Justicia
Los misterios de la matanza en la casa 8: Mayor del Ejército recibió 117 puñaladas de su propio hijo, quien además mató a su hermana menor con más de 70 heridas
SEMANA conoció el informe que redactaron los investigadores tras el brutal asesinato de un mayor del Ejército con 117 puñaladas y su pequeña hija, quien recibió más de 70. El responsable sería el hijo del oficial, pero la escena del crimen deja dudas.
El domingo 28 de julio, sobre las 10:30 de la noche, la casa número 8 en el conjunto Bosques de San Jorge se convirtió en la escena de un brutal asesinato. Una historia de terror cubrió lo que antes era el hogar de una familia “ejemplar”. El padre de familia, un mayor activo del Ejército, recibió 117 puñaladas, su pequeña hija, de tan solo 7 años de edad, 75. El responsable estaba en el cuarto del lado, era su hijo y hermano.
SEMANA conoció un informe de los investigadores que llegaron a la escena del crimen en el que está consignado, en detalle, lo que ocurrió y las principales hipótesis que dejaron como responsable al otro hijo del mayor, un adolescente de 14 años que fue aprehendido y presentado ante jueces de menores. Con frialdad aceptó la carnicería contra su papá y su pequeña hermana.
Esa misma noche, la mamá del adolescente estaba en un restaurante, cuando llegó a la casa se encontró con la aterradora escena y su hijo sentado en el cuarto, como esperando alguna señal antes de entregarse a las autoridades. La mujer gritó desesperada, con una angustia que nadie podría imaginarse. Según el informe, también fue atacada, pero logró salir de la casa y pedir ayuda.
“Fue entonces cuando, mediante gritos de auxilio, alertaron a sus vecinos, quienes llamaron a los guardias de seguridad del conjunto. Estos acudieron al lugar y contactaron a la Policía Nacional, que respondió de inmediato”, señala el informe, que además explica cómo los vigilantes del conjunto residencial debieron atravesar por una ventana para poder ingresar a la casa.
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Las víctimas fueron plenamente identificadas por Medicina Legal. Se trata del mayor Fabián Humberto Bueno, oficial activo del Ejército a cargo del sistema de ciencia y tecnología del Comando de Apoyo Tecnológico. Tenía 42 años y una carrera brillante en la fuerza pública. La otra víctima era su hija, una niña de 7 años de edad, hermana del asesino.
Cuando llegó la Policía, el adolescente estaba inmóvil, dispuesto a ser capturado, no pronunció palabra, ni señal de arrepentimiento, sus manos estaban limpias pese a que el cuarto de su papá y su hermana estaba bañado en sangre. En la escena encontraron cuatro cuchillos y una serie de pistas que generaron dudas entre los investigadores. El informe advierte que hubo una discusión previa entre el menor y sus padres, sin atreverse a asegurar que ese fue el detonante del ataque. Sin embargo, las declaraciones de los vecinos y del personal de seguridad en el conjunto residencial fueron suficientes para aprehenderlo y dejarlo a disposición de la Policía de Infancia y Adolescencia.
En audiencias preliminares, el adolescente aceptó su responsabilidad, reconoció ser el autor del doble homicidio en su propia casa y contra su propia familia. No dijo nada más, ni le tembló la voz para admitir el crimen, simplemente le preguntaron y él respondió. “Con absoluta frialdad y convencido de su aceptación, lo dijo en dos palabras y nuevamente quedó en silencio”, señalaron fuentes del proceso.
Las dudas
Lo que pareció tan claro con la aceptación de cargos del adolescente, no convenció a los investigadores. En el informe se anticipa que el proceso continúa y los hallazgos en la escena del crimen son dudas por resolver, seguramente con los análisis forenses posteriores. Pero resulta difícil creer que el hijo del mayor actuó solo o que el plan desde el inicio fue lanzarse con sevicia contra su familia.
Los investigadores recuperaron rastros de sangre en la casa que fueron enviados a Medicina Legal con los análisis biológicos a los cuerpos de las víctimas y que permitirán establecer si hubo sustancias alucinógenas o médicas que dejaron en estado de vulnerabilidad al oficial y a su hija, o que habría facilitado el asesinato y la ausencia de respuesta del mayor, un hombre grande, de contextura gruesa y con más fuerza que su hijo, el homicida.
El cuerpo del mayor estaba en el suelo, de lado, y con el centenar de heridas repartidas por las extremidades, el pecho y la espalda. La misma escena acompañaba a la niña, pero en el otro cuarto. En las versiones entregadas por los vecinos se advierte que no oyeron gritos antes de la llegada de la madre, lo que abre nuevas dudas sobre las circunstancias en que ocurrió el doble asesinato. ¿Quién murió primero? ¿Cuál fue la primera víctima?
Los rastros en el lugar de los hechos advierten una escena confusa que hasta el momento no se puede confrontar con nada, pues el principal sospechoso y confeso asesino se negó a declarar, guardó silencio y así se mantuvo hasta que se limitó a reconocer su responsabilidad ante el juez de menores. Los investigadores tendrán que reconstruir los hechos para descartar la participación de otra persona en el crimen.
En los actos urgentes, los investigadores establecieron que las versiones de los vecinos y familiares cercanos coinciden. No hay reporte o antecedentes de violencia intrafamiliar en contra, ni siquiera llamados de atención en el conjunto residencial por ruido o peleas. Eran, en criterio de los residentes, una familia ejemplar. Más dudas sobre lo que pudo ocurrir y la causa de la tragedia.
Como parte de los actos de investigación, se buscarán en el colegio al que asistía el adolescente reportes sobre algún seguimiento psicológico o quizá informes con eventuales advertencias de comportamiento extraños del menor. Los hallazgos se sumarán al trabajo de los forenses en el propósito de continuar con el proceso e ir descartando hipótesis.
La sanción
La ley de infancia y adolescencia aplica igual para los menores “infractores”, sea un caso de hurto o un doble homicidio. El adolescente, que en esta oportunidad reconoció ser el asesino de su papá y su hermana, fue aprehendido con una medida de internamiento por cuatro meses, prorrogables por otros cuatro, mientras la Fiscalía avanza y logra una “sanción”.
Por tratarse de un menor de edad, no hay condena. Solo una sanción, que, en el peor de los casos, o el más brutal de los homicidios, como resulta ser esta tragedia, no será mayor a ocho años en un centro especial para menores. Luego, quedará en libertad y ni siquiera en su historial judicial habrá algún reporte como recuerdo de la aterradora historia que protagonizó.
Así lo contempla la ley. Aun con la aceptación de cargos y la “sanción” garantizada como responsable del brutal crimen, los investigadores, según el informe que conoció SEMANA, mantendrán las pesquisas y las averiguaciones con el objetivo de conocer con certeza lo que ocurrió en la casa. La versión de la mamá y víctima en este caso, que al parecer se salvó de ser la tercera asesinada por su propio hijo, será fundamental para conocer parte de esta historia.
Sin embargo, hasta el momento no ha sido posible para los investigadores escucharla en declaración. Ella quedó en estado de shock y apenas ha logrado despedir a su esposo y a su hija, mientras su otro hijo es privado de la libertad por asesinarlos.