“Me llevó a una bodega y me amenazó de muerte mientras unos policías comían helados”: denuncias contra comerciante asesinado en el norte de Bogotá

Cuando Alberto Ortega García fue asesinado, mientras salía de un gimnasio en la calle 85 con carrera Séptima, en el norte de Bogotá, la alcaldesa Claudia López advirtió que la víctima tenía algunos antecedentes encima. SEMANA conoció las denuncias en contra de García y que abren nuevas dudas en la investigación.

Estas denuncias advierten hechos de estafa, líos legales de negocios en la compra y venta de vehículos, pero, también, situaciones bastante irregulares, escenarios de secuestro, amenazas y extorsión.

Una mujer que, de acuerdo con las denuncias, trabajaba con el comerciante en una empresa de paletas, con varias sedes en Bogotá, relató una historia en la que ella se convirtió en una víctima de amenazas, intimidación y exigencias económicas. El responsable sería, justamente, quien luego se convirtió en víctima de los sicarios: Alberto Ortega García.

Cuenta la mujer que un día llegó su jefe, el señor Ortega García, a la sede donde ella trabajaba. Sin aviso le gritó que era una “ladrona”, la llevó a una bodega de la misma empresa en otro punto de la ciudad de Bogotá y allí la amenazó, le advirtió que conocía gente muy peligrosa y que podría acabar con su vida.

“Me llevó a la bodega de la empresa donde estábamos con dos mujeres más. Me trataron muy mal. Me gritaba ladrona, que era una basura y me dijo que tenía dinero para destruirme a mí y a mi familia… Que él conocía gente matona y en altavoz le marcó a una persona “, señala la denuncia.

Las amenazas continuaron por varios minutos mientras García, de acuerdo con la denuncia, utilizaba su teléfono, incluso en alta voz, para hablar con unos supuestos sicarios que se encargarían de asesinar a la mujer, sometida, arrinconada en esa bodega y que trataba de explicarle, a su jefe, el error en que estaba.

“Les dijo que le colaboraran con unos muchachos y que los enviara a la fábrica… al que llamó le contestó que en el momento no podía, pero que en otra ocasión lo haría”, advierte el documento que conoció SEMANA.

Un par de minutos más, se lee en la denuncia, aparecieron unos policías, plenamente identificados por la mujer y mientras comían helados, le leían los derechos del capturado a la mujer, acompañando las amenazas del comerciante, asesinado el mes pasado en el norte de Bogotá.

“Llegaron dos agentes, quienes durante media hora estuvieron con él comiendo paletas y cuando se dirigieron a mí me esposaron dentro de la fábrica, el agente me esposó”, dijo la denunciante.

Al final, fueron los familiares de la mujer los que llegaron a la bodega y después de interceder, pedir por su liberación, se acordó el pago de un millón de pesos, fue así como logró recobrar su libertad. Lo que vino después fue la denuncia, la advertencia de lo ocurrido y la necesidad de explicar los hechos en esa bodega.

Los 525 millones de pesos

Otra denuncia en poder de la Fiscalía incluye una serie de hechos que también dejaron a Alberto Ortega García y otras personas, como responsables de una millonaria estafa. Una mujer denunció que entregó más de 500 millones de pesos a Ortega García para un lucrativo negocio que le pintaron, pero que resultó en una estafa.

La denuncia en contra del ahora víctima de los sicarios en Bogotá, se sumó a la investigación que adelanta la Fiscalía y que espera develar los detalles, las circunstancias de modo, tiempo y lugar de este crimen, a plena luz del día y en una zona ampliamente concurrida en el norte de la capital del país.

Los dos sicarios, encargados de empuñar y accionar el arma homicida, fueron capturados por la Policía en un particular procedimiento que arrancó con la advertencia de una patrulla que se enteró y observó la motocicleta en la que se movilizaban. Los encontraron en el sur de Bogotá y en su poder, aún tenían el arma.

Con los autores materiales capturados, lo que falta es identificar a los intelectuales. Los responsables de ordenar el crimen. Es allí donde avanzan los investigadores de la Fiscalía. El objetivo es ubicarlos y capturarlos. En ese objetivo están los peritos del CTI, los mismos que encontraron varias denuncias contra la víctima, pero pocas amenazas.