Crimen
Exclusivo: SEMANA revela detalles desconocidos del asesinato de Hernán Franco en la 93. Contundente prueba apunta a principal sospechoso
SEMANA conoció detalles de la investigación por el homicidio del auditor Hernán Franco en las inmediaciones del Parque de la 93. El celular extraviado de la víctima apareció y las autoridades tienen identificado al presunto autor intelectual.
Hernán Franco, el auditor asesinado cerca al Parque de la 93, tenía un trágico presentimiento. Sospechaba que algo le iba a pasar y se lo dijo a sus hijos. Incluso, dejó algunas “instrucciones en caso de faltar”. El empresario tenía miedo; sus familiares y colaboradores fueron testigos de ese temor y lo dejaron consignado en las declaraciones que han dado a las autoridades: “Estaba asustado”.
En diciembre de 2023, el auditor incluso contrató un servicio de escolta y, de acuerdo con los testimonios, las amenazas provenían de sus propios clientes. Su premonición se hizo realidad y la tragedia quedó registrada en los videos de seguridad tomados en su oficina, que sacudieron a su familia y generaron impresión entre quienes los vieron, en especial, la imagen en la que Franco estaba hablando por celular mientras se ve una línea de sangre que cae desde su cuello y, finalmente, se desploma.
SEMANA conoció los detalles de las declaraciones y los resultados de una investigación que está por revelar al autor intelectual del crimen, el responsable de asesinar al auditor justo cuando estaba por destapar unos presuntos hechos de corrupción en la empresa a la que servía como consultor.
En los testimonios se advierte que las relaciones entre Franco y sus clientes se “habían fracturado y ellos no estaban en muy buenos términos”. Incluso, la asistente del auditor reveló que el año pasado su jefe tuvo una discusión muy fuerte en la oficina. “Una discusión que terminó en gritos”. En las declaraciones, testigos afirman que de esa discusión salieron incluso amenazas.
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La mayoría de testigos aseguraron a la Fiscalía que Hernán Franco tenía duros enfrentamientos telefónicos y en su oficina con los herederos de la empresa, que desde hace siete años estaba entre sus clientes. Eran constantes los problemas. De hecho, el día de su asesinato, la víctima tenía la intención de solucionar las diferencias, “apagar el fuego”, dijeron los testigos.
Los investigadores de este caso han escuchado a todas las personas que, de forma directa, tenían algún tipo de relación con Hernán Franco. Las declaraciones incluyen desde su asistente, el conductor, los vigilantes del edificio, la esposa, su hijo y hasta la empleada de servicio. Todos entregaron detalles relevantes y reveladores para el proceso. Pero, además, coincidieron en un punto: el nombre del principal sospechoso de ordenar el asesinato, quien, en este caso, no habría actuado solo.
A los testigos les llamó la atención que el día del crimen, en el lugar de los hechos, en la clínica y hasta en el velorio de la víctima, aparecieron personas que no habían visto nunca y se mostraban muy nerviosas, preocupadas, buscando información. Algunas hicieron llamadas que se convirtieron en indicios, conversaciones sobre los detalles de la muerte del auditor.
“Es oportuno explicar que él (el sospechoso) estuvo mucho tiempo ahí en la sala (clínica) y se notaba como nervioso”. Quienes lo conocían dijeron que ese día iba para la reunión en la 93 con la víctima y que, además, fue la persona encargada de llevar a la clínica a Hernán Franco. El testigo explicó a los investigadores las razones para señalar a quien consideraban clave en el caso.
Las inspecciones, las pruebas y las declaraciones relatan una historia turbulenta, compleja, que acabó con años de confianza entre el dueño de la empresa arrocera y Hernán Franco. Cuando el empresario fundador de la arrocera falleció, algunos de sus herederos le apostaron a dividir y controlar, pero algo salió mal y en la mitad quedó Franco. Además, apareció en la escena un nuevo accionista, un hombre oriundo de la ciudad de Pasto, quien logró comprar el 40 por ciento de las acciones de la empresa.
Los testigos revelaron que una empleada de la víctima tenía unos informes de auditoría donde se advertía que “se estaban robando plata de la empresa”. Incluso, señalaron que la responsable de hacer esas auditorías sentía temor, particularmente días antes del crimen, como si tuviera un presentimiento, al igual que su jefe asesinado. Llegaba a la empresa arrocera y la miraban mal, no le contestaban las llamadas y padeció la intriga que antecedió el asesinato de Franco.
En las declaraciones, se evidenció una casualidad que se convirtió en sospecha para los testigos y los investigadores. Al lugar de los hechos llegó un hombre que trabajó con Hernán Franco por varios años y que, como si supiera lo que estaba por ocurrir, apareció en el sitio, después en la clínica y hasta notificó a otra persona de la muerte de su exjefe. Las declaraciones lo identifican con detalle, pero SEMANA se reserva los nombres para no afectar la investigación.
Se trata de una persona que, al parecer, estaba jugando en los dos bandos. Cuando dejó de trabajar para Franco, se mantuvo cerca, por redes sociales seguía a los familiares de la víctima, conocía en detalle sus movimientos. Incluso, llamaba a otros empleados, se presentaba como asesor y solicitaba elementos a nombre de su exjefe. Era un hombre extraño que también, de acuerdo con las declaraciones, mantenía contacto con los herederos de la arrocera.
El conductor y escolta de Franco también habló con los investigadores y fue quien reveló los detalles de una conversación, la última que tuvo en vida el auditor, antes de que el sicario atravesara la puerta del parqueadero para matarlo. Advirtió, con nombre propio, la discusión que tenía su jefe en una larga llamada, desde su casa hasta la oficina en la 93. Los insultos y gritos que compartieron y que terminaron con los tres disparos fulminantes.
La familia, los empleados y conocidos de Hernán Franco sienten temor. Incluso algunos optaron por contratar empresas de seguridad personal, los que pueden, el resto acuden a la protección divina. Les resultó extraño que, tras el asesinato, uno de los herederos, el supuesto responsable de las amenazas al auditor, llamara a dar condolencias y a preguntar por familiares de la víctima, con nombre completo.
Los investigadores también indagan en los escenarios económicos de Hernán Franco. La fortuna que tenía en propiedades: casas, apartamentos, oficinas, una finca, vehículos y hasta un velero de nombre Susan, que está parqueado en el Club de Pesca de Cartagena. La víctima tenía una deuda de 2.400 millones de pesos con un abogado, y la empresa arrocera le debía más de 16.000 millones de pesos. SEMANA confirmó que Franco tenía una denuncia por supuesta violencia intrafamiliar.
Apareció el celular
Cuando Hernán Franco fue asesinado, en los videos de seguridad del edificio se observa que él estaba distraído con una llamada, fue la oportunidad que aprovechó el sicario. El celular que utilizaba Franco desapareció. No lo encontraron los investigadores. Fue después de que SEMANA reveló que el aparato no estaba que el hijo de la víctima se acercó a la Fiscalía para entregarlo.
El hijo del auditor les reconoció a los investigadores que tomó el celular para resguardar la información del aparato, incluso advirtió que le hizo una extracción de información, al parecer con el objetivo de conocer detalles de la llamada, los contactos y los momentos previos al asesinato de su papá.
El asunto se convierte en un tema técnico para los investigadores, que ahora deben determinar qué clase de extracción le hizo el hijo de la víctima, y si la información aún puede presentarse en las futuras audiencias judiciales y ante eventuales capturas.
El hijo de Franco advirtió que entregará a la Fiscalía la información con los hallazgos de auditoría a la empresa arrocera, los videos de seguridad de la oficina y el apartamento, además del celular de su papá. La investigación está por dar importantes resultados.