Investigaciones
La disparatada versión que dio Rasguño sobre el caso Gómez Hurtado
SEMANA publica la declaración que entregó el capo del norte del Valle hace una década. A pesar de haber incurrido en inconsistencias y vacíos, esta diligencia orientó durante una década las investigaciones sobre el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.
Después de 25 años, la confesión anticipada de los jefes de las Farc sobre el magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado le dio a un vuelco a las investigaciones. En el año 2010, la versión del excapo del norte del Valle Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, causó un terremoto político en Colombia, pues expuso al escarnio público al expresidente Ernesto Samper y al exministro Horacio Serpa.
Sin embargo, su versión estaba tan plagada de inconsistencias y mentiras que explica por qué no se han podido tomar acciones contundentes contra los responsables. Hace una década, una comisión de la Fiscalía, acompañada por Gabriel Jaimes, el entonces procurador delegado para asuntos penales y hoy coordinador de fiscales delegados ante la Corte, y el abogado de la parte civil, Enrique Gómez Martínez, sobrino de Álvaro Gómez, viajaron a Estados Unidos a entrevistar al capo.
Rasguño comenzó por señalar a Serpa y a Samper, ni más ni menos, que de haber estado detrás del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado en 1995. De acuerdo con la versión, revelada en su momento por SEMANA, tanto Serpa como Samper por intermedio del político y abogado valluno Ignacio Londoño Zabala, les pidieron a los jefes del cartel del norte del Valle eliminar al líder conservador para desviar la atención por el escándalo del proceso 8.000 que en ese momento sacudía el país.
Los narcos aceptaron el favor, ya que a ellos, según Rasguño, también les convenía porque si Gómez Hurtado derrocaba a Samper y llegaba al poder, lo primero que haría sería extraditarlos. Tanto Samper como Serpa vienen rechazando categóricamente las declaraciones del excapo preso y el abogado Ignacio Londoño, antes de ser asesinado, calificó de mentirosa la versión de Rasguño en una entrevista con SEMANA.
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“Mi vida en la última semana se ha convertido en una telenovela por cuenta de una mentira. A Álvaro Gómez lo mataron en noviembre de 1995 y la última vez que me vi con Samper fue en el 94. Es que están mezclando dos cosas que no tienen nada que ver la una con la otra: la financiación de la campaña de Samper con el asesinato de Álvaro Gómez. Esa es la gran confusión que le están metiendo a la opinión pública”, señaló Londoño
La declaración quedó contenida en un documento de 79 páginas en el que Rasguño también salpicó a medio país en un rosario de contradicciones en donde se nota la intención de perjudicar a algunos personajes públicos y salvar a unos pocos. Entre los mencionados por Rasguño hay dos expresidentes, dos exministros, tres exfiscales generales de la nación, exmagistrados de la Corte, varios exdirectores del DAS, generales y senadores. Pero lo más absurdo es lo que dice de cada uno de ellos.
Una de las afirmaciones más sorprendentes de Rasguño sobre el presidente Ernesto Samper es cuando afirma que durante los cuatro años de ese Gobierno “no fuimos perseguidos por ningún organismo de inteligencia o policivo del Estado. Todo el tiempo tuvimos comandantes de Policía y DAS de nosotros”.
Esa declaración es muy difícil de probar en la realidad. Lo cierto es que a raíz del escándalo del proceso 8.000, el Gobierno Samper emprendió una dura ofensiva contra los narcos. En parte, como una manera de demostrar independencia y alejar cualquier manto de duda sobre su supuesta relación con el narcotráfico, y en parte porque el Gobierno de Estados Unidos aplicó toda la presión que pudo sobre él. Todo el cartel de Cali y la mayoría de los capos del norte del Valle fueron arrestados u obligados a entregarse, paradójicamente, durante el Gobierno de Samper.
Hernando Gómenz, alias RasguñoDurante los cuatro años de ese gobierno “no fuimos perseguidos por ningún organismo de inteligencia o policivo del Estado. Todo el tiempo tuvimos comandantes de Policía y DAS de nosotros”.
A lo largo de su declaración, Rasguño afirma que él y el cartel del norte del Valle eran los dueños de prácticamente todas las instituciones y los más altos funcionarios del país. Hace un especial énfasis en salpicar a la Fiscalía General. Del exfiscal Alfonso Valdivieso afirma que era ficha y amigo del temido Orlando Henao y de Efraín Hernández, Don Efra, dos de los jefes del cartel.
“Valdivieso era de ellos, pero le daba miedo todo. Apenas le daban plata, le daba miedo. Orlando y Efraín hablaban mucho de él. Que él era muy nervioso, que le gustaba mucho la platica, pero que todo le daba miedo. Ellos hasta hablaban que le habían regalado un Mazda 626 y después cuando él se retira de la Fiscalía, ellos le financian en parte de la campaña para el Senado”.
Esta declaración puede no resistir un contraste con la realidad. No solo por lo ridículo de pretender vender la idea de que un fiscal general puede ser sobornado con un carro, sino porque fue justamente en la Fiscalía de Valdivieso cuando se empezaron a abrir importantes procesos sobre los vínculos de políticos y los narcos del Valle. También fue esa administración la que inició la investigación por el crimen del dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado y descubrió las pistas que señalaban a algunos militares como partícipes del magnicidio.
No deja de sorprender que durante la declaración de Rasguño el capo intenta salpicar a “un vicefiscal” cuyo nombre dice no recordar. Quienes le están recibiendo la declaración le dicen que si se trata del exvicefiscal Adolfo Salamanca y Rasguño, sin entrar en detalles, repite que era de ellos y les ayudaba. Como vicefiscal, Salamanca no solo ha sido uno de los más respetados en ese cargo, sino que durante su período fue el encargado de adelantar delicados procesos contra altos oficiales del Ejército y fue un fuerte crítico de la impunidad de la justicia penal militar en casos de masacres.
Otro que no se salvó de la andanada de Rasguño fue el exfiscal Alfonso Gómez Méndez. Según el capo, él y el cartel del Norte del Valle hicieron lo necesario para nombrarlo fiscal general. “Se recogieron como 1.500 millones de pesos porque había que hacer regalos aquí, invitaciones allá, para hacer ese ‘lobby’ para que quedara el doctor Gómez Méndez... Para eso yo di entre 50 y 100 millones de pesos. En el caso particular mío estoy seguro de que unas ordencitas de captura que yo tenía por ahí él me las quitó. Durante Gómez Méndez no hubo ninguna investigación contra nosotros, y si hubo, siempre se quedó quietecita, archivada, tranquila”.
Al igual que en los casos anteriores, el testimonio de Rasguño sobre Gómez Méndez no aguanta la confrontación con los hechos. En el período de Gómez hubo grandes avances en investigaciones contra narcos, incluido el propio Rasguño, y fue una de las administraciones que con más vehemencia se dedicó a perseguir y golpear a los capos donde más les dolía al quitarles sus bienes.
El fiscal Gómez Méndez también fue especialmente duro en las investigaciones contra los militares y fue en su fiscalía en la que varios de los integrantes de la Brigada XX fueron arrestados por diversos crímenes, entre otros, el magnicidio de Álvaro Gómez.
El fiscal general Luis Camilo Osorio tampoco se salvó. Aunque Rasguño no ahonda en muchos detalles, se limita a decir que durante la Fiscalía de Osorio los narcos pudieron estar tranquilos. Afirmó que él usaba los carros del fiscal general para transportar dinero desde Bogotá hasta Cartago.
Igual de inverosímil resulta la referencia que Rasguño hace sobre el exmagistrado de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández, de quien dijo que era asesor de los mencionados capos y de Don Efra, entre otros. En la Corte, Hernández fue el ponente de duros fallos contra los narcos, como el que declaraba exequible la Ley 313 de extinción de dominio, que básicamente implicaba quitarles todos los bienes a los narcos, aun con retroactividad. Fue uno de los magistrados que con más vehemencia defendió la extradición. Esas posiciones le valieron amenazas por parte del Norte del Valle, entre otros, por lo cual no tiene sentido alguno pensar, como lo afirma Rasguño, que fue asesor de ellos.
Las ‘perlas’ que hay en la declaración de Rasguño alcanzan para armar todo un collar. Dice que él y sus compinches fueron quienes designaron a todos los jefes de seguridad de Palacio durante los gobiernos de Samper y César Gaviria. Pero entra en graves equivocaciones cuando el fiscal que acudió a la diligencia le pidió detalles. Por ejemplo, afirmó que el coronel Gustavo Jaramillo había sido jefe de seguridad de Samper, cuando en realidad el oficial nunca trabajó en ese cargo ni directamente con ese gobierno. Fue director del DAS de Andrés Pastrana.
El tema del DAS merece un capítulo aparte. Según Rasguño, todos los directores de esa entidad desde finales de los años 80 eran puestos por él, y trabajaban para él y los narcos del Norte del Valle. “Incluso el costeño joven puesto por Uribe, Jorge Noguera, pero el DAS en esa época era manejado por Fidencio Mena”, dice en su declaración. Hay que recordar que cuando Noguera llegó al DAS, Rasguño estaba fuera del país huyendo y fue arrestado en Cuba en 2004, y que Mena es un lobista de segundo nivel que ha salido a relucir en algunos escándalos recientes, que no tiene mayor influencia, y mucho menos como para “manejar” el DAS.
Y así como lanza acusaciones a diestra y siniestra, Rasguño también incurre en otro tipo de crasos errores, como cuando está hablando del secuestro del hermano del entonces presidente César Gaviria y de pronto dice que lo que estaban buscando era tumbar la extradición. Fue tal el tamaño del error, pues la extradición no existía en ese entonces, que la parte civil le hizo una pregunta al respecto para hacerlo caer en la cuenta y tratar de enmendarlo.
Una cosa queda clara al leer todo el documento: la cantidad de mentiras e imprecisiones hace muy poco creíble la versión del capo. Sorprende, por ejemplo, que en varios apartes sean estos dos últimos quienes le sugieren nombres e incluso le corrigen fechas y datos a Rasguño cuando este se equivoca o no se acuerda.
Para la época de la declaración, varios personajes mencionados por Rasguño, consultados por SEMANA coincidieron no solo en descalificar el testimonio, sino en afirmar que era evidente la intención de desviar aún más la investigación del magnicidio de Álvaro Gómez y pasar cuentas de cobro a aquellos que en el pasado se enfrentaron con mafias y con sectores polémicos de las Fuerzas Militares. La sorpresiva confesión que anuncian las Farc hoy le termina de restar peso a una declaración llena de vacíos e inconsistencias.