Justicia
Matoneo y muerte en la Universidad de los Andes: otro estudiante de medicina se quitó la vida por “presiones de compañeros y profesores”
Un nuevo caso de presiones y acoso desencadenó la decisión de un estudiante de quitarse la vida. Esta es la historia.
SEMANA conoció la historia de Johan Sebastián Castellanos Romero, un joven de tan solo 20 años, quien, según su familia, tomó la decisión de quitarse la vida después de que sufrió matoneo y abuso por compañeros y profesores de la prestigiosa Universidad de los Andes en Bogotá. Su condición económica y una queja contra una docente de Patología le habrían generado un deterioro en la salud mental que tuvo un desenlace fatal.
El caso se conoció después de la conmoción que causó la muerte de Catalina Gutiérrez, la médica residente de la Pontificia Universidad Javeriana, quien se quitó la vida tras dejar una carta en la que denunció abusos y sobrecarga laboral durante su formación en la institución académica.
La historia de Catalina es similar a la del estudiante de Medicina de la Universidad de los Andes. Sebastián antes de suicidarse dejó un video en el que se despidió de su mamá, pidió perdón por la decisión que tomó y confesó que estaba atravesando un momento que, a su juicio, no podía aguantar.
Él era oriundo de Paipa, Boyacá, su familia es de origen humilde y llegó a la Universidad de los Andes, una de las más costosas en Colombia, a estudiar Medicina, gracias a su rendimiento académico. En 2019, con apenas 16 años, se graduó de bachiller del colegio Juan Bautista María Vianney como el mejor Icfes de Boyacá y el octavo en el país. Ese logro le permitió acceder a una beca que le otorgó el Ministerio de Educación por medio del programa Generación E. Así fue como empezó a estudiar Medicina en la Universidad de los Andes, una carrera que en total valdría más de 370 millones de pesos, teniendo en cuenta los 12 semestres que se deben cursar y el alto valor de la matrícula.
Tendencias
De hecho, la propia universidad en su primer semestre de estudio, en 2020, le entregó la distinción Alberto Magno por haber obtenido uno de los mejores puntajes en el proceso de admisión. Sin embargo, la beca no cubría todos los gastos. A Sebastián le tocaba estudiar un semestre y aplazar el siguiente para poder mantenerse. La familia denunció en SEMANA que ese fue el inicio del matoneo, pues, mientras que sus compañeros seguían avanzando, él tuvo que aplazar varios semestres, lo que habría provocado burlas de los estudiantes con los que empezó a cursar la carrera. Su pecado era no tener recursos económicos suficientes.
Oliva Romero, madre de Sebastián, relató que “hubo persecución por su condición económica, porque él se puso a trabajar en un call center para comprar sus cosas y no sentirse tan menos. Pero él no era aceptado (en la universidad)”.
Con ese trabajo, el joven se compró un celular, un computador y un iPad, que ahora son piezas claves para develar el acoso y el maltrato del que habría sido víctima mientras cursó su carrera, según su familia.
Los problemas para Sebastián habrían aumentado cuando sus compañeros lo señalaron como el responsable de enviar un correo anónimo en el que se advertía que una profesora de Patología permitía a algunos estudiantes hacer trampa en los parciales.
“Él me decía que estaba presionado, que nadie lo quería, que lo rechazaban y que había un grupo de profesores, en especial esa profesora, que lo trataba mal, lo hacía sentir mal y le gritaba al frente de todos que con él era muy fácil acabar. Los compañeros le hacían bullying y no querían trabajar con él. Ahí empezó a caer en depresión y echó para atrás”, relató la mamá en diálogo con SEMANA.
La situación se empezaba a tornar más pesada, y Sebastián, según su madre, decidió poner en conocimiento de Diego Vivas, el director de pregrado de la universidad, toda la crisis que padecía por el matoneo y la presión. Por eso, uno de los grandes cuestionamientos de la familia es por qué nadie hizo nada para atender el caso.
En mayo del año pasado, el panorama era cada vez más hostil y su salud mental se deterioraba. Según Oliva, “ya no dormía bien, cuando salía era con miedo, caminaba con zozobra de que le iban a hacer daño. Se empezó a adelgazar muchísimo y fue cuando tomó la decisión de que lo llevara a la Clínica Montserrat porque se sentía muy mal”.
El joven pasó una semana internado y tras varias valoraciones recibió medicamento para tratar los episodios de depresión. La universidad fue notificada y, según Oliva, estuvo en más de 15 sesiones con psiquiatría del centro académico. Pero el acoso y el rechazo habrían continuado mientras cursaba cuarto semestre de Medicina, razón por la cual Sebastián tomó la decisión de grabar un video, subirlo a redes sociales y acabar con su vida por la situación que vivía.
La plataforma en la que subió el video lo eliminó, pues infringía las normas de la comunidad, pero SEMANA accedió a la grabación en la que Sebastián Castellanos anunciaba que estaba en un prestigioso hotel en Cartagena y su último deseo era ser cremado para que sus cenizas las llevaran al mar. La publicación terminó con un mensaje que decía: “Te amo, ma”.
“Hola, esta es mi despedida. Hice una lista de cosas que debía decir, pero es casi que imposible seguir. Supongo que voy a empezar por la persona más importante, que es mi mamá: te amo y perdón. Solo ya no aguanto más. No creo poder. A mis pocos amigos y los únicos que pude mantener, gracias”, fue el último mensaje.
El 9 de septiembre de 2023, el joven de tan solo 20 años se quitó la vida y días más tarde apareció un compañero cercano de la universidad, quien le envió a Oliva una lista con los nombres de estudiantes y profesores que habrían acosado a Sebastián. En ese documento, en poder de esta revista, aparecen varios compañeros de carrera y profesores de Medicina Social, Microbiología, Patología y Farmacología.
SEMANA se comunicó en varias ocasiones con la Universidad de los Andes para conocer una respuesta frente a esta grave denuncia que hizo la familia de Castellanos Romero, pero hasta la publicación de este artículo guardaron silencio. Sin embargo, a través de un derecho de petición, la universidad le respondió a Oliva Romero cómo manejan los casos de matoneo, detalles de la atención que recibió Sebastián en psiquiatría y un informe sobre lo que hicieron frente a las quejas de los profesores involucrados.
En ese documento, los Andes informó que este año ha sancionado a nueve personas por conductas de acoso, maltrato, amenaza y violencia de género. Pero no dieron ningún tipo de respuesta concreta sobre lo que habría ocurrido con Sebastián. El caso para la universidad quedó en veremos. Ante la falta de respuestas sobre lo que ocurrió con su hijo, Oliva acudió al abogado Felipe Alzate, quien ya tiene en su poder la documentación del caso e iniciará el proceso de extracción de información de los equipos tecnológicos que utilizaba Sebastián para recopilar pruebas sobre estas denuncias.
El abogado Alzate aseguró: “Una vez nosotros podamos analizar esto de manera conjunta y con cada uno de los elementos probatorios recaudados, acudiremos ante las autoridades judiciales para que se determine la responsabilidad de terceras personas que pudieran haber incidido en el marco de lo acontecido y determinar si existe responsabilidad sobre instituciones que conocieron las circunstancias por las que estaba atravesando Johan Sebastián y asumieron un papel omisivo”.
La historia de Sebastián salió a la luz pública después de la avalancha de testimonios que surgió la última semana luego del suicidio de Catalina Gutiérrez. Estudiantes de Medicina y médicos aseguraron que el maltrato en la profesión es un problema sistemático y hasta el Gobierno nacional lo calificó como una “podredumbre en la política pública”.