Judicial
Investigadores encontraron reveladoras pruebas que fortalecen una de las hipótesis por el atentado al director de la UNP
Seis personas habrían participado en los hechos que se registraron en la noche del pasado miércoles en la localidad de Puente Aranda, en Bogotá.
Las autoridades siguen en la recolección de elementos materiales probatorios dentro de la investigación que se adelanta por los hechos que se presentaron en la noche del pasado miércoles, cuando la camioneta en la que se movilizaba el jefe de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez, fue interceptada por hombres fuertemente armados en la localidad de Puente Aranda, en el occidente de Bogotá.
En el lugar de los hechos, los agentes del CTI de la Fiscalía General encontraron tres ojivas de bala calibre 38 y casquillos de pistola 9 milímetros, es decir, son armas pequeñas. Esto fortalecería por el momento una de las hipótesis frente a que el hecho estaría más relacionado con un intento de robo de la camioneta Toyota Prado blindada, avaluada en 350 millones de pesos.
Sin embargo, se quiere establecer el origen de estas balas, puesto que los restos encontrados pudieron ser del arma accionada por el escolta del director de la UNP que respondió a la interceptación de los hombres. Para esto, se espera el informe de Medicina Legal del cuerpo del sicario que fue abatido en la acción.
Una fuente cercana a la investigación señaló que la hipótesis de un atentado estaría perdiendo fuerza, puesto que para esta acción habrían utilizado armas de largo alcance y que pudieran afectar el blindaje del vehículo, esto si se parte de la premisa que le vendrían haciendo un seguimiento.
Uno de los escoltas que ya rindió su versión habló de la existencia de seis hombres que habrían interceptado la camioneta blindada. Por el momento, se recolectan los videos de las cámaras de seguridad de la zona.
Igualmente, se busca hacer el mapa de ruta que siguió tanto la camioneta de Rodríguez como los sicarios. Además, ya hay una recompensa de hasta 20 millones de pesos por información que permita la captura de los responsables del atentado al director de la UNP, ofreció la Alcaldía de Bogotá. La Fiscalía y la Policía avanzan con la investigación.
SEMANA pudo establecer lo que sucedió en la noche en el intento de homicidio y cómo este hecho era algo que el director de la UNP sabía qué podía pasar, puesto que Rodríguez ya sabía de seguimientos en su contra y, por ello, había tomado medidas con su esquema de seguridad.
Cambió sus rutinas, no iba a los mismos lugares, tomaba rutas diferentes para ir a su casa, al trabajo y a las distintas reuniones que tenía. Incluso, desde su esquema y él mismo habían notado movimientos extraños en su entorno.
El hecho se dio el 7 de marzo entre las 10:30 y las 10:35 p. m. En ese momento, Rodríguez llegaba al barrio Ciudad Montes, acompañado por su esquema de seguridad compuesto por un carro de protección y dos hombres, fuertemente armados y entrenados, quienes al final fueron los que le salvaron la vida.
Lo más delicado es que el director de la UNP iba acompañado por su hija, a quien había recogido en la universidad y luego tomaron el camino a casa. Esa noche sucedió algo que no es habitual; por lo general, al llegar a la casa, el primero en bajarse es uno de los hombres de su cuerpo de escoltas y abre la puerta. Pero, por esa noche, Rodríguez se bajó del carro con su hija e ingresó de inmediato a su residencia. El cambio, al parecer, dejó sin rango de acción a los seis criminales que lo seguían en motocicletas.
Y fue justamente el sonido de las motos, en medio del silencio de esas horas de la noche, el que alertó al primero de sus escoltas que lo acompañó a la puerta. El hombre de inmediato alistó su arma para responder, pero aún no se había dado el ataque.
El verdadero campanazo se dio cuando otra moto se arrimó al carro de seguridad, justo al lado de la ventana del conductor. Mientras Augusto Rodríguez se refugiaba en la casa protegiendo a su hija, se presentó el enfrentamiento a bala limpia entre los hombres de seguridad y los sicarios.
Uno de los escoltas, el primero en bajar del carro, abrió fuego y cruzó disparos desde el flanco derecho del carro. Al otro lado, por la puerta del conductor, el otro hombre de protección también actuó de forma inmediata con su arma y con una pelea casi que cuerpo a cuerpo, enfrentamiento en el cual resultó herido en un pierna.
En el cruce de disparos, y por la rápida reacción de los hombres de seguridad, uno de los sicarios resultó herido; trató de huir, pero cayó al piso a los pocos metros y murió en el lugar. Se sabe que se trataba de un joven de 25 años con un vasto prontuario delictivo.