Videos prueban que más de 10 helicópteros rusos están parqueados en hangar del Ejército; Colombia estaría entrando en crisis aérea

La reciente crisis en materia militar, ocasionada por la disputa diplomática del Gobierno Petro con Israel, hizo más visible la difícil situación por la que atraviesa el Ejército nacional. Su operación se está viendo afectada por los conflictos internacionales y las decisiones del jefe de Estado. Así quedó demostrado con la flota de 20 helicópteros rusos MI-17, de los cuales nueve se encuentran varados en la base militar de Tolemaida, en Cundinamarca.

SEMANA ingresó en exclusiva hasta el hangar en donde se encuentra varada la flota de aeronaves rusas, las cuales no pueden volar por falta de mantenimiento y repuestos, y la explicación es muy sencilla: hace décadas, cuando se compraron estos helicópteros, bajo la figura de transacción Gobierno a Gobierno, Bogotá y Moscú acordaron que la asistencia mecánica de las aeronaves solamente la podía realizar Rusia.

El conflicto internacional activo, que implica una fuerte pelea entre Estados Unidos, Rusia y Ucrania, dejó en una posición de ‘sándwich’ a Colombia; a la fecha el país no ha encontrado la solución para poder hacerles mantenimiento a los helicópteros, que, según fuentes del Ejército, si se contrata a un tercero para dicha labor, seguramente se vendrá un conflicto jurídico de miles de millones con Moscú, y de lograrse un acuerdo con los rusos, quien se enfurecería sería Washington. Mientras tanto, las aeronaves se siguen deteriorando en el hangar de Tolemaida.

Fuentes cercanas al Ejército explicaron que los 10 MI que se encuentran en tierra llegaron a su límite de horas de vuelo permitidas antes de ir a mantenimiento, es decir, que las aeronaves completaron las 2.000 horas en el aire, obligando al Ejército a que las apague hasta nueva orden. Expertos señalaron que con este tiempo cumplido los helicópteros tienen que parar operaciones para ser sometidos a un overhaul, que significa un mantenimiento completo, en el que se revisa pieza por pieza para detectar desgastes y fisuras en las aeronaves.

La situación es tan grave con los helicópteros rusos que volverlos a poner a volar tendría un costo cercano a los 100 millones de dólares, según indicaron fuentes militares. Además, señalaron que aún no se ha logrado obtener una fórmula jurídica para que otra empresa que no sea rusa les pueda hacer el mantenimiento necesario, y puedan volver a cumplir las misiones de traslado de tropa.

De acuerdo con las fuentes militares, aunque los MI parecen máquinas viejas, para Colombia son fundamentales para el traslado de grandes cantidades de militares a terreno. De acuerdo con la información militar, uno de estos equipos puede movilizar hasta 24 pasajeros y llevar cargas de hasta 4.000 kilos de peso.

Es decir, que para cumplir una tarea de un MI, el Ejército tendría que emplear al menos dos Black Hawk, que son los helicópteros que se tienen destinados para otras tareas como son las misiones de alto impacto. En los hangares donde están los helicópteros varados, en la base militar de Tolemaida, en una dependencia de la División de Asalto Aéreo, se puede ver a personal del Ejército haciéndoles mantenimientos básicos, evitando daños más severos debido a su falta de operatividad en el aire.

SEMANA conoció que los nueve MI que aún están volando próximamente quedarán en tierra porque llegarán a las 2.000 horas de vuelo, que es lo máximo permitido antes de ser sometidos a un completo mantenimiento. ¿Pero por qué son importantes los MI para Colombia? De acuerdo con expertos, aunque el helicóptero llegó en 1997, su diseño hizo que se adaptara muy bien a las condiciones del país.

Aunque en Rusia era un helicóptero de combate, acá se utilizó para varias tareas, entre ellas el transporte de militares. El MI puede movilizar tropa con su armamento a zonas de difícil acceso, mientras que un Black Hawk tiene una capacidad reducida. También se comenzó a utilizar para tareas administrativas como apoyar a las tropas con suministros, alimentos y logística en terreno.

De igual manera, se comenzó a usar para apoyar tareas civiles, como fue el caso de la tragedia de Mocoa, en Putumayo, en donde después de la avalancha, que casi desaparece al pueblo, los MI fueron usados para movilizar gigantescos tubos para el acueducto y materiales de construcción.

“Quitar ese poder aéreo al Ejército le genera un problema grandísimo en lo que es su estructura militar en almacenamiento, en apoyo logístico, en abastecimiento, porque el helicóptero llega a donde no llegan las personas”, dijo un piloto de MI-17, con cursos en Rusia de operación de la aeronave, a SEMANA, quien prefirió la reserva de su nombre.

Además, aseguró: “Luego de parqueada una aeronave por mucho tiempo, ponerla a volar de nuevo genera millonarios gastos”.

Otro problema militar

A la compleja situación en el Ejército se le suman las graves consecuencias que tendría la reciente decisión del presidente Gustavo Petro de romper relaciones militares con Israel. Como es de público conocimiento, este país es el que le suministra mantenimiento y repuestos a la flota de aviones de guerra Kfir, que son los que usa Colombia para defender su soberanía en los cielos.

SEMANA reveló recientemente que tres Kfir ya habían quedado en tierra por obsolescencia, y que cada vez se hace más difícil mantener vigentes los aviones que aún están en condiciones de vuelo. De los 23 aviones con los que cuenta Colombia, 12 aún están en posibilidad de operar, pero asumiendo altos costos económicos, dijo una alta fuente militar a SEMANA.

La crisis en el campo aéreo militar se suma a la que también hay en tierra y que reconoció abiertamente el comandante de las Fuerzas Militares, el general Helder Giraldo. El alto mando militar aceptó que en este momento el sector defensa pasa por un mal momento táctico, técnico y de experticia. “Hemos perdido esa experticia y es nuestro deber recuperarla”, fueron las duras palabras del general Giraldo a sus comandantes.

Pero quienes parecen no ver la crisis en la fuerza pública, que está quedando cada vez más al descubierto con el fortalecimiento de los grupos criminales en el país, como lo han demostrado informes de Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo, son el ministro de Defensa, Iván Velásquez y el propio presidente Petro, quienes mantienen la orden de frenar las operaciones ofensivas de la fuerza pública contra estructuras criminales y de narcotráfico como el ELN y las disidencias de las Farc.