Mascotas
Ella era Luna: la perrita retriever que murió en Antioquia por la alborada; animalistas piden conciencia sobre impacto de la pólvora en los animales
La mascota de diez años de edad falleció en Rionegro debido al estrés que le causó la pólvora. Piden no quemar esos artefactos.
A Luna la alborada le arrebató la vida. Ella era una perrita de raza black lab golden retriever que falleció en la madrugada del primero de diciembre por la pólvora: su cuerpo no aguantó los impactos en el sistema nervioso que le generan ese tipo de explosivos a los animales.
La muerte de Luna fue una odisea que tomó tantos minutos como dura la alborada en Antioquia, el amanecer entre el 30 de noviembre y el primero de diciembre cuando algunas personas acostumbran detonar ese tipo de artefactos como una forma de enmarcar la llegada de la Navidad.
Pues bien, lo que era una fiesta para unos terminó siendo el dolor de otros y Luna estuvo sufriendo los últimos minutos de su vida, desde las 11:57 p.m. del último jueves de noviembre hasta las 2:30 a.m. del primer día de diciembre, cuando su cuerpo se desvaneció en un vómito de sangre por el impacto que generó en su sistema nervioso el hecho de que sus oídos de perro estuvieran expuestos al contundente sonido de los explosivos.
Quien cuenta la historia es su dueña, una mujer que vive en la vereda Abreo del municipio de Rionegro (en el Oriente de Antioquia) con su pareja sentimental y una manada de perros rescatados a los que decidió darles una mejor vida.
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Luna había sido rescatada de la calle cuando una familia la abandonó argumentando que estaban esperando un bebé y que ya no podrían convivir con un perro grande en casa porque la llegada del recién nacido les impediría tener una mascota. Entonces, la dueña de Luna la hizo parte de su familia durante una década de amor canino que terminó con el inicio de esta Navidad.
”Eran exactamente las 11:57 de la noche cuando empezó la pólvora más impresionante. Luna estaba en la pieza con nosotros, ella se desesperó, empezó a moverse para todos lados, yo la llamaba, la sentaba junto a mí. Ella era jadeando y desesperada caminando por todo lado. Se salía de la pieza, llorando. Llegó un momento en el que empezaron a quemar algo que le dice tacos, que son unas explosiones impresionantes. Ella del susto se metió debajo de la cama. Los otros estaban ahí también, pero ella no quiso salir. Se quedó debajo”, contó la dueña de Luna a SEMANA.
La propietaria de Luna no cuenta su nombre porque asegura que el caso de la muerte de su mascota no es para generar rencores, venganzas o procesos judiciales, si no para crear conciencia de cómo la pólvora termina maltratando a los animales porque estos, sencillamente, tienen los sentidos mucho más agudos que los humanos.
Al ser una familia multiespecie, habían tomado todas las medidas: ella y los perros estaban en la habitación de la finca que está más aislada del ruido, les puso música suave para distraerlos y los acompañó toda la noche para que ellos entendieran que en medio de los impresionantes ruidos que captaban sus oídos ellos estaban a salvo con sus amos. No fue suficiente.
“Fueron entre 10 y 15 minutos de estallidos. Cuando mermaron los ruidos, todos (el resto de perros) estaban más tranquilos, pero ella no quiso salir de debajo de la cama. Yo la miraba y ella me devolvía la mirada con esos ojos abiertos. Mi pareja llegó del turno de noche a las 2:30 a.m. y cuando llegó Luna salió de debajo de la cama. Tenía el estómago completamente hinchado, estaba atontada. Lo saludó, le voleó la colita, se fue a un rincón, vomitó una bocanada de sangre y ahí quedó”, relató entre lágrimas la propietaria de Luna.
Ella está convencida de que la perrita de raza retriever esperó hasta que su otro dueño llegara para despedirse. En ese momento, con el cuerpo de cabellos negros de Luna manchado por su propia sangre, no hubo nada qué hacer: ya no reaccionaba y estaba tirada en el mismo suelo en el que minutos antes intentó resguardarse.
“Lo que nos dijo el veterinario es que seguramente tuvo una ruptura interna y que eso fue lo que hizo que se desangrara. Coloquialmente se dice que se le estalló el corazón y ella se aguantó porque quería despedirse de mi pareja”, agregó la mujer que tiene cinco perros rescatados en su finca ubicada en el Oriente de Antioquia.
El caso de Luna no es aislado. De cuenta de la pólvora, la alborada y las detonaciones de artefactos decembrinas los animales (desde los de compañía, hasta los pájaros que se esconden en los árboles y los que están en los zoológicos de las ciudades) sufren porque sus cuerpos perciben con más intensidad los ruidos que los seres humanos.
“El hecho de utilizar pólvora de manera indiscriminada genera en los animales estrés y riesgo de muerte. Ya se han registrado varios casos de animales muertos por el impacto, el estrés, que les genera ruido de la pólvora. Este no es el único caso, son sucesos muy recurrentes y es necesario sistematizar el impacto que tiene este tema porque no solamente son animales muertos, sino también extraviados y atropellados que salen corriendo por el ruido de las detonaciones”, sostiene la senadora animalista del Pacto Histórico, Esmeralda Hernández.
De cuenta de casos como el de Luna es que los congresistas animalistas han estado buscando mecanismos para restringir el uso de esos artefactos porque saben que, más allá de la diversión humana, uso puede terminar convirtiéndose en un caso más de maltrato animal
“Los daños que la pólvora, principalmente explosiva, les causa a los animales y al ambiente deberían bastar para que el estado adoptara medidas restrictivas severas; incluso, prohibitivas. La evidencia médica disponible indica que la pólvora puede ocasionarles a los animales pérdida transitoria de la capacidad auditiva, afectaciones al sistema respiratorio, extravíos, accidentes por huida, abandono de nidos, miedo intenso, trastornos de ansiedad y muerte súbita. No solo por las explosiones, sino también por el humo y las vibraciones. Además, hoy hay tecnologías de entretenimiento extraordinarias como drones, mapping, láser, por lo cual no tiene sentido insistir en el uso de productos peligrosos y dañinos para las personas, los animales y la naturaleza”, aseveró la senadora animalista de la Alianza Verde, Andrea Padilla.
La dueña de Luna cuenta su historia con el espacio vacío que dejó esa perrita retriever en su casa. Su anhelo es que a partir de la muerte de su perra haya quienes decidan no quemar pólvora para evitar maltratar a más seres no humanos: “No es justo que la felicidad de otros se conviertan en la tristeza de tantas personas. Cuando murió, yo salía y miraba la finca de donde estaban quemando la pólvora y era increíble imaginarlos a ellos con su falsa alegría y vernos a nosotros con un dolor tan grande”.