defensa

La encrucijada de los Galil. Documentos dejan claro que miras y cañones de los fusiles solo pueden ser suministrados por Israel

SEMANA revela los documentos que tienen contra las cuerdas al MinDefensa para conseguir el proveedor que reemplace a Israel en el suministro de cañones para fusiles Galil, tras la ruptura de relaciones.

Redacción Nación
1 de junio de 2024
La encrucijada del Galil
Por ahora no hay proveedor que reemplace a Israel en el suministro de cañones para fusiles Galil, tras la ruptura de relaciones con ese país. | Foto: Semana / Colprensa

El soldado profesional Alzate es un comando de operaciones especiales del Ejército, el arma que siempre lo acompaña para combatir al crimen organizado y con la que protege su vida y las de sus compañeros de los ataques de las disidencias de las Farc, el Clan del Golfo y el ELN, entre otros, es el sofisticado fusil Galil, que se fabrica en Colombia por Indumil, tras obtener los derechos de Israel, país dueño de la patente.

El fusil Galil tomó fuerza y se convirtió en una de las principales armas de las Fuerzas Militares. En 1994 llegó al país y se logró que Indumil, tras un acuerdo con Israel, por cuenta de las buenas relaciones entre las dos naciones, transfiriera el conocimiento para su desarrollo a través de la industria nacional. Sin embargo, en los contratos quedó estipulado que había dos piezas que deberían ser suministradas exclusivamente por Israel: la mira nocturna y el cañón.

Para tener una idea, el cañón del Galil es como el esqueleto o chasis de una moto, sin él no se puede hacer el montaje. SEMANA obtuvo el contrato reservado entre la empresa israelí dueña de los derechos del fusil y el Gobierno colombiano, y el panorama para la defensa nacional es preocupante.

Los documentos dejan en una encrucijada a Colombia tras la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, ordenada por el presidente Gustavo Petro, y la orden estricta de no comprar armamento a ese país.

  El ministro de Defensa, Iván Velásquez, reconoce el problema, pero las soluciones no se ven.
El ministro de Defensa, Iván Velásquez, reconoce el problema, pero las soluciones no se ven. | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

El rótulo del documento que le permite a Colombia fabricar el Galil señala “concesión de la licencia para la fabricación y comercialización del fusil Galil ACE 5.56 modelos 21, 22 y 23 en Colombia”.

En el documento se recuerda que Colombia celebró el 8 de agosto de 1994 dicho contrato de concesión, licencia y suministro con una empresa israelí para la integración del Galil en Colombia. La empresa extranjera es Israel Weapon Industries (IWI). Mediante la figura transferencia de saberes (know how), las partes acordaron el suministro de componentes, piezas, herramientas y utillaje, para el proceso de producción de la potente arma para suministrarla a los militares colombianos. El valor de la transacción para el fusil Galil ACE fue, en ese momento, superior a los 17 millones de dólares.

En el documento se recuerda que Colombia celebró el 8 de agosto de 1994 dicho contrato de concesión, licencia y suministro con una empresa israelí para la integración del Galil en Colombia.

“Transferencia de nuevas capacidades mediante la implementación de un nuevo fusil con características mejoradas”, señala el contrato obtenido en exclusiva por SEMANA.

Pero como todo contrato de cooperación, también existen cláusulas que se deben cumplir y este no fue la excepción. En este punto es donde Colombia se encuentra amarrada de manos con la industria militar israelí, luego de la orden presidencial de no tener más relaciones con dicha nación.

   Los cañones y las miras nocturnas son suministrados exclusivamente por Israel y hay un contrato que así lo estipula.
Los cañones y las miras nocturnas son suministrados exclusivamente por Israel y hay un contrato que así lo estipula. | Foto: COLPRENSA

Aunque Colombia cuenta con los permisos y especificaciones técnicas para fabricar el Galil, la empresa IWI fue clara al decirle a Colombia que puede elaborar y hacer el montaje de las piezas para el fusil con excepción de la mira nocturna y el cañón, este último elemento es esencial para el funcionamiento del arma, como se lo dijo a SEMANA el militar Alzate.

“El fusil viene completo, el cañón es el esqueleto, y aunque trae otros elementos como la empuñadura, la cubierta, estas son cosas adicionales, pero sin el cañón no sirve, si se daña el cañón, para afuera el fusil”, señaló el experimentado militar, en un testimonio que deja claro cómo a cuenta gotas van a ir saliendo de circulación estas armas, dejando a los militares con las manos vacías.

En la cláusula séptima, el contrato estipula claramente que “Israel Weapon Industries otorga a Indumil la licencia para la fabricación y comercialización del fusil Galil Ace, excepto para el cañón y mira nocturna, que se proveerá por IWI a Indumil”.

Además, IWI le advierte a Colombia que no puede entregar especificaciones técnicas del Galil, ni asignar a terceros información del propietario para que haga la fabricación de piezas. “La industria militar será responsable de custodiar todo el paquete de información del propietario para que no llegue a terceros”; con estas cláusulas, la empresa israelí dejó claro que todo lo relacionado con Galil es de su propiedad.

Incluso en el contrato se estipuló que Indumil pagará a IWI la suma de 25 dólares por cada fusil Galil ACE vendido en Colombia hasta completar las 200.000 unidades.

El fusil Galil tiene 150 piezas o elementos, solo dos de ellas no las produce Indumil: el cañón y las miras nocturnas.

La encrucijada que tiene Colombia con Israel no es tan fácil de resolver como la quiso hacer ver recientemente el ministro de Defensa, Iván Velásquez, quien le restó importancia a la situación e indicó que ya se estaba revisando cómo se podrían reemplazar las miras y los cañones para el Galil.

“El fusil Galil tiene 150 piezas o elementos, solo dos de esas piezas no las produce Indumil: el cañón y las miras nocturnas. El cañón se recibe semielaborado y la industria militar realiza un proceso ya de mecanizado externo, el acabado final”, dijo Velásquez el pasado 13 marzo, en una declaración que deja dudas de si es desconocimiento o desinterés en la gravedad que representa ir dando de baja estas armas.

Los misiles israelíes, en Colombia. | Foto: Guillermo Torres

SEMANA consultó nuevamente al Ministerio de Defensa sobre si ya se había encontrado una alternativa para reemplazar el cañón para el fusil Galil y la respuesta fue negativa. Según el ministerio, Indumil está estructurando un proyecto de inversión para adquirir una nueva línea de fabricación de cañones.

“Esto permitirá a Colombia desarrollar autonomía, independencia y capacidad técnica necesarias para su fabricación”, indicó el Ministerio de Defensa. De igual manera, la institución reconoció, al parecer contrariando el contrato con IWI, que se han realizado estudios de mercado en diferentes países para poder reemplazar los cañones israelíes.

Según el Ministerio de Defensa, Indumil no tendrá desabastecimiento de las piezas del Galil y cuenta actualmente con 25.000 cañones para los fusiles, lo que “significa una capacidad para proveer los próximos dos años”, así que sí hay una fecha por lo menos proyectada de vencimiento y de inicio de la crisis por falta de estas armas.

Frente a la importancia de los fusiles Galil, el soldado Alzate dijo que son esenciales en la lucha contra el crimen de alto impacto, pues un arma de estas puede soportar entre 8.000 y 10.000 disparos.

La guerra interna en Colombia. | Foto: Guillermo Torres

“La guerra de acá en Colombia puede acortar la vida del cañón del fusil y bajarla a los 6.000 disparos, porque por dentro hay unas estrías que se van desgastando y de ahí se sabe si el arma está pegando bien o mal, incluso con mucho desgaste puede llegar a dispararse sola, por eso son necesarios el mantenimiento y el cambio cuando ya están muy desgastados”, relató Alzate.

Al año, la industria militar de Colombia, Indumil, le genera ingresos al país cercanos a los 10.000 millones de pesos en ventas de fusiles Galil. Para 2023, la comercialización de armas logró un incremento del 20 por ciento en comparación con 2022. Según fuentes del Ministerio de Defensa, de no darse una salida armoniosa con el dueño de los derechos de los fusiles, el país tendría que suspender su fabricación.