Medellín
Medellín decreta siete días de luto y prepara homenajes por la muerte de Fernando Botero
El alcalde de Medellín anticipó una agenda cultura para rendirle homenaje al artista antioqueño.
El alcalde Daniel Quintero Calle decretó siete días de luto en Medellín por cuenta del fallecimiento de Fernando Botero. En las próximas horas se definirá la agenda cultural en la que se le rendirá homenaje.
“Lamentamos profundamente la muerte del maestro Botero, un grande del arte, de la cultura, pero un grande también por su amor por Medellín, por su amor por Colombia, por su amor por Latinoamérica”, manifestó el mandatario.
Las actividades para recordar su historia estarán concentradas en la Plaza Botero, el parque a cielo abierto ubicado en el centro de la capital de Antioquia donde se exhiben 23 de sus esculturas más famosas.
Así lo narró el alcalde: “Su obra, su vida, su legado, quedará plasmado en esta ciudad a la que él amó tanto y en la que dejó tantas obras. Rendiremos homenaje en Plaza Botero y en los diversos lugares de la ciudad donde su obra hoy está plasmada”.
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En Medellín lamentamos con dolor en el alma la muerte del maestro Botero. Su vida, su obra , su amor por Medellín y Colombia perdurarán por siempre. Medellín decreta 7 días de luto y rendirá homenaje desde Plaza Botero y demás sitios dónde su legado permanecerá por siempre. pic.twitter.com/WpAUblOWh5
— Daniel Quintero Calle (@QuinteroCalle) September 15, 2023
El gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria Correa, también se refirió a la muerte del artista:
“Profundamente conmovidos con el fallecimiento del maestro Fernando Botero, el más ilustre artista antioqueño, el mayor de toda la historia en Colombia, nuestro más excelso embajador ante el mundo. Su obra marcó la identidad de nuestra tierra. Gratitud y solidaridad”.
Muere Fernando Botero: así fue su historia de amor con Sophia Vari, la mujer que lo dejó todo por el maestro colombiano
Con apenas meses de nacida, Sophia Canellopoulos emprendió el viaje más importante de su vida y la de su familia. Partió desde Grecia hasta el exilio en Suiza, en el fragor de la Segunda Guerra Mundial. Era 1940.
Al otro lado del mundo, en Colombia, otro niño, de nombre Fernando Botero, ya era huérfano de padre —un arriero propietario de varias mulas con las que transportaba todo tipo de mercancía— y soñaba con ser torero.
Tendrían que pasar más de tres décadas para que dos vidas tan dispares se cruzaran en un apartamento de París, donde acudieron a una comida organizada por una amiga común a principios de los años setenta.
La historia ocurrió así: Fernando Botero y Sofía Vari se encontraron por primera vez hace más de 40 años años, en una comida en la capital francesa, en casa de la marquesa de Crussol. Allí fueron presentados el entonces ya famoso pintor colombiano y una joven y prometedora pintora griega, de nombre Sofia Canellopolos; en ese momento, los dos estaban casados.
Él, por segunda vez con la vallecaucana Cecilia Zambrano, y ella con un próspero industrial griego, cuya familia vivía en París desde hacía tres generaciones. “En ese momento, pensé que era la mujer más divina que había visto en la vida”, comentó Botero en una entrevista con la revista Jet Set.
Y dos años después, cuando se separó de su esposa, el recuerdo de ese primer encuentro lo hizo llamarla por teléfono. Entonces, comenzaron a salir.
Inicialmente, las conversaciones sobre arte a la hora de almuerzo servían como coartada. Pero, poco a poco, el arte fue dando paso al amor. Sin embargo, la cosa no era tan fácil . “Aunque mi matrimonio era fatal, uno de esos matrimonios de conveniencia, no estaba dentro de mi esquema mental sostener una relación fuera de él. Además, el éxito de Fernando, su éxito con las mujeres me daba miedo. Yo creía que la relación era importante pero imposible”, aseguró en ese entonces Sofía, que falleció en mayo pasado.
Ni tan imposible. Como en las grandes historias de amor, contrariando todos sus principios, Sofía Vari se enamoró locamente, y decidió abandonar a su marido para rehacer su vida al lado del pintor colombiano.
Botero también quería rehacer su vida. Pero las cicatrices del pasado lo habían dejado prevenido frente a cualquier exceso de idealismo romántico. De ahí que decidieran diseñar un tipo de relación que tuviera en cuenta más las experiencias y fracasos de las dos partes, que las convenciones sociales. “El tipo de relación que forjamos”, afirmó Fernando Botero, “fue fríamente estudiado. Aceptando los dos que el matrimonio convencional asfixia, decidimos analizar cuáles eran nuestras necesidades mutuas, y simplemente llenarlas”.
La forma como las llenaron evoca relaciones famosas como la de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, y André Malraux y Louise De VilleLaurent. Consistía básicamente en que, según palabras del propio Botero, “en esta relación, nada es automático”.