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Operación Esperanza: así fue el impactante despliegue militar en búsqueda de los cuatro niños indígenas
La Operación Esperanza, que, como su nombre lo indica, buscaba un milagro para encontrar a los cuatro menores con vida en medio de la selva, logró su cometido gracias al trabajo de militares e indígenas.
“¡Milagro, milagro, milagro!”. No había otra palabra para describir lo ocurrido. Los integrantes de las Fuerzas Militares no podían creer lo que habían logrado, la misión estaba concluida. La Operación Esperanza, que duró 40 días, había cumplido su fin.
“Nuestros soldados e indígenas de la Operación Esperanza hicieron posible y lo imposible, con la fe intacta”, le dijo en exclusiva a SEMANA el brigadier general Pedro Sánchez, oficial del Ejército que lideró el operativo de búsqueda y rescate del Comando Conjunto de Operaciones Especiales.
Los rescatistas envolvieron a los niños en mantas térmicas y posaron junto a ellos para la foto que seguramente le dará la vuelta al mundo. Los familiares, por supuesto, no pudieron contener las lágrimas, no había palabras para agradecerles a quienes nunca perdieron la esperanza.
“Los comandos siempre mantenemos la fe intacta. Cuando nos asignan una misión, es para cumplirla. Hacíamos lo imposible y abrazamos la adversidad. Los indicios que fuimos encontrando nos marcaron que ahí estaban nuestros niños. Los conocimientos muy sabios de nuestros indígenas ayudaron enormemente”, dijo el general Sánchez.
Los cuatro niños ya habían logrado lo imposible, sobrevivir ilesos a la caída de una avioneta que cubría la ruta Araracuara-San José del Guaviare el pasado primero de mayo. Los tres adultos que los acompañaban, entre ellos su madre, no tuvieron la misma suerte.
Casi dos semanas después del siniestro, el 16 de mayo, la Unidad Administrativa Especial de la Aeronáutica Civil encontró la aeronave. Entonces, surgió la Operación Esperanza, como se denominó la búsqueda de los cuatro hermanos: Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de 11 meses. Existía la remota posibilidad de que siguieran con vida en la selva.
Unos 150 soldados y decenas de indígenas de la comunidad nasa, entre ellos el padre de los cuatro niños, emprendieron la búsqueda. Se dividieron en grupos para recorrer de día y de noche la selva en condiciones climáticas adversas, la mayor parte del tiempo lluvioso y nublado, y rodeados por especies animales y plantas venenosas que ponían en riesgo la integridad de los pequeños y de sus rescatistas.
Habían pasado ya 22 días desde la desaparición de los niños cuando surgió la primera pista que avivaba la misión: en dos lugares diferentes los soldados encontraron dos pañales, la tapa rosada de un tetero y una maleta abierta.
Veintinueve días después de la desaparición de los niños fue encontrada una pisada sobre el terreno fangoso. Emocionado por el hallazgo, uno de los soldados, cuya talla de calzado es 40, hizo una pisada junto a la pequeña huella; por el tamaño infirieron que pertenecía a Lesly, la niña de 13 años.
En los días siguientes encontraron cambuches usados por los niños, rastros de borojós, mangos y maracuyás silvestres. La madre tierra también puso su parte en este milagro.
Mientras tanto, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) dispuso de kits de supervivencia que fueron lanzados desde varios helicópteros en distintos puntos clave con el fin de que los niños pudieran encontrarlos y alimentarse. Hoy se sabe que fueron determinantes para que siguieran con vida.