Orden público
Universidades del crimen en la selva: las Farc de Mordisco están aprovechando el cese al fuego para reclutar a menores de edad y adoctrinarlos; estas son las pruebas
SEMANA revela cómo las disidencias de las Farc han aprovechado el cese al fuego para reclutar menores de edad y adultos e internarlos en las selvas del Yarí, Caquetá, donde hay campamentos acondicionados como salones en los que se dictan ‘clases’ para adoctrinar a inocentes y humildes campesinos.
Miguel* estaba con su papá ayudándole a atender una pequeña tienda en el Meta, al local llegaron hace dos meses unos sujetos con el propósito de reclutar bajo engaños al joven. Le ofrecieron una vida cómoda, con celulares de alta gama y poder para que se fuera con ellos al monte.
También le dijeron que iba a recibir clases como en una universidad, entrenamiento militar como en el Ejército y que, como fuera pasando el tiempo, podía ir ascendiendo en la organización como si se tratara de una empresa.
Los extraños le dijeron que tenía que tomar rápido una decisión, que ojalá fuera la correcta; es decir, irse con ellos porque si no eso le podría traer consecuencias a su familia. Pese al constreñimiento y las amenazas, Miguel les dijo que no, que él estaba cómodo al lado de su familia y le gustaba ayudar a su papá en el negocio. Ofendidos por la negativa, los extraños se fueron del lugar y le advirtieron que regresarían.
A los pocos días aparecieron de nuevo en la tienda de su papá otros siete sujetos quienes le ofrecieron 1.800.000 pesos para que se fuera con ellos al monte; obligado, el joven recibió el dinero, pues su temor era que, si no los aceptaba, su familia correría peligro. Luego de unos días, los sujetos regresaron y Miguel les dijo que les devolvía el dinero, que no se quería ir con ellos y que no le fueran a hacer daño a su familia.
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Los sujetos no aceptaron la propuesta del joven y se lo llevaron, le dijeron que simplemente fuera a mirar lo que ellos hacían y que eso le iba a terminar gustando. “A él (Miguel) se lo llevaron por las malas”, le dijo a SEMANA un investigador judicial del caso.
Sin poder hacer nada, Miguel fue internado en las sabanas del Yarí, Caquetá, donde en la actualidad no hay fuerza pública por encontrarse vigente un cese al fuego con las disidencias de las Farc de Iván Mordisco y en donde por la ausencia del Estado y de las autoridades quienes mandan son los criminales. Con el terreno bajo su dominio, las disidencias han montado grandes campamentos de instrucción en los que adoctrinan a los nuevos reclutas.
Como se observa en las imágenes que obtuvo SEMANA, en las cartillas hay fotografías de los fundadores de la extinta guerrilla de las Farc y de los nuevos mandos como Iván Mordisco, alias Andrey Avendaño, hasta hace poco integrante de la mesa de diálogos con el Gobierno, y Danilo Alvizú, cabecilla del frente Carolina Ramírez, quien fue acusado por la fuerza pública de ordenar la masacre de cuatro menores de edad en Putumayo este año.
Al igual que en la época de la guerrilla de las Farc, estas disidencias tienen su pénsum académico con el que difunden su himno, estatutos, manifiestos del Partido Comunista, que la guerra es contra la oligarquía, que deben entregar sus vidas por la causa y les brindan entrenamiento militar y les dicen cuáles son los requisitos para ser comandantes: saber leer y escribir, técnicas en manejo de armas y explosivos, camuflaje, entre otros.
“Son universidades o colegios del crimen en la selva”, manifestó un analista de información judicial que trabajó en el caso. Pero como en toda universidad para graduarse se debe hacer un trabajo final. Miguel no podía ser la excepción.
Su tarea era hacer parte de la escolta de una camioneta donde las disidencias de las Farc llevaban escondidos siete fusiles, siete granadas de mano, una pistola, más de 1.200 cartuchos de munición, proveedores de diferentes calibres y prendas alusivas a las fuerzas militares.
La misión consistía en llevar el material desde San Vicente del Caguán, Caquetá, hasta el departamento del Meta, a hombres de la estructura Marco Aurelio Buendía, en los municipios de La Uribe, Puerto Lleras y Vista Hermosa, que cuenta con aproximadamente 38 hombres.
El material de guerra tenía que llegar de manera urgente porque dicho frente se encuentra en confrontaciones constantes con la Segunda Marquetalia de Iván Márquez. Miguel tenía que escoltar a uno de los ‘duros’ que iba a ir con ellos para entregar el material; se trataba de Rusbel Orlando Antury, alias Mono Didier.
La comisión de las disidencias inició el recorrido por zona rural de San Vicente, al norte del Caquetá, pero a mitad de camino se encontraron con una unidad de las Fuerzas Militares. Al hacer la requisa, las tropas encontraron, además del material de guerra, 8.000.000 de pesos en efectivo y lograron la captura de tres sujetos, entre los que se encontraba alias Mono Didier, presunto cabecilla de la comisión de finanzas de la estructura Marco Aurelio Buendía.
Sobre el operativo informaron las Fuerzas Militares que en la camioneta los capturados llevaban, además de las armas de fuego, uniformes verde oliva, morrales de campaña, chalecos, camisetas y cintelas pixeladas, así como GPS, radios de comunicaciones, teléfonos celulares y material alusivo al Frente Iván Díaz del autodenominado Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc.
Fuentes de la fuerza pública confirmaron a SEMANA que, de acuerdo con los resultados operacionales y los análisis de información, las disidencias de Iván Mordisco, que hacen parte del proyecto de paz total del gobierno del presidente Gustavo Petro, están aprovechando el cese al fuego para fortalecerse.
“Tienen (las disidencias) una misión permanente de reclutamiento, están enfrentados con la Segunda Marquetalia y están en el crecimiento doctrinario del pueblo, se están reforzando aprovechando el cese, esa es una tarea permanente que tienen todos sus integrantes, de proponer nuevos muchachos y mujeres para reclutar”, dijo el analista a SEMANA.
Para el caso de las disidencias de las Farc de Mordisco, según fuentes judiciales, los jóvenes que se están llevando bajo engaños al monte para ser adoctrinados en las universidades del crimen se encuentran entre los 16 y 20 años de edad y provienen de familias humildes y con bajo grado de escolarización.
“Son muchachos de zonas apartadas donde hay pocas posibilidades de acceder a un colegio, universidades y ofertas laborales”, dijo el investigador. * Nombre cambiado por tratarse de un menor de edad.