió en el temor de los guardias del Inpec, a quienes ha amenazado con asesinar sin importar su rango si se entrometían en su camino. Los funcionarios han tenido que recurrir a distintos métodos como tener que tapar su rostro.
Es tal el nivel de criminalidad de Pipe Tuluá que ha mandado a asesinar a 14 funcionarios del Inpec y ha llegado a amenazar a su director. “Es un hecho histórico que nunca se había presentado. Ver cómo una estructura criminal que está en las cárceles, pero con nexos en las calles, tiene la intención de doblegar a una institución. Lo que sabemos es que es una organización con vínculos criminales y funcionarios corruptos”, dijo el director del Inpec.
Uno de los guardias que teme por su vida contó cómo son las amenazas. “Ellos, los compañeros, no piden asesinar, pero advierten a los cabecillas del Mago que la presencia de los funcionarios encargados de los controles en las cárceles son el problema. Si los criminales no lo solucionan, pues no les pueden entrar los celulares, licor, comida, drogas, lujos, o incluso llevar los mensajes a sus socios delincuentes en las calles. Entonces, llegan las amenazas y con ellas los homicidios”, aseguró uno de ellos.