Medellín
Así opera la prostitución en Medellín: menores, sexo, droga, proxenetas y mucho dinero
El ICBF tiene en el radar 17 casos de explotación sexual en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Sin embargo, se presume que hay un subregistro por el silencio de las víctimas.
Medellín es la segunda ciudad del país más codiciada por las trabajadoras sexuales, después de Bogotá. En un lado de la acera están las colombianas y al otro las venezolanas. Se cruzan las miradas, pero no el negocio. Los clientes pasan de lado a lado buscando la mejor oferta: que el dinero sea proporcional a la apariencia física y a la experiencia. El alto flujo de mujeres sobre las calles, bajo el sol y el agua, convirtieron a la capital de Antioquia en un burdel a cielo abierto.
No hay datos oficiales de cuántas personas se dedican a la prostitución en Medellín, ni las condiciones de salud en las que ofrecen los servicios a los usuarios frecuentes propios de esta tierra y a los curiosos que, en su mayoría, llegan del extranjero para satisfacer los fetiches que aparecen en las pantallas. En un buen día, con la mirada se alcanzan a contar en una calle del centro de ciudad cerca de 25 trabajadoras y uno que otro hombre en negociación.
Cinco billetes de 10.000 pesos son el pase para adquirir unos minutos de sexo. Si el cliente quiere un servicio especial en el que se incluyan estupefacientes, alcohol y creatividad, la calculadora empieza a sumar. La cifra que indique la cuenta por el paquete final debe ser entregada en efectivo antes de empezar la labor. La cita se cumple en un cuarto oscuro de un hotel o en un rincón de la comuna de La Candelaria, que en la noche es iluminado con el alumbrado público del Valle de Aburrá.
Manuela* llegó a Colombia, proveniente de Venezuela, hace siete años. En una vía de Cúcuta empezó a recibir a los hombres, luego pasó a Bogotá y, más tarde, unas madrinas la llevaron a Medellín, donde le prometieron el paraíso porque no había mujeres de su nacionalidad que pudieran cubrir la demanda de los turistas. La plata entra con mayor facilidad en ese lado del país porque difícilmente reprochan las tarifas. Sin embargo, el común denominador de las tres ciudades es la inseguridad y la mirada violenta de la sociedad.
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“Siempre estamos expuestas a lo que se pueda presentar en la calle. No nos sentimos seguras. Siempre hemos luchado por tener garantías en cuanto a la confianza y seguridad estando en la calle, pero no ha pasado. Nosotros pedidos un trato digno y parecido al que le dan a la gente, nosotros somos iguales”, afirmó la mujer en medio de una lluvia de preocupaciones por el incremento de violencias que padecen en el Área Metropolitana.
De eso da cuenta Catalina*, una mujer trans que fue atacada con una navaja luego de prestarle su cuerpo a un hombre en la mañana del 24 de junio. Ella recuerda que el taxista madrugó por un servicio a su puesto de trabajo. La mujer no se fijó en la mirada ni en el cuerpo del hombre, reconoce que eso resta importancia en el horario laboral. Luego de culminar el servicio, en el interior de un hotel cercano al parque de Berrío, recibió un golpe y una cortada en el rostro.
El victimario la confundió con otra trabajadora sexual con la que sostuvo una discusión a tempranas horas de ese mismo día. En consecuencia, la mujer perdió el ojo derecho, la nariz le quedó fracturada y la boca, marcada con una cicatriz que nunca olvidará de su paso por la prostitución, oficio que no le hace agachar la cabeza porque le ha entregado lo poco que tiene. No obstante, si pudiera nacer de nuevo, no le gustaría volver a nadar en esas aguas donde la vida no vale.
Explotación de menores de edad
Tampoco le gustaría ver a más niñas sometidas a la explotación sexual. Por sus oídos han pasado los relatos de menores de edad que empezaron a caminar en las calles a merced de los hombres cuando tenían 13 años. Ellas llegaron a la prostitución porque en sus hogares se sentían abandonas y víctimas de los golpes, según se lo hicieron saber a la mujer. Para los delincuentes que se aprovechan de las niñas, la virginidad es lo más valorado.
De acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional, en lo que va corrido de 2022 se han interpuesto 117 denuncias por delitos relacionados con explotación sexual comercial de personas, 106 victimizando a menores de edad y 10 víctimas adultas, en las que el 76 % de las alertas emitidas vincularon a las mujeres. De igual manera, seis criminales han sido capturados por ponerles precio a los cuerpos de los menores de edad y a los mayores de 18 años.
Para frenar la trata de personas, el alcalde Daniel Quintero fijó una recompensa de 100 millones de pesos por información que ayude a identificar y judicializar a los delincuentes que están promoviendo los delitos contra los niños, niñas y adolescente en Medellín. También decretó toque de queda nocturno para esta población en las zonas rosas en las que se tienen registradas amenazas de explotación; esta medida estará activa hasta el 31 de diciembre de este año.
Expertos en seguridad urbana no descartan que los grupos delictivos organizados que operan en el Valle de Aburrá estarían controlando los sitios donde se cometen las faltas contra los menores y adultos. “Es un delito que uno puede encontrar en todas las estructuras. Por lo menos, en las 10 que operan en la ciudad. Hay algunas que son un poco más famosas y que tienen más vinculación con este tema: Caicedo, Triana, Terraza, Pachelly y Mesa”, señaló Andrés Tobón, exsecretario de Seguridad de Medellín.
Las peticiones
Si bien en Colombia la Corte Constitucional consideró la prostitución como un trabajo lícito cuando es ejercido sin sometimientos, el Congreso de la República no ha fijado una regulación que priorice los derechos de las trabajadoras sexuales a la hora de prestar los servicios. Es decir, las mujeres están esperando señales del Legislativo para cesar la intranquilidad a la que están sometidas, pese a que este trabajo es reconocido como uno de los más antiguos del mundo.
Mientras las leyes comienzan a caminar en los pasillos de la Cámara de Representantes y el Senado, las organizaciones sociales impulsan proyectos comunitarios en varias ciudades del país para cesar las violencias y garantizar la prostitución, siempre y cuando no haya imposiciones. Fue una crítica en Twitter la que alertó a la Alcaldía de Medellín sobre la crisis que tenía en su casa. “Medellín, un burdel a cielo abierto. ¿Qué está pasando, qué se está haciendo?”, le cuestionó la escritora Carolina Sanín a Daniel Quintero.
Como respuesta, él enumeró nueve iniciativas que se sustentan, a su juicio, en el respeto, oportunidades y educación porque “no creemos que la represión contra ellas sea la alternativa. Perseguimos a quienes las explotan y abusan”, tecleó el mandatario local. A su vez, pidió recomendaciones de expertas en la materia. Claudia Yurley Quintero, ganadora del Premio Mujer Cafam 2022, le sugirió la creación de refugios, desincentivar la demanda, acercarse a las víctimas y atender el trauma, entre otras.
Ahora bien, las próximas semanas serán indispensables para frenar la explotación sexual en la capital de Antioquia porque se conmemora las Feria de las Flores, en la que la prostitución deja ganancias parecidas a un diciembre. La Policía Metropolitana alista un esquema de seguridad para blindar a los civiles de los delitos.
*Los nombres de las trabajadoras fueron modificados por su petición expresa.