NACIÓN
Esta es la versión de los militares que se disfrazaron de Farc en Tierralta. Dicen que fue una operación, pero la orden no aparece
SEMANA conoció la declaración de militares involucrados en la violenta incursión en Tierralta, Córdoba, hace tres meses. Dicen que se trató de una operación encubierta, pero la orden de operaciones no aparece.
El 11 de septiembre, el país vio cómo un grupo de hombres armados con fusiles, vestidos con camuflados y capuchas, que decían ser disidentes de las Farc, intimidaron a la población de la vereda Bocas del Manso, en el municipio de Tierralta, Córdoba. Luego, se conoció que se trataba de militares, todos ellos fueron suspendidos del servicio mientras las autoridades investigan lo que hubo detrás de este suceso.
SEMANA conoció en exclusiva las declaraciones que los militares implicados entregaron a las autoridades. Todos reconocen haber participado en la incursión. Aseguran que se trató de una operación encubierta para, supuestamente, ubicar a alias Sin Camisa, un delincuente del Clan del Golfo que, según información del Ejército, estaba refugiado en este remoto caserío. Lo que pone en duda la versión es que hablan de una operación, pero nunca se ha conocido la orden para hacerla, no aparece o no existe.
“Hay información de que estaba alias Sin Camisa en el sector. Que estaba con un radio y tenía un arma. Se había conocido que era del grupo que delinque en esa región, esa es una ruta estratégica por el río y hay muchos cocales”, dijo el cabo que estaba como segundo al mando.
“Se instaló un puesto de observación, pasaron dos civiles a los cuales abordé, les hice preguntas sobre quiénes eran los alias de las personas que operaban del Clan del Golfo en el lugar, me dicen que una señora alias Daniela, un señor alias Carabina, un señor que le dicen el Pirata y un señor que le dicen Eduardo Sin Camisa. Me dicen que están en la vereda de Bocas del Manso”, indicó el sargento que estaba al mando de la tropa.
Los militares también aseguran que la incursión en la vereda se hizo en el marco de la Operación Efesios, que busca afectar al Clan del Golfo, en esta zona cercana al Nudo de Paramillo. Indican lo que aún genera dudas; que no vestían las prendas del Ejército porque debían evitar ser identificados.
“Se llaman estratagemas, que es cuando uno se puede mezclar, hay poblaciones en las que usted entra como militar y la gente comienza a hostigar. Si usted entra así la gente no ataca porque en algunas comunidades son afectos a ellos, entonces entramos así para evitar que nos hostigaran. Hay partes donde hasta aglomeran a la tropa y la retienen”, dijo el cabo.
El sargento también señaló que la operación se hizo por orden del coronel Jairo Alexis Duarte Beltrán, comandante al mando del Batallón de infantería n.° 33 Batalla de Junín, con sede en la ciudad de Montería. Nuevamente, no hay orden escrita ni reporte operacional.
En la Procuraduría y en la Fiscalía aún están a la espera de conocer la orden de operaciones para determinar si en acciones militares de esta naturaleza se estipula el uso de indumentaria distinta a la del Ejército y si se trató de una instrucción del comandante del Batallón de Infantería n.° 33 Batalla de Junín al que pertenecían los militares investigados. Todavía no se sabe si ese documento realmente existió; incluso, el mismo sargento reconoció que nunca tuvo acceso a este.
“Mi coronel Duarte me dice que asuma el mando de la unidad. Me ordena que ingrese al sector del caserío de Bocas del Manso, yo le pregunto por tres ocasiones y él me autoriza”, dijo el sargento.
En sus relatos, los militares señalan que la comunidad en esa región está aliada con el Clan del Golfo. “Yo entro al caserío con palabras no soeces como dicen ahí, ellos me van acompañando hacia el sector, hay que tener en cuenta que ese personal es afecto a ese grupo subversivo, ellos trabajan con pasta base de coca, hay bastantes cultivos en el sector, entonces son afines a la situación con el Clan del Golfo”, dijo el sargento entrevistado.
Durante las entrevistas, los investigadores le muestran a cada uno de los militares los videos grabados por la comunidad. Pese a lo que se puede observar, todos los militares niegan haber usado amenazas o haber agredido a los campesinos e indígenas que se encontraban allí, por el contrario, afirman que fueron agredidos con machetes.
Los militares dicen que la razón por la que reunieron a los campesinos e indígenas en un sector de la vereda era verificar si había armamento ilegal; luego, hicieron una lista con nombres y números de cédula de todos los habitantes para, supuestamente, identificar si allí estaban los miembros de la organización ilegal.
“La premura era llegar hasta las casas donde me han indicado que se pueden encontrar los alias que nombré anteriormente, entonces me dirijo y verifico que no hay nadie en las otras casas, se mira que están las casas solas, verifico hasta cierta parte del río, de la ribera del río, me devuelvo y llego por detrás del punto donde estaban todas las personas y ahí se presentan los roces”, aseguró el sargento.
“Evidencio que la población civil estaba atacando a mi personal con machetes y ponen de escudo a mujeres y niños, pero los videos no muestran que al lado de cada persona que ponían como escudo había personas con machetes y a la distancia que estaban de mi personal es un arma contundente”, agregó.
Específicamente, uno de los investigadores le pregunta al sargento por la mujer que, cargando a un bebé en brazos, increpa a uno de los hombres armados exigiendo que se identifique.
“Había hombres y mujeres de distintas edades, los que alzaban los machetes eran los hombres, ponían de escudo a las señoras, eso era lo que hacían, ponían a la señora al lado y grababan el lado donde estaba la señora confrontándonos como si fuera ella sola, pero en la toma no se ve el machete listo para hacer un ataque contundente”, agregó el militar.
Pese al despliegue de la tropa, la supuesta operación no dio resultados, pues hasta el momento los militares no reportan que efectivamente se haya encontrado a miembros del Clan del Golfo en la vereda, tampoco existió el respectivo informe de patrullaje.
Poco después de lo ocurrido, el hecho, que en principio parecía ser un caso de violación de derechos humanos, tuvo un giro de 180 grados tras conocerse una serie de audios en los que un líder instruía a los habitantes de la vereda sobre los testimonios que debían darles a la prensa y a las autoridades para, al parecer, inculpar al Ejército de las agresiones.
Un informe del Ministerio del Interior también contenía la hipótesis que apuntaba a que todo se había tratado de un montaje planeado entre los militares y líderes de la zona aliados con el Clan del Golfo para presuntamente lograr el retiro de la tropa de esta zona en la que abundan los cultivos de coca y los laboratorios para su procesamiento. Las versiones no cuadran, la orden no aparece y la duda se mantiene. ¿Por qué se disfrazaron de disidencias? ¿Era una estratagema, como señalan los militares, o estaban detrás del negocio criminal? ¿Son los pobladores aliados del Clan del Golfo? Las dudas se mantienen.