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SEMANA destapa la misteriosa oficina del piso 13 de un edificio de la Dian, al lado de Palacio. El fallecido coronel Dávila era jefe de la Sala de Anticipación
Se trata de un espacio que se destapó con el escándalo de uso de polígrafos ilegales y chuzadas a la exniñera y a la empleada doméstica de Laura Sarabia. Esto es lo que ocurre en el misterioso piso 13.
Una historia de espionaje en la seguridad presidencial estuvo oculta por años y en las oficinas de la Dian, en pleno centro de Bogotá. El escándalo de polígrafos ilegales y chuzadas revelado por SEMANA sigue arrojando piezas de un rompecabezas criminal, como lo ha calificado la Fiscalía.
El Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) llegó al piso 13 del edificio de la Dian para descubrir qué se escondía en esta “Sala de Anticipación” como la llaman desde la Presidencia de la República. Un despacho de inteligencia para una división de la jefatura de seguridad presidencial, con funcionarios de varias entidades, en donde incluso han estado personas que pertenecieron al extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), de acuerdo con algunas fuentes consultadas.
La denuncia que llevó a los investigadores a la misteriosa oficina del piso 13 en la Dian advertía que, cuando Marelbys Meza, la exniñera del hijo de Laura Sarabia, entonces jefa de gabinete del Gobierno nacional, era sometida a una prueba de polígrafo en los sótanos frente a la Casa de Nariño, fue incomunicada. “Los grandulones de negro me quitaron el celular”, dijo Marelbys.
Al parecer, investiga la Fiscalía, el celular de la exniñera fue llevado hasta el piso 13 y allí, con equipos especializados, fue hackeado, lo sometieron a un procedimiento que se conoce como copia espejo, que permitió extraer toda la información del aparato y almacenarla en un disco duro.
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Fuentes cercanas a la seguridad presidencial le confirmaron a SEMANA que esa oficina, por años anclada en el piso 13 de la Dian –desde el gobierno de Juan Manuel Santos, ha dicho el presidente Petro–, concentra actividades de inteligencia preventiva para los desplazamientos que hace el señor presidente de la República por todo el país.
En otras palabras, los equipos hacen, de manera constante e ininterrumpida, interceptaciones a las comunicaciones de todos los ciudadanos que estén en las inmediaciones de la Casa de Nariño y en los desplazamientos. Un equipo móvil acompaña la avanzada presidencial, interceptando y escuchando comunicaciones a cada paso que da el mandatario.
“Es una maleta que debemos llevar en aviones comerciales para anticiparnos al arribo del presidente. Se monta en un vehículo y se empiezan a hacer recorridos por las zonas donde se desarrollan los eventos o reuniones. Ahí el aparato escucha, con un algoritmo identifica palabras clave y genera alertas”, explicaron a SEMANA.
Se trata entonces de un hallazgo que tiene prendidas las alarmas, pues no está claro el alcance de los equipos que se alojaban en este piso 13 de la Dian y sí significa que había otro espacio para interceptaciones similar a las conocidas plataformas Puma y Esperanza.
Toda la red de inteligencia para la seguridad presidencial y donde supuestamente estuvo el celular de Marelbys Meza por más de tres horas forma parte del llamado grupo de seguridad anticipativa, que tiene la responsabilidad de advertir y prevenir cualquier amenaza en los desplazamientos del primer mandatario, incluso a costa de las comunicaciones de los ciudadanos, explicó la fuente a SEMANA.
La inspección
La información del hackeo al celular de Marelbys fue atendida por la Fiscalía que, debido a las investigaciones por las chuzadas de la Dijín, ordenó una inspección judicial al piso 13 de la Dian. Un grupo de agentes del Cuerpo Técnico de Investigaciones se metió en la misteriosa oficina para recaudar pruebas.
La Fiscalía no se quedó con las dudas y las versiones de una oficina de inteligencia en un edificio público. Por casi diez horas estuvieron en esa dependencia y encontraron equipos de cómputo, de video y comunicaciones que fueron analizados por expertos en informática. Esta vez, bajo el marco de la ley, hicieron copias espejo de los datos alojados en esos equipos.
Adicionalmente, recuperaron los videos de seguridad, tanto del edificio como de la entrada al piso 13, con el objetivo de establecer con certeza quién estaba de turno en esas dependencias y quiénes ingresaron, el día y hora en que Marelbys advirtió que fue sometida al polígrafo y su celular arrebatado con la intención de incomunicarla. Luego, se investiga y se ‘hackea’ el aparato.
Los investigadores se llevaron los datos, los videos y confirmaron la ubicación de un equipo de alta tecnología que requiere un análisis más profundo, no solo en funcionamiento, sino quiénes son responsables de manipularlos y, por supuesto, para qué lo estaban usando, bajo qué criterio y por orden de quién.
También, los investigadores dejaron varias solicitudes como tareas pendientes a los responsables del misterioso piso 13 en la Dian. El ente acusador requirió los libros de entrada y salida, además del organigrama dispuesto por la jefatura de seguridad presidencial para esa unidad. El objetivo es determinar con detalle las responsabilidades.
“Esa oficina la maneja la misma seguridad presidencial. allí hay gente (funcionarios) de varias unidades en la Policía, la Dirección de Inteligencia y hasta del DAS, gente que es dura en temas de inteligencia. Como responsable, tiene a un coronel que estuvo en los Cicor (Comisiones Investigativas Contra el Crimen Organizado) de la Dijín”, advirtió la fuente a SEMANA.
En esas oficinas también se definen y ejecutan todas las actividades de contrainteligencia para identificar situaciones de riesgo de origen interno. Justamente, las salas de poligrafía están dispuestas en ese propósito y no para llevar civiles, personajes ajenos a la seguridad del presidente o que ni siquiera son funcionarios públicos, como ocurrió con Marelbys Meza.
Todo el material de prueba recaudado durante la inspección fue legalizado a través de una audiencia y ante un juez de Bogotá. La Fiscalía convirtió los hallazgos en el piso 13 de la Dian en la evidencia que ayudará a definir responsabilidades, identificar autores y capturar a los implicados en las interceptaciones ilegales a la exniñera y a la empleada doméstica de Laura Sarabia, la exjefa de gabinete del Gobierno nacional.
Sin embargo, otro dato salta con la investigación, además de confirmar la existencia de estas oficinas de inteligencia en los alrededores de la Casa de Nariño. Es la posibilidad de que más personas fueron víctimas de las chuzadas. Esa duda se convertirá, con los hallazgos, en otra línea de investigación.
Detalles de la extraña muerte del coronel Óscar Dávila, que había solicitado a la Fiscalía dar su versión en el caso del polígrafo y las chuzadas a la exniñera de Laura Sarabia
La tarde del viernes, el país se sorprendió con la lamentable muerte del coronel de la Policía Óscar Dávila Torres, uno de los investigados en medio del escándalo por el uso del polígrafo y llamadas chuzadas a Marelbys Meza, exniñera de la exjefa de gabinete del presidente Gustavo Petro, Laura Sarabia. A Meza la acusaban de haber robado una gruesa suma de dinero de un maletín en la casa de Sarabia.
El coronel Dávila Torres murió en las horas de la tarde en la calle 22 bis n.º 48-40, en el sector de Teusaquillo. En ese momento, según las primeras versiones, iba acompañado de su escolta, se detuvo en el carro y le pidió a su hombre de seguridad que le comprara una botella de agua. Al regresar, se encontró con el coronel sin vida por impacto de bala. Las primeras versiones hablan de un suicidio.
Dávila era nada menos que el jefe de la Sala de Anticipación, encargada de la seguridad del presidente Gustavo Petro, y habría sido quien, por órdenes superiores, debía recuperar el dinero de Sarabia a como diera lugar. Dispuso usar el polígrafo con la niñera Marelbys para determinar si ella se lo había robado.
La misteriosa Oficina de Anticipaciones, ubicada en el piso 13 del edificio de la Dian, a unos metros de la Casa de Nariño, que estaba a cargo del coronel Dávila, tiene equipos de inteligencia donados por un país extranjero que permiten el monitoreo de equipos de comunicaciones (como celulares) usando algoritmos que detectan palabras clave en la comunicación.
Pero hay un asunto que llama la atención y no ha pasado desapercibido en la investigación que adelanta la Fiscalía. El coronel Dávila, antes de ser llamado para convertirse en uno de los hombres fundamentales en el esquema de seguridad de la Casa de Nariño, era el jefe de las Comisiones Investigativas contra el Crimen Organizado (Cicor), una serie de unidades de la Policía distribuidas en el país para la persecución de objetivos de alto valor.
El coronel Dávila obedecía órdenes directas del jefe de la Casa Militar de la Presidencia, el también coronel Carlos Feria, quien ha sido cercano al presidente Petro desde que fue el encargado de su seguridad cuando estaba en la Alcaldía hace aproximadamente una década.
Justamente, el Cicor n.º 6, con sede en Medellín, es el encargado de la persecución al Clan del Golfo en la región de Urabá, donde operaba Wílmer Antonio Giraldo, alias Siopas, uno de los cabecillas de la organización criminal y heredero del otrora todopoderoso narcotraficante Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel.
A ese Cicor fue al que le habrían dado la orden, desde la Policía Judicial en Bogotá, de chuzar los teléfonos de las dos empleadas de Laura Sarabia, Marelbys Meza y otra llamada Fabiola. El argumento, como explicó el fiscal Francisco Barbosa en su momento, fue que una fuente humana de alta confianza había advertido la necesidad de interceptar las comunicaciones de las dos mujeres porque tenía información que las vinculaba estrechamente con el peligroso Siopas. Así, justificando la chuzada, a Marelbys le pusieron el alias de la Niñera y a Fabiola la bautizaron como la Madrina.
Sin embargo, existe otro detalle de gran importancia. En la investigación que realiza la Fiscalía sobre los hechos y las incertidumbres que rodean estos casos en la Casa de Nariño, la información conocida por el coronel Dávila resultaba crucial. El propio coronel había enviado una carta al fiscal general, con fecha del 2 de junio de este año, en la cual manifestaba su disposición para participar en una entrevista o interrogatorio en el cual revelaría todo lo que sabe. Lamentablemente, debido a su fallecimiento, esa cita nunca se dio.