Judicial
“Me raptaron, me dieron comida en descomposición, me drogaron y me raparon”: víctima de la casa del terror
Este es el crudo relato de una persona que estuvo recluida en la Fundación de Jesús. Narró los abusos de los que fue víctima durante más de nueve meses.
Los malos tratos y peores condiciones de vida que presuntamente enfrentaban las personas que eran recluidas en la Fundación de Jesús, para recibir un tratamiento “teocéntrico” para superar sus adicciones, desde el principio se convertían en un calvario. La retención era por la fuerza.
“A mí me citaron en el centro de Bogotá, por allá en una bodega, para un trabajo. Cuando llegué apareció el pastor con tres tipos, me apretaron, me pusieron cinta en las manos y los pies. Me ahorcaron para que no pudiera gritar. Eso lo hicieron contra mi voluntad y yo no soy un menor de edad. Me cargaron para el camión y me llevaron a Choachí. Allá se lo llevan a uno es por la fuerza”.
Así se inició la tragedia que vivió Javier*, durante nueve meses que estuvo recluido en la Fundación De Jesús, a la que llegó, según él, víctima de una retención ilegal que asegura “se podría calificar de secuestro, porque yo tengo 26 años y me llevaron contra mi voluntad”.
En el camino que lo llevó a la fundación lo tiraban al piso para ocultarlo. Pudo ver un retén de la Policía y sentir la reacción inmediata de los líderes de la comunidad, le apretaron el cuello de modo que no pudiera gritar. Que no lo pudieran oír. “Ellos me estaban raptando, no podían dejar que me pillaran”, asegura.
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Rápidamente se dio cuenta de que su paso por la fundación iba a ser una pesadilla. “Teníamos unos colchones sucios, en los que quién sabe cuántas personas se acostaron. En qué condiciones. Mi familia creía que estaba en Disney, en una finca con piscina y con especialistas, con médicos, pues... psicólogos o psiquiatras. Nunca nos dieron atención profesional”, afirmó.
No solo no se trataba de Disney, era, de acuerdo con su testimonio, un pesadilla. Aguantaba convivir con un poso séptico “asqueroso” a pocos metros. “En una ocasión me salieron gusanos en los fríjoles y las sopas vivían llenas de moscos. Es que era horrible. Yo por eso lo digo, porque eso lo tienen que cerrar, tienen que saber que eso pasa allá”.
Esos meses para Daniel fueron duros, pero hay escenas que le quedaron grabadas. Que repite varias veces mientras cuenta su historia.” En Choachí se pillaron que le mandé una carta a mi familia contándoles lo que estaba viviendo, para que me sacaran. Me torturaron, y digo me torturaron porque me cortaron la comunicación, no podía hablar con nadie. Nadie sabía lo que estaba pasando. Mis papás pagaban una mensualidad y lo que nos daban era pura comida en descomposición, cuenta David.
Aunque en la fundación hay acompañamiento profesional, al parecer, sí usan medicamento psiquiátrico. David cuenta que en una ocasión lo iban a trasladar y le dieron una droga llamada clozapina que lo dejó en un letargo de varios días. Recuerda lo que pasó, pero en ese momento dice que actuaba de forma inconsciente como por instinto. “Eso era droga psiquiátrica, yo nunca había estado medicado. Me trasladaron, me amarraron, me cortaron el pelo”.
SEMANA conoció que al momento de ingreso a la fundación advierten que no se trata de un tratamiento profesional. Es, en sus términos, es un tratamiento teocéntrico: “No es una IPS, no tenemos médicos. No manejamos el tema de psicólogos, nada de psiquiatría y tampoco suministramos medicamentos”. Todo es reemplazado por tres etapas conocidas como camino, verdad y vida. Y por la ayuda divina.
Advierte que la fundación se aprovecha de la desesperación de las familias y ofrecen un programa de “intervención espiritual” como garantía de recuperación. Pero David dice que en realidad fue testigo de golpizas, vio como en represalia metían desnudos a los internos y les sumergían en la piscina “hasta que salían morados”, intentos de suicidio de compañeros....
A Javier, aunque le dio temor exponer su nombre real para esta publicación, no le ocurrió lo mismo ante la justicia, está listo para dar su testimonio en la Fiscalía, donde ya hay siete testigos y una investigación andando.
El defensor, Carlos Camargo, cuenta que acompañó a las víctimas a denunciar penalmente la situación. Y que después de las visitas y de oír sus testimonios, la Policía procedió a cerrar este establecimiento. “La Fiscalía ya asignó fiscal para el caso, han tomado declaraciones y tiene noticia criminal. La Defensoría del Pueblo, la Alcaldía de Villeta, el ICBF, la Policía Departamental, la Policía de Infancia y Adolescencia, la Personería, la Comisaría de Familia, siguen de cerca la evolución de este caso de grave vulneración de derechos humanos”, afirmó
SEMANA buscó al pastor Carlos Restrepo, representante legal de la Fundación de Jesús, aunque el compromiso era una entrevista formal, finalmente entregó un comunicado en el que dice que las acusaciones son falsas, que ni la Defensoría ni las autoridades tienen pruebas. Asegura que las instalaciones no fueron cerradas por maltrato o violación de derechos.
Justificándose en principios religiosos los jóvenes llevados a la fundación vivieron un calvario, denuncian castigos inhumanos, y ahora es la Fiscalía la que investiga qué era lo que ocurría en esa casa del terror.