Medellín
Misteriosa muerte: hallan el cuerpo de un hombre en un motel de Medellín
Medicina Legal puso la lupa en este extraño caso.
Un ciudadano de 46 años apareció sin vida en la habitación de un motel de Medellín en las últimas horas. Las autoridades judiciales están investigando las causas que pudieron haber provocado la situación.
El sujeto fue identificado como Mauricio Porte Pineda, quien habría hecho una reserva por varios días, de acuerdo con la información que los empleados del establecimiento les ofrecieron a las unidades del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI).
Una vez recibió las llaves del cuarto, no se volvió a ver y tampoco apareció en la recepción para devolverlas cuando cumplió el tiempo que contrató. Frente a esta escena, se tomó la decisión de ingresar a la pieza para descartar que estuviera.
Los trabajadores vieron el cadáver y, de inmediato, avisaron a la Policía Nacional para que confirmara el hecho. Si bien los uniformados acudieron al sector referenciado, fueron los miembros de la Fiscalía quienes asumieron el caso.
Lo más leído
De manera inicial, se conoció que el cuerpo no tenía marcas violentas ni otra prueba que diera cuenta de una muerte violenta. Así las cosas, se marcó como fallecimiento por esclarecer con algunas pistas para resolver la incógnita.
En la habitación habrían encontrado estupefacientes, lo que podría indicar que se quedó sin signos vitales tras una sobredosis. Sin embargo, las conclusiones las suministrará un examen que está haciendo el Instituto Nacional de Medicina Legal.
Otra muerte misteriosa en Medellín
También es un misterio la muerte de un sacerdote en un bar de Medellín. Fuentes judiciales le suministraron a SEMANA las primeras conclusiones que presentó el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses sobre el caso. Los resultados iniciales nadarían en contra de las sospechas.
La víctima fue identificada como Javier Eduardo González Pertuz. Su cadáver ingresó a las instalaciones de esta unidad el sábado 4 de febrero, luego de que las autoridades lo recogieran sin signos vitales de una discoteca, ubicada en el barrio Laureles.
Su nombre fue un misterio hasta la tarde de ese día, ya que en sus bolsillos no portaba documentos ni un teléfono que diera cuenta de su vida. Tras la verificación de sus huellas, se confirmó su historia: un religioso adscrito a la Arquidiócesis de la capital de Antioquia.
Rápidamente se abrió una investigación en la Fiscalía General de la Nación que empezó a dibujar la línea de tiempo de la situación. González Pertuz llegó al establecimiento comercial solo y, varios minutos después, un hombre arribó al sector para compartir con él.
Esta persona le habría arrebatado sus pertenencias y, después, huyó del lugar. Han pasado seis días desde fallecimiento y este sujeto no se ha presentado ante las autoridades para rendir declaraciones sobre el incidente que conmocionó al país este fin de semana.
Los testigos del hecho informaron que el cuerpo del sacerdote quedó tendido sobre la mesa como si fuera cualquier borracho, pero nunca creyeron que estaba muerto. En el momento en que iban a cerrar las puertas, le llamaron la atención para que se levantara.
Sin embargo, no reaccionó a las peticiones. De inmediato llamaron a la Policía Nacional y se confirmó la muerte. Cuando la noticia se hizo pública, se anticipó que su deceso podría estar relacionado con una sobredosis de escopolamina o cualquier sustancia tóxica.
Las miradas se fijaron sobre el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en Medellín. Los investigadores tenían el reto de averiguar las causas reales del fallecimiento, mientras en las redes sociales se mantenía la presión para descifrar el incidente.
En las últimas horas, médicos forenses le hicieron llegar a la Fiscalía General de la Nación los primeros hallazgos. Se empezó diciendo que le practicaron diez exámenes y ninguno mostró anomalías. Es decir, la muerte del sacerdote González Pertuz fue natural.
A raíz de que el caso ha sido mediático en la opinión pública, las personas que tienen la lupa sobre el hecho tomaron la decisión de remitir las muestras hacia la ciudad de Bogotá para tener una segunda lectura, con el propósito de no correr riesgos.